viernes, 29 de diciembre de 2017

Querido Diario, 29 de diciembre de 2017

Querido Diario:

Me acuerdo que hace poco más de un mes y medio, cuando yo estaba en las salas de Juan de Juanes y compañía, entraron dos mujeres con dos niñas pequeñas, de 3 y 5 años, más o menos. Una de las mujeres debería ser la madre y la otra una guía, profesora,... o similar. Les explicaba con mucho cariño y con un lenguaje muy sencillo los cuadros. Es cierto que la niña pequeña no atendía todo el rato, pero la "mayor", la de 5 años, estaba atenta a todas las explicaciones. Después de unos veinte minutos se fueron.

Ya al final de la jornada, en el vestuario, Pablo, un compañero y amigo, me dijo...

-Te tengo que contar una historia que me ha pasado en mis salas, para tu diario.

-Genial. Luego me la cuentas.

Tengo que decir que Pablo estaba en ese día enfrente de mis salas, y una de ellas es donde están los frescos de las ermitas de la Vera Cruz de Maderuelo (Segovia) y la de San Baudelio de Casillas de Berlanga (Soria). Ya te hable de la ermita de la Vera Cruz el 16 de noviembre, pero esta vez la historia es sobre la de San Baudelio.

Y es que la familia de las dos niñas pequeñas con la guía fueron luego a las salas que vigilaba Pablo, y a él, como a mí, le llamó la atención la concentración de las niñas. Y, lógicamente, se quedó a escuchar la explicación.

Y estaban delante de una pintura que representa un elefante. La pintura era al fresco sobre revestimiento mural y que luego se trasladó a lienzo. Hay que decir que el animal que está dibujado se parece a un elefante como una sandía a una pera... en casi nada. Y escuchó esta conversación, que empezó la guía...

-¿Tú pagarías algo a un pintor por pintar este elefante, sin orejas?

A lo que la niña mayor, la de 5 años, contestó...

-Sí.

-¿Por qué?

-Porque se ha esforzado.

¡¡¡Genial!!! Ante todo, sinceridad... e inocencia. Mejor respuesta no pudo dar la niña. Una Matrícula de Honor para ella.

Te tengo que decir, querido Diario, que esta pintura se hizo hacia el año 1125 y que forma parte de un conjunto de seis pinturas destinadas originalmente a decorar, como ya te he dicho antes, los muros de la ermita mozárabe del siglo XI de San Baudelio, en el pueblo de  Casillas de Berlanga, de la provincia de Soria.

Formaban parte de la decoración de la parte inferior del muro norte de la ermita. El tema de estas seis pinturas era profano, y eran parte de veintitrés fragmentos retirados la muro y traspasados a lienzo, en 1926. Todas estas pinturas se llevaron a Estados Unidos y desde allí se repartieron entre los museos de Boston, Indianapolis, Cincinnati y Nueva York.

En 1957, seis de estas pinturas se trajeron del Metropolitan Museum of Art de Nueva York al Museo del Prado como depósito temporal, pero indefinido. Estas eran la Cacería de Liebres, la Cacería del ciervo, nuestro Elefante, el Oso, el Soldado y la Cortina.

Como comprobarás... y porque ya te lo he dicho, son temas profanos, en comparación con las demás pinturas, que eran asuntos del  Nuevo Testamento...  el Nacimiento y la Infancia de Cristo, su Vida pública y su Pasión.

¿Que qué pintan estas pinturas profanas en una ermita? Pues muy sencillo, todas forman parte de un conjunto unitario y las escenas "profanas" tienen un simbolismo sagrado.

Y es que el elefante simboliza la humildad y se relacionaba con Cristo. El castillo sobre el lomo del elefante se asocia, según el libro Physiologus, con las enfermedades y, en este caso, con las miserias del hombre.

Resumiendo, esta pintura representa que Cristo se humilló al hacerse un hombre como nosotros y que cargó con las miserias del hombre pecador.

Ah, ¿que qué es el libro Physiologus? Pues es un manuscrito escrito en griego por un autor desconocido, entre los siglos II y IV, y que fue muy popular en la Edad Media. Contiene un conjunto de descripciones de diversos animales, plantas y rocas, con frases y sentencias moralizantes. Y de cada animal muestra su descripción y explica sus cualidades simbólicas.

Eso, sí, querido Diario, no sé cómo describió al elefante, pero hay que decir que el autor se lució... y mucho. Me imagino que dijo que se parecía a un perro gigante con una nariz muy larga en forma de brazo y que era más grande que un edificio, digo yo. Y con esta descripción, el artista hizo lo que pudo, que no es poco... por lo menos "se esforzó", como dijo nuestra niña protagonista.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía del cuadro Elefante, de la Ermita de San Baudelio, en Casillas de Berlanga, Soria - hacia 1125 -, de autor anónimo).

miércoles, 27 de diciembre de 2017

Querido Diario, 27 de diciembre de 2017

Querido Diario:

Para comprender un poco lo que te quiero contar, te tengo que decir que cada vigilante de sala tenemos un radio-transmisor, es decir, lo que siempre se ha llamado un walkie talkie, para comunicarnos entre nosotros, con nuestros jefes y con los demás departamentos del Museo. Y uno de los departamentos es el de Información. Lo normal es que los visitantes se acerquen a los mostradores de información que están en las entradas y que pregunten todo ahí. Pero, no sé por qué, estando ya en las salas es cuando se les ocurren infinidad de preguntas y no pueden esperar a llegar al mostrador de información. Y, claro, nos preguntan a nosotros, aunque no es nuestra labor primordial. Debemos atenderles, lógicamente, pero sin parar de hacer nuestro trabajo principal, que es el de vigilar y velar por la seguridad de las obras... y, como no, también la de los visitantes.

Otro misión nuestra es orientar y facilitar el público la información relativa a la ubicación de las obras y servicios del Museo. Pero nuestra misión no es ser Información en general.

Pero, bueno, como somos humanos y buenas personas, atendemos todas las dudas por igual.

Y me acuerdo que hace un mes y medio, más o menos, una compañera habló por el walkie.

-Información, ¿me recibe?

-Adelante para Información.

-Un visitante me ha dicho que en las salas donde tendrían que estar los Cartones de Goya no ha visto ninguno...

¿¿¿Ehhhh??? Todos los vigilantes nos quedamos atentos a ver qué respondían los de Información. Bueno, me lo imagino. Por lo menos yo me quedé con los ojos como platos, atento. Supongo que los demás se quedarían igual al oír eso, ya que el Museo tiene muchísimos cartones expuestos.

-Es cierto que se han llevado algún que otro cartón a Zaragoza, a una exposición temporal, pero hay Cartones, mínimo, en las salas 85, 86, 89, 90, 91 y 94.

-Dice que viene de esas salas y que no ha visto ningún Cartón de Goya.

-Dale dos opciones, que vuelva otra vez a esas salas y que se fije bien o que venga a nuestro mostrador y se lo explicamos detenidamente.

-Recibido. Gracias.

No sé qué pasó al final, si volvió a las salas del segundo piso o si fue a Información.

Pero, a ver, buen hombre... o buena mujer... señor o señora visitante, ¿qué entiendes por "cartones", de Goya o de otro pintor? Los Cartones, aunque su propio nombre lo indique, no son cartones como tales, o sea, no son de cartón, sino que son cuadros al oleo "en lienzo" que se consideran del género de pintura decorativa y que eran unos bocetos para luego tejer los tapices. Es cierto que estos bocetos fueron muy apreciados en su tiempo y se consideraron "cuadros de gabinete"... pero eran simples "cartones" para tapices.

A lo mejor el turista era inglés y leyó la información en ese idioma... y "cartones" en perfecto inglés es "cartoon", que también se puede traducir por dibujos animados, caricatura, tira cómica o dibujo cómico. Y a lo mejor el visitante se creía que tendrían que ser caricaturas, hombres y mujeres cabezones con narices y orejas grandotas, y cuerpo pequeñajo, digo yo.

En fin, querido Diario, que hemos comprobado que hay visitantes para todos los gustos y con toda clase de preguntas, algunas absurdas... desde nuestro punto de vista, claro. Pero, insisto, contestamos con toda la mayor seriedad y el mayor respeto posible, aunque nos estemos muriendo de risa por dentro.

¿Sabes? Cambiando de tema, Goya estuvo pintando cartones durante casi veinte años y los tapices, que se harían en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, estaban destinados a decorar los palacios de El Pardo y El Escorial.

El Museo tiene muchos cartones de Goya, creo recordar que más de cincuenta. Y casi todos son conocidos. Pero uno de los que que tiene más fama en las visitas es La gallina ciega, que pintó en 1788 para decorar el dormitorio de las Infantas, las hijas del futuro Carlos IV y María Luisa de Parma, en el Palacio de El Pardo en Madrid.

Curiosamente Goya recibió el encargo de pintar cinco cartones, para esta estancia, en 1787. Pero la muerte del rey Carlos III en diciembre del año siguiente interrumpió el proyecto, ya que su sucesor, Carlos IV, prefirió acudir a otros Sitios Reales, como el Palacio de La Granja, el Palacio de Aranjuez o El Escorial.

Por eso Goya pintó los cinco bocetos pero solo un cartón, este, el de La gallina ciega. Y el Museo del Prado tiene tres bocetos de los cinco, y el cartón. Los bocetos que tiene son La ermita de San Isidro el día de la fiesta, La pradera de San Isidro y, lógicamente, La gallina ciega.

Te he pegado a un lado, querido Diario, las fotografías del boceto y del cartón de esta La gallina ciega. El de arriba es el boceto, que aunque parece más grande, solo mide 41 x 44 centímetros. ¡Ah! El cartón mide "algo" más... 2,69 x 3,50 metros.

EL cuadro representa un grupo de nueve figuras, casi todas vestidas con el atuendo que era popular en aquella época, el de los majos y las majas. También vemos a una dama y a un caballero vestidos con otro porte, más elegante, al estilo francés.

