lunes, 1 de enero de 2018

Querido Diario, 1 de enero de 2018

Querido Diario:

Ayer, 31 de diciembre,  fue mi primer día de trabajo después de un tiempo de vacaciones. Menos mal que fue media jornada, pues estuvo abarrotado de gente. Seguro que la gente que vino a Madrid a celebrar las campanadas de fin de año en la plaza de la Puerta del Sol decidieron pasar la mañana en el Museo. Si no, no me explico de dónde salió tanta gente.

Sí, querido Diario, fue solamente media jornada. El Museo tiene tres días al año de media jornada, el 6 de enero, el 24 y el 31 de diciembre. Y tiene otros tres días que cierra, el 1 de enero, por ser el primer día del año, el 1 de mayo, por ser el día del trabajador, y el 25 de diciembre, por ser Navidad.

Después de unos días de vacaciones, ya echaba de menos los grupos de orientales en masa; los visitantes que tienen que leer las cartelas con el dedo en el texto, a 10 centímetros del cuadro; los fotógrafos "despistados" y los fotógrafos del móvil con la cámara de fotos colgada al cuello; el niño sentado en el banco de la sala, jugando a matar marcianitos en el móvil, en vez de disfrutar de los cuadros; el visitante que se suena la nariz delante del cuadro, cosa fisiológica normal, pero... apártate del cuadro, que alguna vez que otra nos hemos encontrado algún moco en un cuadro, cosa que ya te contaré en su día, querido Diario; la señora que se pinta los labios delante del cuadro, con la posibilidad de que le den un golpe y pinte también los labios de La lechera de Burdeos; el visitante...

Y es que, como era el último día del año, me tocaron las salas de la última época de Goya. Es decir, El 2 de mayo de 1808 en Madrid, también conocido por La lucha con los mamelucos, El 3 de mayo en Madrid, llamado también Los fusilamientos, las Pinturas Negras y los últimos cuadros del pintor.

Lógicamente también vigilé el último cuadro que pintó Goya, que, por cierto, pasa muy desapercibido, ya que está junto a La lechera de Burdeos, que está muy bien, y le quita toda la atención de los visitante, y, de lo que es más doloroso, de los guías turísticos de los grupos.

En un principio te iba a pegar a un lado, querido Diario, la fotografía de estos dos cuadros, pero he decidido que no, que no quiero ser como esos guías y le quiero dar la importancia que tiene al último cuadro de Goya... sin desmerecer el valor de La lechera de Burdeos, claro.

Sí, ya sé que estoy hablando mucho del último cuadro que pintó Goya y que todavía no te he dicho cuál es. Es para darle algo de intriga al momento, jejeje.

Bueno, te lo diré. Se titula Juan Bautista Muguiro, así de simple, y lo pintó en mayo de 1827, cuando Goya tenía, ni más ni menos, 81 años. Ahí es nada.

Te contaré, querido Diario, que Juan Bautista de Muguiro e Iribarren, que había nacido en Navarra en 1786, fue banquero en Madrid y apoyó al rey José Bonaparte. Se sabe que en mayo de 1826 viajó a Burdeos para reunirse con su hermano. Y como Goya estaba en esa ciudad y eran amigos, pues coincidieron... y le hizo un retrato dos meses antes de que Muguiro dejara Burdeos.

Juan Bautista de Muguiro aparece sentado junto a la mesa de trabajo, con papeles y una escribanía de plata, sosteniendo una carta con su mano derecha.

Se aprecia que Goya ya era muy mayor para pintar porque las pinceladas seguras han desaparecido y ahora se las ve quebradas, temblorosas y difusas. Es lógico, tenía 81 años. Pero hay que decir que lo que podría ser un defecto en otros, se convierte aquí en sublimación abstracta de la materia...

Uhm... me explico, ¿verdad?... pues que para recrear los papeles o el tintero solo utiliza destellos de color. O para el respaldo de la silla o del amarillo tapizado del asiento, son suficientes restregones de pincel, sin que le sea necesaria la definición de la forma al modo tradicional. Resumiendo, tengo que decirte que aunque Goya no me guste, he de reconocer que era un genio.

¡Ah! Que se me olvidaba... en la falda de la mesa hay una inscripción, que tiene toda la pinta del mundo de que él no la escribió, porque tiene una caligrafía demasiado clara para un anciano de 81 años. Y en ella pone...

D.n Juan de Muguiro, por
su amigo Goya, á los
81. años, en Burdeos,
Mayo de 1827.

Ahí lo dejo, querido Diario.

P.D.: Otra cosa que se me olvidaba... Que hoy es 1 de enero y no puedo dejar de pasar la oportunidad, si me lo permites, querido Diario, de desear a nuestros "cotillas" que te leen a hurtadillas que el año nuevo que hoy empieza nos traiga ilusión, amor, salud y trabajo. Y que todos nuestros deseos se cumplan.

(Fotografía del cuadro Juan Bautista Muguiro - 1827 -, de Francisco de Goya y Lucientes, que se puede contemplar en la sala 66).

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