sábado, 13 de octubre de 2018

Querido Diario, 13 de octubre de 2018

Querido Diario:

Hoy me han pasado tres cosas que no sé como calificarlas. Te cuento y opina tú...

La primera fue casi nada más empezar la jornada. Se me acercó una mujer alemana, de unos treinta y cinco años, y en español "chapurreado" me preguntó...

-Hola, ¿cómo estás? Quiero ver... el lavatorio... de mujeres. Y después quiero ver... Rembrandt.

La verdad, me pilló despistado y en una décima de segundo pensé...

-Yo solo conozco El Lavatorio de Tintoretto, pero es de Jesús con los apóstoles.

Es más, se me vino a la cabeza un "lavatorio de mujeres" que se titula El baño turco, de Jean-Auguste-Dominique Ingres, pero, claro, está en el Museo del Louvre. Hasta que me dí cuenta...

-Claro, lavatorio, baño turco... me está preguntando por el aseo.

Y sin más le expliqué cómo llegar al aseo más cercano y cómo ir luego a ver el cuadro de Rembrandt. Espero haber acertado.

El segundo hecho ha sido poco tiempo después. Estaba una chica de unos veinte años haciendo fotografías. Me acerco a ella y digo...

-No foto, por favor.

Ella me miró con cara de pocos amigos...

-In English? (¿En inglés?)

Y sin pensármelo le digo...

-No foto... please.

Y sé que me entendió perfectamente.

Pero algo parecido me pasó ayer. En ese caso había un grupo de cuatro jóvenes de unos veinticinco años, dos de ellos haciendo fotografías. Me acerqué a uno de ellos y le dije...

-No foto, por favor.

Y él, ni corto ni perezoso, me dijo en perfecto castellano...

-No hablo español.

Y le dije, igual que hoy...

-No foto, please.

Sé que me entendieron todos a la primera. Estoy seguro.

Y la tercera historia ha sido la más rocambolesca de todas. Te tengo que decir, querido Diario, que sucedió unos cinco minutos después de volver del descanso. Estaba vigilando en la sala cuando un señor hispanoamericano, de unos cuarenta años se me ha acercado y me ha dicho...

-¿Es de usted el aroma que me llega?

-Ehm... no sé.

-¿Qué aroma lleva?

-Ehm... es una colonia de marca blanca... del Ahorramás... de bebé.

-Sí, de bebé. Es peculiar. Me gusta. Gracias y perdone.

Sin comentario... pero, verdaderamente, ¿le habrá gustado el olor de mi colonia o quería ligar conmigo? He alucinado.

¡Ah! Como te he dicho antes, querido Diario, sucedió unos cinco minutos después de volver del descanso. Y es que, lo reconozco, cada vez que voy al vestuario me "ducho" en colonia. Manías de uno. Por eso uso colonia de bebé barata... porque un litro me dura solo un mes. Si no, me arruinaría con mi "aroma" tan embaucador, jejeje.

Y hablando de olores, pensando sobre qué obra de arte hablarte hoy, me he recorrido todas las esculturas de mis salas buscando la que tuviera la nariz más grande. Y la escultura ganadora es... el busto de El rey Carlos IV, esculpido por Ramón Barba en el año 1815.

Si bien recuerdo, su padre el rey Carlos III tenía unas narices más grandes, pero al no tener ningún cuadro ni ninguna escultura de él en mis salas, nos conformaremos con las de Carlos IV, que también son hermosotas. ¿No te parece, querido Diario?

Mirando la escultura, sin fijarnos en la nariz, aunque nos cueste, vemos que el rey aparece como si fuese un emperador romano, con la corona de laurel y un manto clásico.

No puedo decirte nada más sobre el busto, querido Diario, pero sí de su autor...

Ramón Barba estudió en la Academia de San Fernando, al mismo tiempo que trabajaba como tallista para la Casa de Osuna. Cuando terminó los estudios, allá por el año 1797, viajó a Roma. Durante esta etapa romana, se convirtió en uno de los escultores más influyentes de la primera generación de artistas españoles en Roma.

Desde 1801 hasta 1808 fue pensionado por el rey Carlos IV y, cuando éste se instaló en Roma en 1812, después de su exilio francés, Barba se convirtió en su Escultor de Cámara.

Más tarde, en 1822 regresó a España, más preciso, a Madrid, y un año después fue elegido Académico de San Fernando. Y algo más tarde, en el año 1830, fue nombrado Escultor de Cámara del rey Fernando VII.

¡Ah! Ramón Barba fue, además, el autor de los dieciséis medallones que hay en la fachada oeste del Museo, es decir, en la fachada donde está la estatua de Velázquez sedente. En estos medallones están representadas las caras de los grandes artistas españoles de todos los tiempos. En la selección entraron cinco arquitectos, cinco escultores y seis pintores...

Los arquitectos son Pedro Pérez, toledano del siglo XIII, más conocido como Petrus Petri, Ventura Rodríguez, Juan de Herrera, Juan de Toledo y Pedro Machuca.

Los pintores, Juan de Juanes, Claudio Coello, Bartolomé Esteban Murillo, Diego Velázquez, Francisco Zurbarán y José de Ribera.

Y los escultores son Alonso Cano, Alonso Berruguete, Gaspar Becerra, Gregorio Fernández y José Álvarez Cubero.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía de la escultura El rey Carlos IV - 1815 -, de Ramón Barba, que se puede contemplar en la sala 75).

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