Están jugando a la "gallina ciega", que es como se conoce actualmente, pero en aquella época se le llamaba el "juego del cucharón". ¿Que cómo era ese juego? Bueno, era y es, aunque ya casi no se juega... no ves que no se puede jugar con una consola. Pues ya no se juega.

En fin, sin comentarios. El juego consiste que un joven se coloca en el centro del corro, y con los ojos vendados tiene que alcanzar, con suavidad, con un cucharón a uno de sus compañeros que están alrededor. Así de sencillo.

¡Ah! Al fondo del cuadro se ve un paisaje que recuerda las orillas del río Manzanares a su paso por Madrid. Es más, en la lejanía se reconoce la sierra de Guadarrama.

Pero lo curioso, lo que se dice curioso, es una pequeña diferencia que hay entre el boceto y el cartón final. ¿Que cuál es? Piensa, piensa, querido Diario.

Bueno, como veo que no lo aprecias, te lo diré. En el boceto, detrás de la dama que va vestida elegante, a la francesa, la que tiene un sombrero con plumas, hay una figura de una dama que pintó en las dos versiones, pero que luego Goya, no se sabe por qué motivo, decidió ocultar en el cartón final. Eso sí, se transparenta su rostro... se aprecian bien los ojos y algo del cabello.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía de los cuadros La gallina ciega, boceto y La gallina ciega, cartón - 1788 -, de Francisco de Goya y Lucientes).

domingo, 24 de diciembre de 2017

Querido Diario, 24 de diciembre de 2017

Querido Diario:

Hoy es uno de los tres días que el Museo solo abre por la mañana. Estos son el 24 y 31 de diciembre y el 6 de enero. Y los vigilantes de sala estamos divididos en tres grupos para que tengamos que trabajar en estos días solo uno. A mí este año me toca el 31 de diciembre. Buen arranque para después de unas vacaciones. Ya te contaré qué tal lo he pasado. Por ahora, lógicamente, no lo sé.

Y hoy, 24 de diciembre, día de la Nochebuena, noche que celebramos el nacimiento de Jesús, hace, más o menos, unos dos mil diecisiete años, no puedo dejar pasar la oportunidad de hablarte de un cuadro relacionado con la Navidad. Este es la Adoración de los pastores, que pintó fray Juan Bautista Maíno entre los años 1612 y 1614.

¿Te he dicho alguna vez, querido Diario, que mi pintor favorito del Museo es Maíno? ¡Ah! Siete mi quinientas veintiocho veces. Bueno, una vez más no pasa nada, ¿verdad?

Pues sí, querido Diario. Me encanta Maíno. Y espero que tú también te enamores de él...

Te cuento cómo surgió este cuadro... En febrero de 1612 Juan Bautista Maíno firmó un contrato para pintar los cuadros para el retablo mayor del templo del Convento de San Pedro Mártir, en Toledo. Maíno se comprometía a pintarlos en ocho meses, pero se retrasó un poco... bueno, un mucho, pues los terminó en diciembre de 1614.

¿Que qué pasó para este retraso? Pues ni más ni menos que entre medias, Juan Bautista Maíno se convirtió en fray Juan Bautista Maíno, ya que ingresó en la Orden de los Dominicos, en ese mismo convento, en julio de 1613. Y ya sabes, querido Diario, entre los preparativos, ingreso y acondicionamiento, en lo que menos pensaría sería en pintar, digo yo. Y me imagino que el Prior del convento le perdonaría el retraso.

El retablo estaba formado por cuatro grandes cuadros sobre la vida de Jesús, que conformaban las fiestas mayores del año litúrgico, conocidas como las Cuatro Pascuas.

Estos cuadros son la Adoración de los pastores, La Adoración de los Reyes Magos, La Resurrección y Pentecostés. Sobre el tema de Pentecostés, unos tres años después pintó otro cuadro. Pero este es un motivo para escribirte otro día.

Y sobre la Adoración de los pastores, te he decir que está basado en el Evangelio de San Lucas, que dice:

"Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.

En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. De repente un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: «No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a
Dios diciendo: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad».

Y sucedió que, cuando los ángeles se marcharon al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha comunicado».

Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho". (Lc 2, 6-20)

Como se ve en el cuadro, la escena tiene lugar en un edificio arruinado, durante el atardecer, según las luces que se ven al fondo, cuando un grupo de pastores van a adorar al Niño Jesús.

Y si analizamos bien la pintura, puedes ver, querido Diario, que las figuras están colocadas en tres niveles espaciales bien diferenciados.

En el centro está la Sagrada Familia, con el Niño en el pesebre mirando a su Madre que está en posición de oración, mientras san José le está besando. La lado de la Virgen hay un pastor sujetando a un carnero. Detrás de san José se ven las cabezas del buey y la mula.

En el nivel superior vemos a tres ángeles que contemplan la escena familiar.

Y en la parte inferior hay dos pastores. Uno, a la izquierda está tocando una flauta.

Pero me quiero parar a observar al otro pastor, a que está a la derecha. Está de espaldas sujetando a un cordero atado. ¿Qué querrá significar? Lo lógico, querido Diario, es que estuviese mirando al Niño, pero, no. Le está dando la espalda e incluso parece que está enfadado. Es porque representa a las personas que cogieron y maniataron al "Cordero Místico", es decir, a las personas que apresaron a Jesús en el Huerto de los olivos.

Eso sí, querido Diario, no puedo dejar de observar la delicadeza del dibujo. No sé si lo notarás en la fotografía, pero en la cesta que está al lado del cordero se aprecia perfectamente el mimbre del que está hecha. Y el propio cordero... no vemos las pinceladas, vemos lana.

Y si ves la zapatilla del pastor del carnero... si hasta se ven las puntadas del hilo. O los pies de los pastores descalzos, llenos de suciedad...

Magnífico este Maíno. Para mí, un diez en dibujo artístico.

Bueno, querido Diario. No me puedo marchar sin desearte a ti y a todos los "cotillas" que te leen a hurtadillas una... ¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía del cuadro Adoración de los pastores - 1612-1614 -, de fray Juan Bautista Maíno).

sábado, 23 de diciembre de 2017

Querido Diario, 23 de diciembre de 2017

Querido Diario:

Ayer hizo dos meses que empecé a escribirte en este Diario. Y me ha sorprendido, gratamente, que al mirar por tu interior, he descubierto que ha habido más de 22.700 cotillas que te han mirando... en solo dos meses. ¡¡¡No me lo puedo creer!!! Si es un simple diario...

Es más, hace un mes y medio, cuando te estaba escribiendo las primeras entradas, una editorial se puso en contacto conmigo y me sugirió hacer de este Diario, que por ahora es solo tuyo y mío, un libro impreso en papel. ¿Qué te parece la idea, querido Diario? ¿Te gustaría que los "cotillas" que te leen a hurtadillas te lean también en papel? Ya sé tu respuesta, pero déjame que se lo pregunte a ellos, a estos "cotillas" que poco a poco van siendo parte de la historia de este Diario.

Queridos y, sobre todo amigos, "cotillas", ¿os gustaría que este Diario se publique en formato libro, en papel?

Bueno, pues nos tendréis que ayudar. Mirad, con el permiso de mi querido Diario, os voy a proponer un trabajillo... voy a poner la lista de todas las entrada que he publicado y vosotros, queridos "cotillas", me tendréis que decir cuales os gustan más, para incluirlas en ese hipotético libro. ¿Os parece bien?

Pues empecemos a ello...

22 de octubre de 2017, sobre las Pinturas Negras, el Perro semihundido, de Goya y el Autorretrato, de Leonardo da Vinci.

23 de octubre de 2017, sobre la misión del vigilante de sala del Museo y sobre La Adoración de los Reyes Magos, de Fray Juan Bautista Maíno.

24 de octubre de 2017, sobre amamantar en las salas y sobre San Bernardo y la Virgen, de Alonso Cano.

25 de octubre de 2017, sobre vigilar el Claustro y sobre la escultura La emperatriz Isabel, de Leone Leoni y el cuadro La emperatriz Isabel de Portugal, de Vecellio di Gregorio Tiziano.

26 de octubre de 2017, sobre la sala 39, la Decoración de la sala del Retrete Real de Fernando VII y el Mueble de aseo o retrete de Fernando VII.

27 de octubre de 2017, sobre la prohibición de hacer fotografías y sobre Las meninas, de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez.

28 de octubre de 2017, sobre las preguntas en otros idiomas y sobre Cristo en casa de Marta y María, de Joachim Beuckelaer.

29 de octubre de 2017, sobre el Gabinete Médico del Museo y sobre la Adoración de los Reyes Magos, de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez.

30 de octubre de 2017, sobre llevar gafas de sol en un museo y sobre Eugenia Martínez Vallejo, vestida y Eugenia Martínez Vallejo, desnuda, de Juan Carreño de Miranda.

31 de octubre de 2017, sobre las dos escenas mitológicas dentro del cuadro Las Meninas, de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez.

1 de noviembre de 2017, sobre la Mona Lisa, de autor anónimo del Taller de Leonardo da Vinci y la Mona Lisa, del propio Leonardo da Vinci.

3 de noviembre de 2017, sobre la importancia del vigilante de sala y sobre La Última Cena, de Juan de Juanes.

4 de noviembre de 2017, sobre cómo intentamos entender a los visitantes extranjeros y sobre La maja desnuda y La maja vestida, de Franciso de Goya.

6 de noviembre de 2017, sobre las catenarias del Museo y sobre El triunfo de la Muerte, de Pieter Bruegel el Viejo.

7 de noviembre de 2017, sobre un visitante hindú que repartía estampas católicas y sobre la Virgen de Tobed con los donantes Enrique II de Castilla, su mujer, Juana Manuel, y dos de sus hijos, Juan y Juana, de Jaume Serra.

8 de noviembre de 2017, sobre qué hacemos cuando nos aburrimos vigilando y sobre el Ecce Homo, de Luis de Morales, y Ecce Homo, de Juan de Juanes.

