miércoles, 9 de mayo de 2018

Querido Diario, 9 de mayo de 2018

Querido Diario:

Ayer 8 de mayo no te lo quise contar para no "ensuciar" el tema de la presentación del cuadro de Federico de Madrazo. Pero hoy te lo tengo que contar...

Sabes que una norma del Museo es la prohibición de hacer fotografías. Soy consciente que es una norma polémica, pero norma es y, por tanto, debe ser cumplida. Los vigilantes no las ponemos, simplemente somos informadores de las normas e intentamos que los visitantes las cumplan.

También es cierto que sobre el tema de las fotografías, yo no me "sulfuro". Muchas veces, aunque esto no te lo debería contar, querido Diario, cuando veo a un fotógrafo "despistado" voy despacio hacia él, espero que haga la fotografía y luego le informo que no se pueden hacer. ¿A quién no le gusta llevarse el recuerdo de una fotografía de su visita a una ciudad que no es la suya, si nunca va a volver?

Pero ellos deben darse prisa, claro. Recuerdo que una vez una joven estaba haciendo una fotografía a sus padres delante de un cuadro, fui despacio hacia ella, me crucé de brazos a su lado, esperando a que hiciese la foto y ella zoom para delante, zoom para detrás, hasta que ya no pude más...

-Perdone, ¿va a hacer la foto ya? Es que en el Museo no está permitido hacer fotografías, pero me han recordado a mis padres y le estaba dejado. Pero ya no. Lo siento, pero no se puede hacer fotografías en el Museo.

Y es que sabemos que una fotografía no daña a los cuadros, solo cuando salta el flash. Por esas veces que saltaba el flash, que eran muchas, y siguen siendo muchas a pesar de la norma, ya no se puede hacer fotos en el Museo.

Pero lo de ayer me mosqueó... es más, me cabreó. Te cuento...

Estaba vigilando mis salas cuando vi a mi lado a una mujer de unos treinta años intentando hacer una fotografía. Estaba a su lado y no tenía "excusa de tiempo" para dejarla...

-Buenas tardes, le informo que no se pueden hacer fotografías en el Museo.

Ella no dijo nada y mirándome a los ojos cerró la tapa del móvil. Yo me giré para marcharme pero, no sé por qué, pues no lo suelo hacer, al segundo me dí media vuelta... y vi que estaba haciendo a escondidas la fotografía al cuadro. Y ahí fui poco correcto, lo reconozco, pero salté...

-Le acabo de informar que no se puede hacer fotografías, me doy media vuelta y la hace. ¿Es que se quiere reír de mí?

Y otra mujer que estaba a mi lado dijo...

-Es indignante. Se lo dice y no le hace caso. Es alucinante.

Insisto que una fotografía  no perjudica a las obras de arte, pero lo que no consiento es que se rían de mí y de mi trabajo. Yo solo estoy para informar y para que se cumplan las normas del Museo. Pero soy humano y me merezco un respeto.

Pero no creas que se inmutó, querido Diario. Se quedó un buen rato con la cámara encendida. Eso sí, yo no me aparté de ella hasta que no se marchó de mis salas.

En fin, cambiando de tema, me imagino que te preguntarás qué cuadro fotografió. Pues era Amalia de Llano y Dotres, condesa de Vilches, que pintó Federico de Madrazo y Kuntz en el año 1853. ¡¡¡Otro cuadro espectacular!!!

Sobre la biografía de la retratada, te puedo decir, querido Diario, que Amalia de Llano y Dotres tenía treinta y dos años cuando Federico de Madrazo la retrató. A que parece mucho más joven. Si me dicen que tenía dieciocho años me lo creería...

Se había casado hacía catorce años, en 1839, con Gonzalo José de Vilches y Parga, que desde 1848 sería el I conde de Vilches.

Nuestra Amalia, que era una defensora de la causa monárquica desde la caída de la reina Isabel II, fue escritora aficionada, llegando a publicar las novelas Berta y Lidia.

El pintor Federico de Madrazo y y la condesa Amalia de Llano estaban unidos por una gran amistad. Puede, te repito, querido Diario, "puede" que por eso se explique el especial encanto y el primor exquisito que el pintor supo alcanzar en este retrato, que, por cierto, para mí es impresionante.

Según cuentan, los Condes frecuentaban la casa de los Madrazo, especialmente con motivo de sus veladas musicales, en las que incluso ella llegó a cantar, acompañada del piano.

Y sobre el cuadro, lo que más me encanta de él es la sonrisa... dulcísima, unida a esa seductora, y yo diría que también pícara, mirada...

También tengo que resaltar la delicadeza con que sostiene el abanico... o el contacto casi imperceptible de sus dedos con el óvalo de la cara...

¡¡¡Me encanta!!!

Ahí lo dejo, querido Diario.

PD: Por cierto, recuérdame que otro día te cuente por qué estoy "enamorado" de los Madrazo... de la familia Madrazo en general.

(Fotografía del cuadro Amalia de Llano y Dotres, condesa de Vilches - 1853 -, de Federico de Madrazo y Kuntz, que se puede contemplar en la sala 62B).

1 comentario:

  1. He llegado a este blog por casualidad y me ha enganchado... ¡Enhorabuena! Seguiré sus andanzas por uno de mis museos favoritos... Un saludo!

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