viernes, 5 de enero de 2018

Querido Diario, 5 de enero de 2018

Querido Diario:

Cada vigilante tiene sus preferencias con respecto a las salas del Museo. Unos prefieren las más tranquilas y otros las que tienen más jaleo de gente. Por ejemplo, mi preferida es la sala 12, la de Las Meninas.

Y también tenemos salas que detestamos. Y cada uno tiene sus motivos. A mí, las que menos me gustan son las salas 74 y 75, que son las que explican el origen del Museo y el Neoclasicismo. La verdad es que no sé por qué motivo no me gustan. Simplemente me siento incómodo en ellas. Mis compañeros a los que se lo he comentado, todos dicen que son unas salas "buenas" para vigilar. Si eso no lo discuto, pero no sé, no me gustan. Me siento raro en ellas...

¿Y a que no sabes, querido Diario, qué salas me han tocado vigilar todo este mes?

¡¡¡BINGO!!! Has acertado... las salas 74 y 75.

Y digo yo, a lo mejor hay un fantasma por esas salas y por eso me siento incómodo. No sé, no creo en fantasmas, pero, como las meigas, "haberlos, hailos", jejeje.

Pero, no. Hablando en serio, no hay fantasmas en el Museo. Es cierto que han fallecido varias personas, visitantes y trabajadores, dentro del edificio, pero no por eso tiene que haber fantasmas.

Bueno... sí... hay dos fantasmas. Pero no son como tú te piensas, querido Diario. No son seres que se aparecen a los vigilantes de noche, ni hacen ruidos de cadenas por el suelo, ni ululan cuando se está en silencio,... sino que están presentes en todo momento, quietecitos, sin hacer ruido. Y están en la sala 56B.

Sí, claro, has acertado, querido Diario. Son pinturas expuestas. Son, para ser más exactos, tres cuadros, aunque la colección completa sería de cuatro. El título de estos cuadros es Escenas de La historia de Nastagio degli Onesti, que los pintó Sandro Botticelli en el 1483.

Esta historia de Nastagio degli Onesti es la octava novela de la quinta jornada del libro El Decamerón de Giovanni Boccaccio, escrito entre los años 1351 y 1353. Y narra la historia de Nastagio, que era un joven adinerado de Rávena y que, al ser rechazado por la hija de Paolo Traversari, abandonó la ciudad y se instaló a las afueras.

El protagonista de esta historia, Nastagio degli Onesti, en estas tablas va vestido, para que se le identifique bien, con un jubón gris, unas calzas rojas y unas botas amarillas. Y en la primera pintura aparece en tres ocasiones.

¿Que si este es el fantasma? No, querido Diario. Esa técnica de dibujar varias escenas en un mismo cuadro era muy típica en aquella época. A día de hoy lo llamaríamos, más o menos, un cómic, con varias "viñetas" en cada página, en este caso, en cada cuadro.

A lo que iba, que me distraigo y no avanzo... Como ya te he dicho antes, nuestro protagonista era un joven enamorado de la hija de Paolo Traversari y esta rechazó su amor. Desesperado ante esta negativa, decidió refugiarse en un bosque. Y vemos en la parte de la izquierda de este primer cuadro, al fondo, a Nastagio despidiéndose de sus compañeros delante de una tienda de campaña. Se adentró en el bosque, meditabundo, mirando hacia abajo, con la intención de suicidarse. Lo vemos perfectamente entre dos árboles. Y de repente apareció un jinete sobre un caballo blanco persiguiendo a una muchacha pelirroja que huía de él desesperada. Entonces nuestro Nastagio cogió una rama del suelo para defender a la dama...

-Nastagio, no te molestes, deja hacer a los perros y a mí lo que esta mala mujer ha merecido.

-No sé quién eres tú que así me conoces, pero sólo te digo que gran vileza es para un caballero armado querer matar a una mujer desnuda y haberle echado los perros detrás como si fuese una bestia salvaje. Ciertamente la defenderé cuanto pueda.