9 de noviembre de 2017, sobre el juego Parecidos razonables, sobre el Retrato de mujer sentada, de Antonio Moro, el Retrato de anciano, de Joos van Cleve y la Alegoría de la educación de Felipe III, de Justus Tiel.

10 de noviembre de 2017, sobre la solución del juego Parecidos razonables, del Retrato de mujer sentada, de Antonio Moro, el Retrato de anciano, de Joos van Cleve y la Alegoría de la educación de Felipe III, de Justus Tiel.

11 de noviembre de 2017, sobre hablar por teléfono en el Museo y la explicación del Ecce Homo, de Luis de Morales.

12 de noviembre de 2017, sobre la Pintura del siglo XIX de historia y sobre El príncipe don Carlos de Viana, de José Moreno Carbonero.

14 de noviembre de 2017, sobre la vestimenta de algunos visitantes y sobre los cuadros San Francisco de Asís, de Fernando Yáñez de la Almedina, El Invierno y Mujer con dos muchachos en la fuente, de Francisco de Goya.

15 de noviembre de 2017, sobre Alcalá de Henares, el Museo de la Trinidad y sobre los cuadros San Jacobo de la Marca y San Buenaventura, de Francisco de Zurbarán, y Estigmatización de San Francisco y San Antonio de Padua, de Alonso Cano.

16 de noviembre de 2017, sobre la sala más pequeña del Museo y sobre el ábside de la ermita de la Vera Cruz de Maderuelo (Segovia).

19 de noviembre de 2017, sobre el comportamiento de algunos visitantes y sobre la escultura Hermafrodito, de Matteo Bonuccelli.

21 de noviembre de 2017, sobre la vestimenta de algunos visitantes y sobre el cuadro Retrato de un caballero santiaguista, de Juan de Juanes.

27 de noviembre de 2017, sobre el comportamiento de un visitante con un bastón y sobre el cuadro San Damián, de Fernando Yáñez de la Almedina.

28 de noviembre de 2017, sobre los grupos en el Museo y sobre el cuadro San Antonio Abad, de Joan Reixach.

30 de noviembre de 2017, sobre los giros corporales imposibles de algunos modelos de Juan de Juanes y sobre los cuadros San Esteban en la sinagoga, San Esteban conducido al martirio, Martirio de San Esteban y Entierro de San Esteban, de Juan de Juanes.

1 de diciembre de 2017, sobre el comportamiento de algunos visitantes y sobre el cuadro Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, de Antonio Gisbert Pérez.

2 de diciembre de 2017, sobre los relevos entre los vigilante y sobre el cuadro La asunción de la Magdalena, de José Antolínez.

3 de diciembre de 2017, sobre algunas preguntas de los visitantes y sobre el cuadro Los borrachos, de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez.

4 de diciembre de 2017, sobre la grabación de un documental para un canal de televisión y sobre los cuadros Las Meninas, Felipe IV y La reina doña Mariana de Austria, de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez.

6 de diciembre de 2017, sobre sentarnos los vigilantes de sala si estamos cansados y sobre el cuadro El lavatorio, de Jacopo Robusti Tintoretto.

8 de diciembre de 2017, sobre el Dogma de Fe de la Inmaculada Concepción y sobre los cuadros La Inmaculada Concepción, de Francisco de Zurbarán, La Inmaculada del Escorial, de Bartolomé Esteban Murillo, y La Inmaculada Concepción, de Francisco de Goya.

9 de diciembre de 2017, sobre algunas preguntas de los visitantes y sobre las esculturas Epimeteo y Pandora, de Doménikos Theotokópoulos, el Greco.

10 de diciembre de 2017, sobre mi razonamiento ante los ombligos de Adán y Eva y sobre los cuadros Adán y Eva, de Alberto Durero.

12 de diciembre de 2017, sobre las bragas, las calzas y la bragueta, y sobre el cuadro El príncipe don Carlos, de Alonso Sánchez Coello.

16 de diciembre de 2017, sobre mi libro Complutenses por el tiempo y sobre el cuadro Santa Ana enseñando a leer a la Virgen, de Bartolomé Esteban Murillo.

18 de diciembre de 2017, sobre no comer ni beber en el Museo y sobre el cuadro Mesa de los Pecados Capitales, de El Bosco.

20 de diciembre de 2017, sobre el juego Parecidos razonables, sobre los cuadros San Benito, de El Greco y Retrato de un fraile trinitario, de un seguidor de El Greco.

21 de diciembre de 2017, sobre la solución del juego Parecidos razonables de los cuadros San Benito, de El Greco y Retrato de un fraile trinitario, de un seguidor de El Greco.

Bueno, después de este largo listado solo puedo decir que sé que visualizar otra vez todas las páginas de este mi querido Diario requiere mucho tiempo. Pero, querido "cotilla", no hay prisa... tenemos todo el tiempo del mundo. Bueno, todo no, pero mucho, sí.

Resumiendo en una frase, ¿qué entradas de este querido Diario os gustan más, queridos "cotillas", para incluirlas en ese hipotético libro?

Ahí lo dejo, querido Diario.

jueves, 21 de diciembre de 2017

Querido Diario, 21 de diciembre de 2017

Querido Diario:

Ayer te escribí proponiéndote un juego. Espero que te acuerdes, porque si no, lo que te escriba ahora no tendrá mucho sentido... o sí. No sé.

Ayer, 20 de diciembre, te propuse jugar a "Parecidos razonables". Te puse dos cuadros y te preguntaba a quiénes se parecían los personajes de los cuadros. Y te dije que eran famosos del siglo XXI, y que estaban vivitos y coleando. Y recuerdo que te dije que las soluciones eran tantas como personas "cotillas" leyeran este Diario, aunque es solo tuyo y mío, y que quisiesen jugar. También te dije que las soluciones que yo te iba a dar eran MIS apreciaciones y que eran solo mías, pero que no sentaba cátedra.

Bueno, empecemos recordando el juego.

Puse un primer cuadro que se titula San Benito, que lo pintó El Greco entre los años 1577 y 1579.

Y luego puse un segundo cuadro que se titula Retrato de un fraile trinitario, y lo pintó un seguidor de El Greco, entre los años imprecisos de 1600 y 1650.

Y la pregunta era muy sencilla... ¿a qué personajes famosos del siglo XXI se parecen? Dije que eran españoles, uno un ilusionista y e otro un actor y presentador.

Pues las soluciones son, según mi criterio, repito... según mi criterio:

Para San Benito, el parecido razonable es con el mago mentalista Anthony Blake.

Y para Retrato de un fraile trinitario, el parecido razonable es con el actor y presentador Dani Martínez.

No me mates mucho, querido Diario. Ya dije que puede que se no se parezcan en nada, pero que eran apreciaciones mías y solo mías.

Y seguro que me dirás:

-Es verdad, tienes razón... no se parecen en nada.

Ahí lo dejo, querido Diario.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Querido Diario, 20 de diciembre de 2017

Querido Diario:

Hoy, en vez de contarte una anécdota de algún día anterior, te voy a proponer un juego, a ver si te gusta. Lo he llamado... "Parecidos razonables".

Ya jugamos a él en otro momento, el 9 de noviembre con las preguntas y el 10 de noviembre con mis respuestas.

Esta vez te voy a poner dos cuadros del Museo y tú, querido Diario, ... y los "cotillas" que nos leen y quieran jugar, tienes, o mejor dicho, tenéis que adivinar a quiénes se parecen.

Te tengo que decir que un cuadro es del siglo XVI y el otro del XVII y que las personas parecidas son personajes famosos españoles, de este siglo XXI y que están vivitos y coleando.

¡Ah! También tengo que decir que son apreciaciones mías y solo mías, y que los parecidos razonables son según mi ojo, según mi criterio. No te pienses que quiero sentar cátedra sobre este tema, ni mucho menos, que no es esta mi intención. Lo único que pretendo es que nos lo pasemos bien entre todos, entre tú y yo, querido Diario, y... bueno,... también entre los "cotillas".

Pues, dicho lo dicho... ¡¡¡A jugar!!!

El primer cuadro se titula San Benito, y lo pintó El Greco entre los años 1577 y 1579... ¿A qué personaje famoso se parece? Te daré una pista, querido Diario. El personaje es un hombre español... y, otra pista, es ilusionista... Yo creo que es muy fácil. Cuando mañana te diga quién es, me dirás... tienes razón... se parece según tu criterio, porque no se parece en nada, jejeje.

San Benito fue el fundador de la Orden Benedictina. El santo aparece como un hombre maduro, de unos cincuenta años, rostro enjuto y rasgos muy concretos. En la mano izquierda tiene un báculo de plata sobredorada y con la derecha señalaba el lugar donde estaría el Sagrario del retablo en donde estaba situado el cuadro. ¡Ah! El Sagrario es esa cajita, que suele ser de oro, donde se guarda el Cuerpo de Cristo bajo la forma de pan.

Y seguimos con el juego...

El segundo cuadro se titula Retrato de un fraile trinitario, y lo pintó un seguidor de El Greco, entre los años imprecisos de 1600 y 1650... no sé si será difícil o fácil, querido Diario, pero cuando vi por primera vez este cuadro se me vino a la cabeza un personaje famoso. ¿Sabes a quién me refiero? Pista... también es español... actor y presentador.

Este hombre joven viste sayal blanco y capa negra, colores que se corresponden con el hábito, tanto de la orden trinitaria como de la dominica. En un principio se pensó que el fraile podría ser fray Juan Bautista Maíno, el pintor de Pastrana, de la provincia de Guadalajara, que había tomado los hábitos de la orden dominica en 1613, y al que algunos autores creían erróneamente discípulo de El Greco. Pero se ha descartado esta teoría y no se sabe a quién verdaderamente representa.

En fin, soy consciente que estos datos que doy sobre los pintores y sus cuadros no tienen nada que ver con el juego, pero los digo como dato informativo y, por que no, educativo.

Lógicamente, querido Diario, para terminar repetiré sobre este juego, como ya he dicho antes, que los parecidos razonables son apreciaciones mías y solo mías. Me imagino que a ti te recordarán a unos personajes y que a los "cotillas" que quieran jugar con nosotros, les parecerán a otros. Ahí está la gracia del juego.

