viernes, 29 de diciembre de 2017

Querido Diario, 29 de diciembre de 2017

Querido Diario:

Me acuerdo que hace poco más de un mes y medio, cuando yo estaba en las salas de Juan de Juanes y compañía, entraron dos mujeres con dos niñas pequeñas, de 3 y 5 años, más o menos. Una de las mujeres debería ser la madre y la otra una guía, profesora,... o similar. Les explicaba con mucho cariño y con un lenguaje muy sencillo los cuadros. Es cierto que la niña pequeña no atendía todo el rato, pero la "mayor", la de 5 años, estaba atenta a todas las explicaciones. Después de unos veinte minutos se fueron.

Ya al final de la jornada, en el vestuario, Pablo, un compañero y amigo, me dijo...

-Te tengo que contar una historia que me ha pasado en mis salas, para tu diario.

-Genial. Luego me la cuentas.

Tengo que decir que Pablo estaba en ese día enfrente de mis salas, y una de ellas es donde están los frescos de las ermitas de la Vera Cruz de Maderuelo (Segovia) y la de San Baudelio de Casillas de Berlanga (Soria). Ya te hable de la ermita de la Vera Cruz el 16 de noviembre, pero esta vez la historia es sobre la de San Baudelio.

Y es que la familia de las dos niñas pequeñas con la guía fueron luego a las salas que vigilaba Pablo, y a él, como a mí, le llamó la atención la concentración de las niñas. Y, lógicamente, se quedó a escuchar la explicación.

Y estaban delante de una pintura que representa un elefante. La pintura era al fresco sobre revestimiento mural y que luego se trasladó a lienzo. Hay que decir que el animal que está dibujado se parece a un elefante como una sandía a una pera... en casi nada. Y escuchó esta conversación, que empezó la guía...

-¿Tú pagarías algo a un pintor por pintar este elefante, sin orejas?

A lo que la niña mayor, la de 5 años, contestó...

-Sí.

-¿Por qué?

-Porque se ha esforzado.

¡¡¡Genial!!! Ante todo, sinceridad... e inocencia. Mejor respuesta no pudo dar la niña. Una Matrícula de Honor para ella.

Te tengo que decir, querido Diario, que esta pintura se hizo hacia el año 1125 y que forma parte de un conjunto de seis pinturas destinadas originalmente a decorar, como ya te he dicho antes, los muros de la ermita mozárabe del siglo XI de San Baudelio, en el pueblo de  Casillas de Berlanga, de la provincia de Soria.

Formaban parte de la decoración de la parte inferior del muro norte de la ermita. El tema de estas seis pinturas era profano, y eran parte de veintitrés fragmentos retirados la muro y traspasados a lienzo, en 1926. Todas estas pinturas se llevaron a Estados Unidos y desde allí se repartieron entre los museos de Boston, Indianapolis, Cincinnati y Nueva York.

En 1957, seis de estas pinturas se trajeron del Metropolitan Museum of Art de Nueva York al Museo del Prado como depósito temporal, pero indefinido. Estas eran la Cacería de Liebres, la Cacería del ciervo, nuestro Elefante, el Oso, el Soldado y la Cortina.

Como comprobarás... y porque ya te lo he dicho, son temas profanos, en comparación con las demás pinturas, que eran asuntos del  Nuevo Testamento...  el Nacimiento y la Infancia de Cristo, su Vida pública y su Pasión.

¿Que qué pintan estas pinturas profanas en una ermita? Pues muy sencillo, todas forman parte de un conjunto unitario y las escenas "profanas" tienen un simbolismo sagrado.

Y es que el elefante simboliza la humildad y se relacionaba con Cristo. El castillo sobre el lomo del elefante se asocia, según el libro Physiologus, con las enfermedades y, en este caso, con las miserias del hombre.

Resumiendo, esta pintura representa que Cristo se humilló al hacerse un hombre como nosotros y que cargó con las miserias del hombre pecador.

Ah, ¿que qué es el libro Physiologus? Pues es un manuscrito escrito en griego por un autor desconocido, entre los siglos II y IV, y que fue muy popular en la Edad Media. Contiene un conjunto de descripciones de diversos animales, plantas y rocas, con frases y sentencias moralizantes. Y de cada animal muestra su descripción y explica sus cualidades simbólicas.

Eso, sí, querido Diario, no sé cómo describió al elefante, pero hay que decir que el autor se lució... y mucho. Me imagino que dijo que se parecía a un perro gigante con una nariz muy larga en forma de brazo y que era más grande que un edificio, digo yo. Y con esta descripción, el artista hizo lo que pudo, que no es poco... por lo menos "se esforzó", como dijo nuestra niña protagonista.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía del cuadro Elefante, de la Ermita de San Baudelio, en Casillas de Berlanga, Soria - hacia 1125 -, de autor anónimo).

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