-Nastagio, yo fui de la ciudad que tú, que fui llamado micer Guido de los Anastagi, estaba mucho más enamorado de ésta que lo estás tú ahora de la de los Traversari. Y con este estoque que me ves en la mano, desesperado me maté, y estoy condenado a las penas eternas. Y no había pasado mucho tiempo cuando ésta, que con mi muerte se había alegrado desmesuradamente, murió. Y por el pecado de su crueldad y la alegría que sintió con mis tormentos no arrepintiéndose, del mismo modo está condenada a las penas del infierno. En el cual tal fue el castigo dado a ella y a mí: que ella huyera delante, y a mí, que la amé tanto, seguirla como a mortal enemiga. Y cuantas veces la alcanzo, tantas con este estoque con el que me maté, la mato a ella y le abro la espalda, y aquel corazón duro y frío junto con las demás entrañas le arranco del cuerpo y se las doy a comer a estos perros. Y no pasa mucho tiempo hasta que ella, resurge y de nuevo empieza la dolorosa fuga, y los perros y yo a seguirla, y sucede que todos los viernes hacia esta hora la alcanzo aquí. Y aquí hago el destrozo que verás. Y los otros días no creas que reposamos sino que la alcanzo en otros lugares donde ella cruelmente contra mí pensó y obró; y habiéndome de amante convertido en su enemigo, como ves, tengo que seguirla de esta guisa cuantos meses fue ella cruel enemigo. Así pues, déjame poner en ejecución la justicia divina, y no quieras oponerte a lo que no podrías vencer.

Resumiendo, los dos fantasmas del Museo son Guido degli Anastagi y su amada degli Traversari, es decir, de los Traversari.

En la segunda pintura, en primer plano se ve a Nastagio que huye asustado al presenciar la escena de Guido que...

... con el estoque en mano se le echó encima a la joven que, arrodillada, y sujetada fuertemente por los dos mastines, le pedía piedad. Y con todas sus fuerzas le dio en medio del pecho y la atravesó hasta la otra parte.

Cuando la joven hubo recibido este golpe cayó boca abajo, siempre llorando y gritando.Y el caballero, echando mano al cuchillo, le abrió los costados y sacándole fuera el corazón y todas las demás cosas de alrededor, a los dos mastines las arrojó. Los cuales, hambrientísimos, las comieron.

Y no pasó mucho hasta que la joven, como si ninguna de estas cosas hubiesen pasado, súbitamente se levantó y empezó a huir hacia el mar, y los perros siempre tras ella hiriéndola, y el caballero volviendo a montar a caballo y cogiendo de nuevo su estoque, comenzó a seguirla.

Y al fondo de la pintura se ve la reiniciada persecución de los amantes fantasmas.

Luego cuenta la historia que nuestro protagonista humano Nastagio...

... volvió con sus criados y luego, cuando le pareció, mandando a por muchos de sus parientes y amigos, les dijo:

-Muchas veces me habéis animado a que deje de amar a esta enemiga mía y ponga fin a mis gastos. Y estoy presto a hacerlo si me conseguís una gracia, la cual es ésta: que el viernes que viene hagáis que micer Paolo Traversari y su mujer y su hija y todas las damas parientes suyas, y otras que os parezca, vengan aquí a almorzar conmigo.

En la tercera pintura se ve que, estando en el almuerzo, aparecieron los fantasmas amantes en su eterna persecución y se aprecia la reacción de los invitados ante esa escena... la amada de Nastagio, que va de blanco, y sus damas de compañía vuelcan la mesa muertas de miedo, a la vez que los hombre miran sorprendidos a los fantasmas.

Casi en el centro, en primer término, está Nastagio explicando a su amada todo lo que sabe de los amantes aparecidos, y se entiende que la hija de los Traversari comprende la moraleja de ese incidente. Por eso, en el lado derecho, en segundo plano se ve a nuestro protagonista hablando con una criada de su amada, que le está diciendo que su señora le acepta en matrimonio.

Como ya te dije, querido Diario, hay una cuarta pintura que representa el banquete nupcial, que se encuentra en el palacio veneciano de los Pucci, la familia que encargó estas tablas a Sandro Botticelli.

Es que Antonio Pucci pidió a Botticelli que las pintara para el  matrimonio de su hijo Giannozzo con Lucrezia Bini. En el tercer panel se aprecian perfectamente los escudos de las familias, colgados de los árboles... a la izquierda, encima de la amada de Nastagio, está el blasón de los Pucci. En el centro está el escudo de los Médicis, que eran los señores de la ciudad. Y a la derecha está el de los Bini.

Bueno, querido Diario. Hoy te he escrito más que nunca. Espero no haberte cansado.

¡Ah! Se me olvidaba... antes de acabar, una curiosidad muy curiosa... ¿Sabes que el pintor Sandro Botticelli tuvo una taberna con Leonardo da Vinci? Pues sí. Se llamaba Los Tres Caracoles, y estaba situado junto al Ponte Vecchio de Florencia.

Pero tuvo muy poco éxito, pues intentaron cambiar el concepto de la cocina, sustituyendo la cantidad de la comida, que era lo importante en aquella época, por la originalidad, la variedad y la presentación, es decir, por lo que actualmente llamamos el "emplatado".

Ya, sí. Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía de las tablas de las Escenas de La historia de Nastagio degli Onesti - 1483 -, de Sandro Botticelli, que se puede contemplar en la sala 56B).

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