Mañana te diré mis soluciones... repito, MIS soluciones.

-Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía de los cuadros San Benito - 1577-1579 -, de El Greco y Retrato de un fraile trinitario - 1600-1650 -, de un seguidor de El Greco).

lunes, 18 de diciembre de 2017

Querido Diario, 18 de diciembre de 2017

Querido Diario:

Haciendo memoria sobre qué contarte, me ha venido a la memoria unos de los peores días de mi vida en el Museo.

Pero para que lo entiendas, antes tengo que comentarte que está prohibido comer o beber en el Museo, excepto en la cafetería, claro. La prohibición de comer creo se puede entender, pero... ¿por qué no se puede beber?, te preguntarás, querido Diario. Pues por una razón muy clara: y es que se puede mojar una obra de arte. Imagínate que un visitante está bebiendo delante un cuadro y en ese momento se atraganta, que a todos nos puede pasar. Pues al toser podría escupir el agua hacia el cuadro. O siendo menos escatológico, mientras está bebiendo le dan un golpe en la espalda o en el brazo y podría salir el líquido disparado hacia el cuadro.

Entonces se podría decir que se bebiera en el centro de la sala y sin andar. Sí, pero si en el momento que está bebiendo le dan un golpe, el líquido no caería encima del cuadro, porque estaría lejos, pero sí en el suelo. Otro visitante lo podría pisar y resbalarse...

Por eso el Museo prohíbe beber en las salas expositivas.

Si supieras los sustos que me doy cuando veo a un visitante andar con la botella de agua abierta. Salgo corriendo a por él, o ella, para que la cierre inmediátamente. Imagínate que tropieza en ese momento... la que se armaría. Luego me miran mal, perdonándome la vida. Pero, bueno, eso es lo menos... lo de más sería que se mojara un cuadro.

Pues recuerdo que estaba en la sala de las obras del El Bosco, también conocido por The Bosch...

¡Ah! Me acuerdo que el primer día que me preguntaron por El Bosco en perfecto inglés me quedé pillado, pensando...

-Excuse me, where is The Bosch?

-Qué tiene que ver una lavadora con el Museo... espere... déjeme que piense... ¡Ah! The Bosch, El Bosco. Sí, por estas salas, al final y luego a la izquierda.

En fin, que me desvío del tema... recuerdo que estaba en la sala de las obras del El Bosco, también conocido por The Bosch, donde está el Tríptico del jardín de las delicias, el Tríptico del carro de heno, La extracción de la piedra de la locura,... y la Mesa de los Pecados Capitales.

Lo explico... la Mesa de los Pecados Capitales es una pintura al oleo sobre una tabla de madera de chopo, que la pintó El Bosco entre los años 1505 y 1510. Y como se puede y se tiene que ver por todos los lados, se tiene que colocar en horizontal, para poder dar la vuelta alrededor de la "mesa".

Pues sí, querido Diario, para muchos visitantes este cuadro es una simple mesa. Por suerte está protegido por una cristal, porque he visto a mujeres poniendo el bolso encina del cuadro, bueno, del cristal. Pero es lo mismo. También he visto a gente que se apoya encima, casi tumbándose encima del cuadro para verlo mejor.

Una cosa es poner las manos, sin echar el peso de tu cuerpo, en el borde, pero otra cosa es cargar 90 kilogramos de persona, o más, encima de la mesa.

Que me desvío del tema por segunda vez... recuerdo que estaba en la sala de las obras del El Bosco, también conocido por The Bosch, donde está la Mesa de los Pecados Capitales, cuando vi a un hombre "hermosote" que estaba apoyado encima del cristal como si estuviera en la barra de un bar. Me acerque a él, pero con la delicadeza de ponerme de frente de él, porque si me pongo a su lado le puedo dar un susto y me puede denunciar, o si le toco para llamar su atención, me puede denunciar, o si le grito, me puede denunciar...

En fin, que me puse enfrente de él y cuando le voy a decir que no se podía apoyar, me encuentro un goterón de agua, de unos 8 centímetros de diámetro, encima del cristal de la Mesa de los Pecados Capitales.

Me puse pálido y, rápidamente llamé por el walkie a mis jefes...

-Consejería, me recibe.

-Adelante para Conserjería.

-Encima del cristal de la Mesa de los Pecados Capitales de El Bosco me he encontrado un goterón de agua.

-Ahora vamos para allá.

En menos de treinta segundos ya estaban allí. La solución fue era muy sencilla. Secaron el agua con un pañuelo de papel y se marcharon. Pero el disgusto me lo llevé yo no tiene precio. Imagínate, querido Diario, que ese agua se filtra por los bordes del cristal y cae encima de la pintura. Me hubiera dado un infarto allí mismo.

Luego mis jefes me dijeron que no me preocupase, que el cristal está sellado por dos motivos: para que no entre nada y porque la pintura tiene que estar a una temperatura y a una humedad continua, y así se crea una cámara de aire. Pero, claro, me lo dijeron al final del día. Y yo todo el tiempo comiéndome la cabeza pensando si me iban a decir algo... y, bueno, sí, me dijeron algo, pero para tranquilizarme.

Resumiendo, en el Museo está prohibido comer o beber, excepto en la cafetería, claro.

Y ya que estoy aquí, querido Diario, ¿quieres que te cuente algo de la Mesa de los Pecados Capitales?

Pues en el centro del cuadro se ve a Cristo saliendo de la tumba como Varón de Dolores, mostrando la llaga del costado. Y rodeándolo hay un círculo dorado que representa un ojo. Es porque Cristo está vigilando a lo hombres, según dice la inscripción en latín de debajo:

"Cave cave d[omin]us videt" (Cuidado, cuidado, Dios está mirando).

Alrededor de esta pupila, El Bosco pintó unos finos rayos dorados. Y a continuación, un anillo exterior dividido en siete segmentos. En él representó los siete Pecados Capitales, que los podemos identificar por la inscripción que tienen cada uno de ellos. Estos son... a ver si me acuerdo de todos... la ira, la soberbia, la lujuria, la pereza, la gula, la avaricia y la envidia.

En la parte de abajo está la Ira, en la que se ve una pelea provocada por la embriaguez, en el exterior de una taberna.

Siguiendo el sentido contrario a las agujas del reloj, vemos la Soberbia, en la que una mujer se acicala ante un espejo sostenido por un diablo.

Luego está la Lujuria, con dos parejas cortesanas recreándose bajo una tienda, divirtiéndose con un bufón.

El siguiente es más complicado de traducir, pues pone "Acidia", pero es la Pereza. Se ve a un hombre que está dormido ante una chimenea, en vez de entregarse a la oración.

Continuamos con la Gula, que está protagonizada por una familia que come y bebe con avidez.

El siguiente pecado es la Avaricia, con un magistrado que está aceptando un soborno.

Y se termina el ciclo de los Pecados Capitales con la Envidia, en la que se ve a una pareja que desea ardientemente un halcón que exhibe ante ellos un hombre rico, al tiempo que dos perros se pelean por un hueso.

Y ya fuera del círculo, en las esquinas superiores hay con círculos, que se llaman tondos, y que representan, en el de la izquierda, la Muerte, y en el de la derecha, el Juicio Final. Y entre ellos hay una filacteria, que es como una banda como si fuera de tela, con las extremidades enrolladas y con una inscripción, con un texto del Deuteronomio, que es un libro que está en el Antiguo Testamento de la Biblia, que advierte de las consecuencias del pecado, y que dice:

"Gens absq[ue] [con]silio e[st] et sine prudentia // deutro[m]y [um]// utina[m] sapere[n]t [et] i[n]telligere[n]t ac novissi[m]a p[ro]videre[n]t" (Porque son un pueblo que no tiene ninguna comprensión ni visión / si fueran inteligentes entenderían esto y se prepararían para su fin).

Abajo del cuadro hay otros dos tondos. El de la izquierda representa el Infierno y el de la derecha, la Gloria.

Y entre ellos, otra filacteria con otro texto del Deuteronomio, que dice:

"Absconda[m] facie[m] mea[m] ab eis: et [con]siderabo novissi[m]a eo[rum]" (Yo esconderé mi rostro de ellos: y veré cuál será su fin).

Espero que hayas aprendido algo de la Mesa de los Pecados Capitales, de El Bosco... tú, querido Diario, y los "cotillas" que nos leen a hurtadillas.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía del cuadro Mesa de los Pecados Capitales - 1505-1510 -, de El Bosco).

sábado, 16 de diciembre de 2017

Querido Diario, 16 de diciembre de 2017

Querido Diario:

Hace varios días que no te escribo y por eso pido disculpas, pero es que he estado preparando la presentación de mi libro Complutenses por el tiempo, y no he tenido tiempo para nada más. Por fin lo presenté ayer, en la Biblioteca Municipal Cardenal Cisneros de mi ciudad, Alcalá de Henares. He escrito una pequeña reseña en mi otro blog, Efemérides complutenses, por si algún lector "cotilla" lo quiere leer.

¡Ah! Ahora no te hablo a ti, querido Diario, sino a los posibles cotillas que te leen. Eso de "cotilla" lo digo con todo el respeto y cariño del mundo... pero, aun así, sois unos cotillas, jejeje.

Bueno, a lo que iba, querido Diario... ayer lo presenté y espero que se venda bien. Me imagino que es la ilusión de todo escritor, que se difunda lo más posible.

Y hablando de libros, hoy he estado pensando de qué cuadro hablarte, relacionado con los libros, claro. Podría ser El príncipe don Carlos de Viana, de José Moreno Carbonero, que en el cuadro se ve al príncipe Carlos rodeado de libros, pero ya te hable de él el 12 de noviembre. Pero he decidido hablarte de otro cuadro, titulado Santa Ana enseñando a leer a la Virgen, pintado por Bartolomé Esteban Murillo hacia el año 1655.

La verdad es que en la Biblia no habla de la infancia de la Virgen María, pero sí en el Protoevangelio de Santiago, escrito entre los años 130 y 140, y en el libro de la Natividad de María, de entre los años 846 y 849.

Basándose en esos textos, Murillo quiso pintar un posible episodio de la infancia de la Virgen.

Por una parte vemos a santa Ana, la madre de la Virgen María, que ha dejado sus labores de costura y está enseñando a su hija a leer.

Por otro lado vemos un estudio arquitectónico por parte del pintor, con columnas y balaustradas que sitúan la escena en una terraza, verdaderamente irreal en Nazaret de la época de la Virgen, pero no por ello deja de ser un lugar ideal.

Y por otro lado, vemos un espacio del Cielo, del que salen dos ángeles que se disponen a colocar una corona de flores en la cabeza de la Virgen Niña.

Si te fijas bien, querido Diario, verás muchos detalles que demuestran la maestría que tenía Murillo con la pintura. Mira la cesta de costura que está a los pies de santa Ana. Con qué arte dibuja el mimbre de la cesta. Verdaderamente es un magnífico fragmento de naturaleza muerta.

La guirnalda de flores que transportan los ángeles para coronar a la Virgen es espectacular. Con qué delicadeza la pinta... desde mi punto de vista, claro.

¿Y qué me dices de las ropas, querido Diario? Qué estudio hace Murillo sobre los pliegues de las telas. Para mí, es un trabajo impresionante.

O el cariño que se aprecia en los rostros de santa Ana y, sobre todo, de la Virgen Niña. Con qué dulzura se miran...

No sé si se nota, pero es que a este cuadro le tengo mucho cariño porque hay una réplica de él en la capilla de la Virgen del Val, la patrona de mi ciudad, Alcalá de Henares, dentro de la Catedral Magistral. Y hace un año, más o menos, como guía de la Catedral di una conferencia sobre esa capilla y tuve que hablar de este cuadro, de la copia y del original. Y mientras preparaba la charla, me enamoré del cuadro.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía del cuadro Santa Ana enseñando a leer a la Virgen - hacia 1655 -, de Bartolomé Esteban Murillo, que se puede contemplar en la sala 16).

martes, 12 de diciembre de 2017

Querido Diario, 12 de diciembre de 2017

Querido Diario:

¿Sabes? Los vigilantes de sala del Museo del Prado llevamos un... cómo lo llaman oficialmente... ya, un radio-transmisor. O sea, un walkie talkie de toda la vida. ¿Y por qué te cuento esto, querido Diario? Pues porque lo utilizamos todos los días para comunicarnos con nuestros compañeros y con los demás departamentos del Museo.

Por otro lado tienes que saber que, dentro de los protocolos de actuación para incidencias, cuando encontramos un objetos personal extraviado en una de nuestras salas, tenemos que recogerlo y avisar al departamento que los gestiona para que le den tratamiento de objeto perdido.

¿Que qué objetos encontramos? Pues de todo, querido Diario. Desde gorros, guantes, gafas de sol, bolsas con objetos comprados en la tienda, cámaras de fotos... sí, nunca he entendido cómo uno puede dejarse olvidado en un banco de un museo una cámara de fotos... o un móvil, o un bolso, o... Pero, bueno, despistes los tenemos todos.

Me acuerdo que un día, una compañera llamó a "objetos perdidos". Bueno, el departamento no se llama así, pero prefiero no decir su nombre verdadero. Gracias por aceptarlo, querido Diario.

Pues como te decía, un día una compañera llamó a "objetos perdidos".

-Departamento de objetos perdidos, ¿me recibe?

-Adelante para "objetos perdidos".

-En la sala 28 me he encontrado una braga de colores. Cuando pueda la llevo al departamento.

-Gracias... de cuello, ¿verdad?

-Efectivamente.

Me explico, sobre todo para los posibles "cotillas" que leen este mi diario allá por Hispanoamérica, porque el lenguaje es común pero tiene pequeñas diferencias.

Y es que, por lo menos en España, una braga, aparte de ser una prenda interior femenina, que cubre la parte inferior del tronco y tiene dos aberturas en las piernas, es una especie de tubo de tela o lana que sirve como bufanda, y que, sobre todo,  la suelen utilizar los motoristas.

Imagínate, querido Diario, una braga, prenda interior femenina, perdida en el Museo... ¿cómo se perdería? Prefiero no saberlo, jejeje. Y si me la encuentro, ¿la recogería para llevarla a "objetos perdidos"? Uhmmmm... no sé qué decirte qué haría, jejeje. Prefiero no imaginármelo.

Por suerte, lo que se encontró mi compañera era una braga... de cuello.

¿Sabes, querido Diario? La braga, como prenda interior, la usaban los pueblos bárbaros, es decir, los persas, galos, suevos, germanos,... y se llamaban "braccae". Y cuando los romanos los conquistaron vieron que esas prendas eran más cómodas y más útiles que sus "fasciae" que eran unas vendas que cubrían sus piernas. Y fueron adaptándose a ellas poco a poco. Eran como los calzoncillos de nuestros abuelos, hasta los tobillos. Bueno, había otros que eran hasta las rodillas.

Las bragas "romanas" se utilizaron hasta el siglo XIV, que ya solo las utilizaban las gentes del pueblo. Los nobles sustituyeron las bragas por calzas. Estas calzas iban desde la cintura hasta el pie, y algunas veces se reforzaban con una suela de cuero o madera. Es lo que ahora llamaríamos unos pantis.

¡Ah! Las mujeres también usaban las calzas debajo de las faldas.

Y las bragas hasta las rodillas romanas fueron evolucionando en los calzones, que se colocaban encima de las calzas. Estos calzones también se llamaron "gregüescos". Y, como todo en esta vida, existían modas, según los países. Existe un cuadro, que no está en el Museo del Prado, que se titula Encuentro de Luis XIV y Felipe IV en la Isla de los Faisanes, pintado por Charles Le Brun en 1660, en el que se aprecia la diferencia entre los calzones franceses, que eran muy ampulosos, y los calzones españoles, que eran mucho más severos. ¡Ah! Este cuadro está en el Museo Nacional del Palacio de Versalles, en Francia.

Y lo más curioso, querido Diario, es que las bragas y luego las calzas masculinas llevaban un suplemento que cubría sus "partes pudendas", por llamarlas de una forma fina y elegante, como lo soy yo, jejeje. Este suplemento se llamaba "bragueta" y muchas veces, por no decir todas, era muy aparatoso.

Pero el por qué de la bragueta tiene su historia... las calzas que vestían los hombres estaban abiertas en la entrepierna, de manera que sus órganos genitales quedaban cubiertos solamente por el jubón, es decir, por la chaqueta, que era largo. Y cuando cambió la moda y los jubones se hicieron más cortos, tuvo que aparecer la bragueta para que no se vieran sus "partes pudendas". ¿Te imaginas sin...? Bueno, mejor me callo, querido Diario, que no quiero ni pensarlo, jejeje.

Mucho tiempo después, ya en el siglo XVIII, esa bragueta se sustituyó, primero por unos botones y más tarde por una cremallera.

Y hablando de calzas, calzones y bragueta, esto me recuerda un cuadro que hay en el Museo del Prado... es El príncipe don Carlos, que lo pintó Alonso Sánchez Coello entre los años 1555 y 1559. En este cuadro se aprecia muy bien estas tres prendas.

Por cierto, el pintor Sánchez Coello se portó con dignidad con el príncipe y le pintó demasiado bien, pues físicamente no era tan agraciado, ya que tuvo un desarrollo anómalo de la columna vertebral y de las piernas. Nunca estuvo erguido y cuando andaba, cojeaba. Tanto el bohemio, que es la capa forrada con piel de lince, y jubón amarillo, como su posición frontal, ayudaron a disimular estas malformaciones.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía del cuadro El príncipe don Carlos - 1555-1559 -, de Alonso Sánchez Coello).

domingo, 10 de diciembre de 2017

Querido Diario, 10 de diciembre de 2017

Querido Diario:

Hoy estoy un poco vago y lo que voy a hacer es recuperar un escrito que te hice en mi antiguo "cuaderno", el de Facebook.

Como ayer te comenté cosas de Epimeteo y Pandora, esas dos únicas esculturas que se conocen de El Greco, hoy te voy a hablar de otros dos personajes, pero esta vez pintados en sendos cuadros.

Y es que allá por octubre estuve vigilando unas salas de Alonso Sánchez Coello, entre otros, y también de Durero, ese pintor renacentista alemán que más veces se autorretrató.

Y entre otros cuadros, tuve que cuidar las dos tablas sobre Adán y Eva que pintó en 1507. Preciosas, grandiosas, impresionantes... ¿se nota que me encantan?

Durero las pintó en su Núremberg natal, pero no se sabe el destino original de estas tablas. Y destacan por la idealización y la sensualidad de la figura humana, según el canon clásico. Según dicen los expertos, la eliminación del paisaje de fondo y de cualquier otro motivo que pudiera distraer la atención del observador delata el obsesivo interés de Durero por el estudio de las proporciones del cuerpo.

Y hablando del cuerpo, querido Diario, siempre me ha llamado la atención un tema que se les ha escapado a todos los pintores que han retratado a Adán y Eva. No sé si a otras personas se les habrá ocurrido, pero a mí sí. A lo mejor soy un genio y no lo sé, jejeje.

Bueno, bromas aparte, el tema en cuestión es el ombligo.

Te cuento mi razonamiento, a ver si estoy en lo cierto o no... Según la Biblia, en el libro del Génesis, "... el Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo e insufló en su nariz aliento de vida; y el hombre se convirtió en ser vivo". (Gen 2, 7)

Luego pone que Dios plantó un jardín en Edén y que y colocó en él a Adán. A continuación dice que "Adán puso nombre a todos los ganados, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontró ninguno como él, que le ayudase". (Gen 2, 20)

Entonces "el Señor Dios hizo caer un letargo sobre Adán, que se durmió; le sacó una costilla, y le cerró el sitio con carne. Y el Señor Dios formó, de la costilla que había sacado de Adán, una mujer, y se la presentó a Adán". (Gen 2, 21-22)

Resumiendo, Adán fue creado del barro y Eva de una costilla de Adán. Eso lo tienes claro, ¿verdad, querido Diario?

Pues ahora viene la segunda parte de mi "comedura de coco". El ombligo, según la RAE, y las ciencias naturales, claro, es la "cicatriz redonda que queda en medio del vientre, después de romperse y secarse el cordón umbilical".

Por tanto, si Adán y Eva no salieron del útero de ninguna madre y por tanto no fueron alimentados en la placenta por medio del cordón umbilical, ¿por qué se les pinta con ombligo, con esa cicatriz?

Quiero pensar que el estudio de la medicina de aquella época no estaba tan avanzado como ahora, pero me imagino que ya se sabría qué era el ombligo. Tenían que ver y saber que el ombligo era, una vez seco, el final de ese cordón asqueroso que se unía a esa bolsa fofa que salía junto al bebé. Por tanto, ¿por qué los pintó con ombligo? MEGGGG!!! Fallo por parte de Durero.

La verdad, querido Diario, es que todos los cuadros que he visto sobre Adán y Eva, como los de Jan Brueghel el Joven, Durero, Tiziano, Rubens,... TODOS los han pintado con ombligo.

Repito... MEGGGG!!! Fallo por parte de todos los pintores de Adán y Eva "ombligados".

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía de las tablas Adán y Eva -1507- de Alberto Durero).

sábado, 9 de diciembre de 2017

Querido Diario, 9 de diciembre de 2017

Querido Diario:

Hoy ya puedo decir que estoy de vacaciones. Pero no te preocupes porque no me voy a olvidar de ti. Lógicamente no podré contarte lo que me ha sucedido en el día, pero sí tengo muchos recuerdos anotados para ir contándotelos poco a poco.

Por ejemplo, recuerdo que hace varios días llegué cansadísimo a casa y, la verdad, no me apetecía nada escribir. Soy así de sincero.

¿Que por qué llegué cansadísimo? Pues simplemente porque me tocó de relevos, que ya te expliqué lo que eran el 2 de diciembre. Pues esta vez me tocó vigilar diecisiete salas... pero no todas a la vez, que uno puede ser bueno, pero no para tanto, jejeje.

Y entre tantas, me tocaron vigilar las de El Greco. Y estando en ellas, un señor, después de recorrer las salas, se me acercó.

-¿El Greco?

-Buenas tardes, los cuadros de El Greco están en estas tres salas.

En fin, seguramente le habrían dicho que fuera a ver a este pintor sin conocerle de nada. Porque hay que reconocer que El Greco tiene una pintura muy peculiar, como para no saber qué pinturas son suyas y cuáles no.

También te tengo que decir, querido Diario, que el Museo entrega gratuitamente unos planos para que la gente se oriente. Pero, ¿verdaderamente se orientan? Vale, entiendo que yo he estudiado delineación e interpreto los planos con mucha facilidad. Pero, una cosa es una cosa y otra cosa es otra. Es que, estando en las salas de El Greco se me acercó una chica de veintitantos años largos con el plano en la mano.

-Perdone, ¿El caballero de la mano en el pecho?

-En el plano que tiene pone que está en la sala 8B. Es esa.

-¿Y La Adoración de los pastores?

-Aquí pone que está en la sala 10B. Es aquella.

-¿Y Caravaggio?

-Vamos a ver... aquí pone que está en al sala 6. Según sale de esta sala, a la izquierda. Tercera sala.

-¿Y...?

Y... me marché mientras buscaba otro cuadro en el plano para preguntarme. Vale, estamos para ayudar en lo que se pueda, pero no podemos perder tiempo en indicar dónde están todos los cuadros, porque mientras lo hacemos, alguien puede hacer cualquier cosa a una pintura y nosotros no darnos cuenta. Y nuestro principal trabajo no es ser un punto de información, que lo tenemos que ser, pero escuetos, sino que es velar por la seguridad de las obras de arte expuestas en las salas a nuestro cargo.

¡Ah! Sobre el tema de las fotografías me pasaron dos cosas curiosas... por llamarlas de alguna manera, claro.

-Perdone pero no se puede grabar en el Museo.

-No estoy grabando a las obras, estoy grabando a los niños.

-Ya, pero está grabando y está prohibido hacerlo dentro del Museo.

Por no decirle que su niño, por el mero hecho de que le estaban grabando, casi toda un cuadro. Pero, bueno, a veces viene bien callarse algo, porque al final, el vigilante es un intransigente y un mal educado.

Lo que sí fue gracioso, querido Diario, es que vi a dos chicas, jóvenes, de unos dieciocho años haciéndose un selfie.

-Perdonen,...

-Sorry.

-... no se puede hacer fotos.

O sea, que me pedís disculpas sin saber qué os voy a decir. Eso solo significa una cosa, que sabíais que no se podía hacer fotos y que os he pillado con las manos en la masa... digo... en la cámara. Luego me estuve riendo por dentro un buen rato por la cara que pusieron cuando me acerqué a ellas.

Bueno, te voy a hacer una pregunta, querido Diario, a ver si la aciertas... ¿Cuántas esculturas de El Greco tiene el Museo? Me refiero no a las esculturas sobre El Greco, sino a las que él hizo, las que él talló.

Ehhh!!! Te he pillado. Esta es una de las preguntas que cayeron en el examen de la oposición. Pues la respuesta es... dos.

Cuando las ves, al primer impacto, te crees que son Adán y Eva, pero qué pintaba Adán con un gorrito en la cabeza y una especie de jarrón en la mano. Por lo menos uno de los dos tendría que tener una manzana. Pues no la tienen porque no son ellos, sino Epimeteo y Pandora. Estas esculturas de madera policromada las hizo Doménikos Theotokópoulos, más conocido por El Greco, entre los años 1600 y 1610. Son relativamente pequeñas... Adán... digo... Epimeteo mide 44 centímetros de altura y Pandora es más pequeña, de 43 centímetros.

¿Que quiénes son estos buenos señores? La verdad es que es un señor y una señora... y pareja con una hija.

Según la mitología griega, Epimeteo era hermano de Prometeo. Los dos actuaban como benefactores de la humanidad. Prometeo era ingenioso e inteligente y Epimeteo, nuestro protagonista, se le representaba como el tonto de los dos. Epimeteo se unió a Pandora y tuvieron una hija, Pirra, que unida a Deucalión fueron los padres del género humano después del gran diluvio.

Pero, entre nosotros, querido Diario, se conoce algo más a Pandora que a su pareja. Y es que según el libro "Trabajos y días", del poeta Hesíodo, los hombres eran libres de fatigas y enfermedades, pero Pandora abrió un ánfora que contenía todos los males, liberando todas las desgracias humanas. Hesíodo dice que el ánfora se cerró justamente antes de que saliera la esperanza.

Pero hay "otra versión de los hechos", querido Diario. Y dice que en realidad, el ánfora contenía bienes y no males. Y cuando se abrió, los bienes regresaron a las mansiones de los dioses y los hombres se quedaron afligidos por los males. Y lo único que pudieron conservar era la esperanza.

Dicho lo dicho, una pregunta de Trivial puede ser: ¿Cuántas esculturas talló El Greco? Respuesta, dos.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía de las esculturas Epimeteo y Pandora - 1600-1610 - de Doménikos Theotokópoulos, el Greco).

viernes, 8 de diciembre de 2017

Querido Diario, 8 de diciembre de 2017

Querido Diario:

Hoy, es día festivo y he librado en el Museo. Para los católicos hoy es la festividad de la Inmaculada Concepción. Y este es un buen momento de hablarte de este dogma según algunos cuadros del Museo. Es que esta temática se ha repetido durante los siglos, curiosamente, sin ser dogma oficial.

El culto a la Inmaculada Concepción empezó en el siglo XVII, a raíz de una polémica entre los defensores y detractores de esta devoción mariana que tuvo lugar en Sevilla en 1616. A partir de ese momento la ciudad hispalense se convirtió en un foco de concepcionistas que se difundió poco a poco por todo el país.

Y lo curioso de todo es que se declaró Dogma de Fe más de 235 años después de esa polémica. Este Dogma fue proclamado por el papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, con la Bula llamada "Ineffabilis Deus".

¿Que qué significa Inmaculada Concepción? Pues es muy sencillo, querido Diario, pero a la vez lioso. Me explico... mucha gente cree que la Inmaculada Concepción se refiere a que cuando concibió a Jesús en su seno fue "sin conocer varón" y limpia de pecado, si fuese pecado concebir, claro. Pero ese no es el significado correcto. El Dogma de la Inmaculada Concepción establece que María, ella, fue concebida sin mancha de pecado original, que es muy distinto a la idea anterior.

Es más, el Papa, en su Bula con nombre complicado, lo dice claramente. Te copio el texto original para que lo comprendas mejor, querido Diario.

"Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del genero humano, preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios, por tanto, debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles".

Bueno. Como comprobarás, querido Diario, te he puesto una fotografía con tres cuadros.

El primero se titula, como no, La Inmaculada Concepción, y lo pintó Francisco de Zurbarán entre los años 1628 y 1630. Es el cuadro más antiguo que tiene el Museo sobre esta devoción.

Se ve a una Virgen María niña y estática sobre una media luna y, curiosamente sobre lo que estamos acostumbrados a ver, no aparece rodeada de cabezas de ángeles. La Virgen está con las manos unidas en oración y rodeada por los símbolos de las letanías que recuerdan las virtudes que la acompañan. Estos símbolos son: Puerta del Cielo, Torre de David, Casa de oro, Espejo de justicia, Estrella de la mañana y un sexto que no aclaro de verlo bien.

¿Que por qué está sobre una media luna? Pues porque es una cita de la Biblia, querido Diario. Para ser más exacto, del libro del Apocalipsis, escrito por San Juan (Ap 12, 1). Y dice así:

"Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza".

Fíjate bien, querido Diario, que la Virgen, en este cuadro va vestida, no del sol, sino con una túnica rosa y un manto azul verdoso. Luego verás el porqué te digo que te fijes en este detalle. Es cierto que no va vestida del sol, pero se aprecia perfectamente que está iluminada de tal manera que parece que la Virgen misma es el propio sol.

El segundo cuadro se titula La Inmaculada del Escorial porque se pintó, como su propio nombre indica, para ser colocado en la iglesia del Monasterio del Escorial. Lo pintó Bartolomé Esteban Murillo entre los años 1660 y 1665.

En este cuadro se ve a la Virgen María joven, pero no tan niña como la de Zurbarán. Ya no tiene esos símbolos de la letanía porque los consideraba arcaizantes, es decir, antiguos. Vemos a la Virgen pisando la media luna  y siendo elevada al Cielo por unos ángeles niños rodeada de una atmósfera de nubes. Este cuadro combina dos temas: la Concepción de la Virgen María y la Asunción en cuerpo y alma al Cielo. ¿Te acuerdas qué te dije el 2 de diciembre? Asunta... que es ayudada a subir al Cielo, a diferencia con la Ascensión, que es ascender "solo", sin ayuda.

Ahora fíjate en el color de la ropa de la Virgen. Ya es el que todos reconocemos, túnica blanca y manto azul. Y es que Murillo fue el que decidió e "impuso", sin saberlo ni quererlo, que las futuras Inmaculadas se pintaran con esos colores.

A Murillo de gustó mucho este tema de la Inmaculada Concepción, aparte de que lo bordaba, claro. No se sabe cuántos cuadros pintó sobre esta temática, pero sí sé que el Museo del Prado tiene cinco cuadros sobre la Inmaculada pintados por don Bartolomé Esteban... Murillo para los amigos.

Y el tercer cuadro se titula... chan, tatachán...

-La Inmaculada Concepción.

¿Cómo lo has acertado, querido Diario? Pues sí, se titula La Inmaculada Concepción y lo pintó Francisco de Goya y Lucientes entre los años 1783 y 1784.

Sí, querido Diario, Goya también pintó temas religiosos. Este es un de ellos, pero tiene algunos cuadros más. No muchos, pero alguno. Ya te lo comentaré otro día.

Este cuadro es un boceto para más tarde pintar otro más grande para el altar mayor de la iglesia del Colegio de la Inmaculada de la Orden de Calatrava, en la Universidad de Salamanca. Pero este cuadro ya no podemos contemplar porque fue destruido en la Guerra de la Independencia, entre los años 1808 y 1812.

Vemos a la Virgen María que está rezando, como los demás cuadros, y pisando la media luna, rodeada ésta por unos ángeles. Y si te fijas bien, querido Diario, uno de los ángeles, el de nuestra izquierda, tiene en las manos un lirio, que es el símbolo de la pureza... Inmaculada... in-mácula... sin mancha.

Lo que diferencia este cuadro de los otros es que Goya pintó sobre María a Dios Padre queriendo abrazar a la Virgen, la mujer que sería, y es, madre de su hijo Jesucristo, Dios Hijo, por medio de Dios Espíritu Santo.

Y, fíjate bien, querido Diario, que lleva las ropas según marcó tendencia Murillo, como en las pasarelas de moda actuales.

Ahí lo dejo, querido Diario.

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Querido Diario, 6 de diciembre de 2017

Querido Diario:

Hoy como ha sido el día de la Constitución, fiesta nacional, el día en el Museo ha sido largo. Y me ha tocado vigilar parte de la galería principal de la planta primera, donde están los cuadros de, entre otros, Tintoretto.

Pero lo más sangrante en el día de hoy no han sido los cuadros. Ha sido la mesa.

¿Que de qué mesa te hablo?

Te cuento... en medio de la sala 26 hay un tablero de mesa de don Rodrigo Calderón, del año 1600, hecho de paragone con incrustaciones de alabastro, mármol africano, mármol blanco, mármol polícromo y lapislázuli, soportado por cuadro leones de bronce dorado. Es lo que se llamamos una mesa de piedras duras, aunque, verdaderamente, la única piedra dura de la composición es el lapislázuli.

¿Que por qué es tan importante esta mesa de don Rodrigo Calderón? Bueno, simplemente porque este buen hombre fue el gran favorito del Valido del rey Felipe III, el todopoderoso Duque de Lerma. Algo de importancia tendrá, entonces, su mesa. Digo yo.

¿Que por qué ha sido sangrante el día de hoy con la mesa? Pues simplemente porque no me acordaba que tenía tanto éxito... era como un imán de manos. Aun teniendo una catenaria alrededor, es decir, una cuerda que separa la mesa del visitante, un hombre se ha apoyado con las dos manos para estirarse más sobre la mesa, para ver mejor el centro. Otro se ha puesto a tamborilear con las dos manos encima de la mesa.

-No tocar, por favor. Don't touch, please.

-Perdón, perdón. Es que estaba muy distraido.

-No hace falta que me lo jure. Distraído, un rato.

Bueno, esto último no se lo he dicho, solo lo he pensado, pero ganas de decírselo... un rato.

En fin, como te he dicho al principio, querido Diario, el día ha sido largo, y muy cansado. Creo que ya te dije que tenemos unas sillas para que los vigilantes nos sentemos, pero a mí no me gusta hacerlo. Me siento raro. De todas formas, cada vez que me siento se aplica la Ley de Murphy.

Hoy me he sentado por primera vez sobre las tres y media de la tarde, más o menos, porque no había nadie en la sala. Y cuando digo nadie, es nadie. Pues me siento y, Ley de Murphy, a los treinta segundos una señora pasa al lado de la famosa mesa de don Rodrigo Calderón arrastrando la mano encima del tablero. Rápidamente uno se levanta para "informarle" que no se puede tocar la mesa. Y ya que estás de pie... ya no te sientas.

Al poco tiempo me he sentado una segunda vez y, Ley de Murphy, a los treinta segundos veo a una pareja de dos chicas jóvenes, una de ellas haciendo una foto a la otra. Y como era una panorámica de toda la galería, yo iba a salir en ella... sentado. Y, claro, no es lo suyo. Pues levántate y vete e informarles que no se pueden hacer fotos en el Museo. Y ya que estás de pie... ya no te sientas.

Pero como estaba cansado, me he sentado una tercera vez y, Ley de Murphy, a los treinta segundos un señor que sale de otra sala se dirige directamente a mí y me pregunta.

-Por favor, el aseo más cercano.

Lógicamente uno, por educación, se levanta y contesta.

-Están cerca. Al pasar las columnas, a la izquierda hay una escalera. Bajando dos tramos están los aseos más cercanos.

-Gracias.

Y se va hacia el otro lado.

-Pues no tendrá muchas ganas de mear.

Lo siento, me ha salido del alma. Y esto sí lo he dicho, pero en voz baja. Aunque lo hubiese dicho en voz alta no hubiera pasado nada porque no había nadie. Y como ya estás de pie... ya no te sientas.

Pero decir cansado es poco. Estaba incluso más, y me he sentado por cuarta vez y, Ley de Murphy, a los treinta segundos una pareja me ha preguntado.

-Perdone, ¿la segunda puerta?

Y yo me he quedado a cuadros...

-Una y dos... esa.

-Es la de los ascensores.

-Ah, entonces es aquella... la tercera.

Eso, sí, no me he levantado. Sé que lo he hecho mal, pero era un reto que tenía contra Murphy.

Aunque de poco me ha servido porque cuando estoy sentado me siento incómodo. Ver pasar a la gente mientras tú estás sentado no me convence. Y me he levantado. Y como ya estás de pie... ya no me he sentado más.

Bueno, de pintura todavía no te he hablado, querido Diario. Pues de todos los cuadros que tienen estas salas que me han tocado vigilar hoy, el que tiene más éxito es El lavatorio, pintado por Jacopo Robusti Tintoretto entre los años 1548 y 1549.

Representa el pasaje del Evangelio de San Juan (Jn 13, 12-15) en donde Jesús lavó los pies a sus apóstoles antes de la Última Cena.

Pero en el centro de la escena, donde se suele pintar lo más importante, está un perro. ¿Eso es lo más importante?, te preguntarás, querido Diario. Pues claro que no. Lo que pasa es que Tintoretto puso a los personajes pensando en el punto de vista del espectador.

Me explico... este cuadro estaba pensado para colocarlo en el lado del Evangelio del altar mayor de la iglesia de San Marcuola, en Venecia. Es decir, el lado del Evangelio es el lado izquierdo según se mira al altar. Eso significa que la mejor vista no era de frente al cuadro sino desde el altar. Por tanto como mejor se veía, y se ve actualmente, es desde su lado derecho. Por eso, si el cuadro se ve desde ese ángulo, pasan dos cosas. La primera es que se ordenan los personajes, pues al primero que se ve es a Jesús lavando los pies a Simón Pedro ayudado por el discípulo amado, es decir, Juan el evangelista. Y por detrás se ven los demás apóstoles.

Pero te he dicho que pasan dos cosas si se ve desde la derecha. Pues la segunda es que se ve, por la perspectiva del suelo, una habitación muy larga, con la arcada del fondo, muy lejos.

Y lo curioso es que se ve el cuadro desde la izquierda, lo primero que se ve es a un apóstol quitándose las cintas de las sandalias, y lo segundo es que se ve, por la perspectiva, una sala mucho más pequeña.

No sé si mirando desde un lado y del otro de la pantalla del ordenador se apreciará igual que con el original, querido Diario... Solución: tienes que venir al Museo del Prado para verlo "in situ". Te espero. Bueno, a ti no, querido Diario, pero a los cotillas que te leen, sí los espero.

¡Ah! Se me olvidaba. En la puerta del Museo hay unos guías, que por cierto no pertenecen al Museo, sino que son autónomos y el Prado les deja hacer su oficio...

Como te iba diciendo, que me pierdo, en la puerta del Museo hay unos guías que enseñan las obras más importantes y, lógicamente, llevan a los visitantes que le han contratado a ver este cuadro de El lavatorio. Y les cuenta otro detalle. Yo a este detalle le llamo "el paseillo". Y es porque les comentan que si van andando de un lado al otro del cuadro, mirando a la mesa, se ve como "se mueve", siguiendo al espectador. Y entonces ves al grupito de visitantes andando delante del cuadro. Chin, chin, chin, chin,...

-¡Anda! Pues es verdad. Se mueve.

En fin, verdaderamente no se mueve, so... visitantes engañados. La pintura está más quieta que una lagartija en una tapia en pleno agosto. Es un efecto óptico y parece que se mueve. Pero eso sucede, no solo en este cuadro, sino en cualquier cuadro en el que el personaje te esté mirando directamente, que parece que te sigue con la mirada. Es igual que con el cuadro del Retrato ecuestre del duque de Lerma, de Rubens, que parece que el caballo gira siguiéndote la mirada.

Ese efecto óptico sucede en el cuadro de El lavatorio y en muchos más.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía del cuadro El lavatorio - 1548-1549 -, de Jacopo Robusti Tintoretto, que se puede contemplar en la sala 25).

lunes, 4 de diciembre de 2017

Querido Diario, 4 de diciembre de 2017

Querido Diario:

Hacía mucho... ¿a que no sabes que sala me a tocado vigilar hoy? ¡¡¡Sí!!! La sala 12, la de Las meninas. Me imagino que desde que dije que me gustaba la sala 12, me la dan de vez en cuando para contentarme y, sobre todo, para contentar a los demás vigilantes. Si me toca a mí, no les toca a ellos... y todos felices.

Pues hoy me ha pasado algo que nunca había visto. Y es que estaba tan tranquilo, bueno, tranquilo relativamente pues en la 12 nunca se está tranquilo, cuando aparecen unos alemanes con una cámara de televisión y un micrófono de ambientación, estilo jirafa. Menos mal que venían con una compañera. Eso significa que estaban autorizados a grabar... y dicho y hecho, se han puesto a grabar al cuadro de Las meninas. Luego han llegado tres niñas españolas, las han puesto un micrófono, las han sentado en el suelo y las han estado grabando hablando sobre el cuadro. Ellas solo tenían que mirar al cuadro y dar su opinión sobre él.

Menos mal que han ido cuando menos gente había, pues si no hubiese sido muy difícil controlar a los demás visitantes.

Luego me he enterado que eran del Canal Arte, un canal de televisión franco-germano, y que estaban haciendo un documental sobre este cuadro. Por lo visto se emitirá en Francia, Alemania, Suiza... y por internet.

Ya lo buscaré.

Bueno, querido Diario, esa ha sido la anécdota del día. La verdad que cuando he empezado a vigilar la sala he estado pensando sobre qué cuadro hablarte hoy. Y, sinceramente, tenía pensado hacerlo de dos, pero en honor a esas tres niñas, me voy a sentar mentalmente con ellas y voy a hablarte sobre Las meninas.

Ya lo sé. Ya recuerdo que te hablé de este cuadro cuando te comenté el porqué no se pueden hacer fotografías. Creo que fue el 27 de octubre. Y también te hable de los cuadros que hay al fondo de la sala en Las meninas. Ese día fue el 31 de octubre.

Pues hoy te voy a comentar otro tema distinto, si te apetece, querido Diario.

Bien, pues empiezo... si te fijas bien en el cuadro de Las meninas, encima de la cabeza de la infanta Margarita, que es la niña rubia vestida de blanco, y de la cabeza de María Agustina Sarmiento, que es la menina que ofrece agua en un búcaro a la infanta...

¿Que qué es una menina? Bien, empecemos diciendo que en el cuadro solo hay dos meninas. Es que muchos visitantes se creen que los cinco personajes que están en primera fila, sin contar el perro, claro, son las meninas. Y meninas solo son las dos jóvenes que están junto a la infanta Margarita, que es la hija de los reyes. ¡Ah! Sí, que me enrollo y no te lo explico, querido Diario. Las meninas eran unas damas de compañía de la infanta, que la atendían, la acompañaban y la distraían en los momentos de ocio.

¿Y que qué es un búcaro? Me estás atosigando, querido Diario, jejeje. Bueno, verdaderamente el búcaro era una tierra roja arcillosa, que se traía primitivamente de Portugal, y se usaba para hacer vasijas que se estimaban por su olor característico. Y cuando se hablaba de un "búcaro", sin más, no se referían a la arcilla como tal, sino a la vasija hecha con ese material que se usaba principalmente como jarra para servir agua.

Y no me preguntes más, querido Diario, que si no, no avanzo.

Como te iba diciendo, encima de las cabezas de la infanta Margarita y de la de Agustina Sarmiento parece que hay un cuadro. Pues sí, pero no. No es un cuadro, sino un espejo.

-¿Un espejo?

Sí, un espejo, querido Diario. Y en él se ven reflejados dos personajes. Pues no son ni más ni menos que los mismísimos reyes, Felipe IV y Mariana de Austria, los padres de la infanta.

¿Que como lo sé, si se ven dos bultos solamente? Pues por dos motivos. Uno es que se medio vislumbra que son ellos. Te he puesto una fotografía de Las meninas junto a otros cuadros de Velázquez, el retrato del rey Felipe IV y un detalle del cuadro de La reina doña Mariana de Austria, que son muy parecidos a las siluetas del espejo.

Pero te he dicho que hay dos motivos. El segundo es la posición de la otra menina, que por cierto se llamaba Isabel de Velasco. Si te fijas bien, la menina Isabel está como haciendo una reverencia. Eso era señal de que los reyes hacían acto de presencia ante ellas.

Es como si los reyes fueran unos personajes que están contemplando la escena que Velázquez estaba pintando.

Los reyes estarían donde están los visitantes al contemplar el cuadro.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografías de los cuadros Las Meninas - 1656 -; Felipe IV - hacia 1653 - y La reina doña Mariana de Austria - 1652-1653 - de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez).

domingo, 3 de diciembre de 2017

Querido Diario, 3 de diciembre de 2017

Querido Diario:

Hoy no he ido a trabajar porque libraba, pero no por eso te dejo de escribir. Y es que ayer, estando vigilando unas de las muchas salas que me tocaron, se me acercó una joven... veintipocos años, calculo yo, y me preguntó por un cuadro.

-Perdone, ¿sabe donde están "los bebedores" de Velázquez?

Ante ese arranque de pregunta te dan ganas de contestar "sí, lo sé", y quedarme más ancho que largo... todavía más ancho de lo que soy, jejeje.

Pero en estos casos hay que se un buen profesional y contestar con toda la educación que tengo.

-Me imagino que se referirá a Los borrachos de Velázquez.

-Sí, a esos.

-Pues está en esta línea de salas. Sin contar ésta, la tercera. Está en la sala 10.

Y se fue tan contenta. Ella sí, pero yo me quedé desanimado, pensando.

-¿De verdad no sabía el nombre de Los borrachos? Puedo entender que no supiera que también se llama El triunfo de Baco, pero no saber lo de Los borrachos... no me entra en la cabeza. Algo se me escapa.

Pero, bueno, a lo nuestro, que es explicarte, si quieres, querido Diario, algo de este cuadro.

Pues empiezo... estamos en lo que se llama la "primera época" de Velázquez, en las vísperas de su primer viaje a Italia, cuando llevaba poco más de cinco años de trabajo al servicio del rey y acababa de conocer a Rubens.

Era la primera vez que pintaba un tema mitológico y para ello cogió a tipos humanos propios de sus años en Sevilla.

Si miras bien el cuadro, querido Diario, verás a un personaje principal, que es Baco. Este dios dio al pintor la oportunidad de representar uno de sus primeros desnudos masculinos. A la izquierda del dios, según miramos nosotros, claro, hay un sátiro desnudo que levanta una copa de cristal.

¿Que qué es un sátiro? Pues es un personaje mitológico con aspecto de hombre y con orejas y patas de cabra y cola de caballo o de chivo. Esta clase de personajes solían seducir a jóvenes.

Bien, sigo... a la derecha del dios Baco, desde nuestra perspectiva, hay cuatro hombres medio borrachos con capas pardas y un mendigo en último plano. Y delante de este grupo de gente está un joven que se encuentra de rodillas y está siendo coronado por Baco.

Si te fijas bien, a la izquierda, según miras al cuadro, están los seres del mundo mitológico y a la derecha, los seres del mundo real.

Me imagino que te preguntarás, querido Diario, qué historia está detrás de este cuadro. ¿Qué ha querido decir Velázquez con esta pintura? Pues no eres el único que se lo pregunta, jejeje.

En un principio se creía que era una especie de desmitificación, o incluso burla, a la fábula clásica. Pero últimamente se está interpretando el cuadro como una alegoría sobre el vino, que no solo alegra el ánimo de las personas, sino que también sirve para la creación poética.

-¿Quéééé?

Sí, querido Diario, en la época de Velázquez muchos escritores españoles se pimplaban un poco, o un mucho, para tener creatividad poética. Algo parecido a los Beatles, pero estos se metían en el cuerpo otras sustancias "creadoras".

¿Que cómo han decidido que la interpretación del cuadro es una alegoría al vino? Pues muy sencillo, querido Diario. Si te fijas bien, la la corona que está colocando el dios Baco al joven arrodillado no es de vid, como la que luce él mismo en su cabeza, sino que es de hiedra, que es un atributo con el que se relacionaba antiguamente a los poetas.

¡Ah! Se me olvidaba, querido Diario. ¿Has visto la "mancha" marrón que está en la esquina inferior izquierda. Si te fijas bien es la silueta de otro hombre que tiene una corona de hiedra... y que está observando la escena.

¿Podría ser una prolongación de nosotros mismos, simples espectadores "borrachos" de Los borrachos?

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía del cuadro Los borrachos, o El triunfo de Baco - 1628-1629 -, de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, que se puede contemplar en la sala 10).