Querido Diario:
Hoy es 6 de enero, el día más importante para los niños pues esta noche Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente han repartido regalos en las casas de todos los niños.
Y aunque hoy no he trabajado, no puedo dejar pasar la oportunidad de hablarte de algunas anécdotas y curiosidades que he tenido con esos "monstruitos", dicho con todo el cariño del mundo.
Primero te tengo que recordar, querido Diario, que los vigilantes llevamos un walkie talkie para poder comunicarnos. Pero lo que no sabes es que yo llevo un auricular, es decir, un casco de oreja de toda la vida, conectado al walkie, para que nadie oiga lo que se dice por él, sobre todo para que no moleste a los visitantes.Y, claro, con el pinganillo en la oreja parece que soy de la policía secreta, jejeje.
Y eso impone a los niños. Cuando veo un grupo de niños en mis salas, intento ponerme serio... he dicho "intento", porque me estoy muriendo de risa por dentro. Y me acerco a ellos cuando están algo alborotados. Es mano de santo... al momento que me ven, se callan y no dicen ni "mu". Es más, les veo cuchichear entre ellos, señalándome con disimulo... es que soy "de la secreta".
Es más, hace unos días tuve que "ayudar" a una madre. El niño, de unos 6 o 7 años estaba corriendo por la sala y la madre detrás de él, intentando que no corriera. Lógicamente una norma del Museo es que no se puede correr por las salas. Bueno, ni por las salas ni por los pasillos. Pues cuando por fin la madre alcanzó al niño, porque incluso le esquivaba, me acerqué a él muy muy muy serio y simplemente le dije:
-No se corre.
... mientras le hacía la señal de no con el dedo pulgar. Mejor, imposible. El niño se puso blanco, se agarró de la mano de su madre y no se soltó en todo momento. Me miraba de reojo de vez en cuando y yo, serio y recto como una vela.
Luego su madre y yo nos miramos y, sin soltar ningún sonido, le leí los labios...
-Gracias.
Yo, como simple respuesta, le sonreí e incliné un poco la cabeza, aceptando su agradecimiento, a la vez que mentalmente se las daba yo.
También ayer oí una conversación muy curiosa entre un padre y un niño. Primero te tengo que decir, querido Diario, que en la sala que vigilaba tenemos una maqueta de madera del Museo, del año 1787, cuando se pensó construir el edificio para un Gabinete de Historia Natural y Laboratorio Químico. Pero esta es otra historia que te contaré otro día.
Pues volviendo a la conversación, el padre llevaba en brazos a su hijo de unos dos añitos y este dijo...
-¿Y los click?
-No, no hay click. No es para eso. Pero podían poner alguno.
No digas que no es adorable... un niño de dos años que vea una maqueta en un museo y se acuerde de sus muñequitos... para comérselo.
¡Ah! Por si no lo sabes, querido Diario, los click son unos muñecos muy famosos, con unas manos rígidas, y que tienen infinidad de accesorios.
Y ayer me quedé a cuadros, nunca mejor dicho... no sabía si reír o llorar... entro una niña mulata, de unos 13 o 14 años, con una gorra de visera y unos cascos de música. Detrás iban los padres, su madre era negra y su padre blanco. Pues la niña iba andado... bueno, andando no. Iba bailando a lo Michael Jackson. Era curiosísima. Se paraba delante de un cuadro y mientras lo miraba se marcaba un baile. Luego se iba a otro cuadro, bailando, andando hacia atrás,... se paraba delante de otro cuadro y otro baile. Y así en todos los cuadros.
Miré a la madre y, simplemente, levantó los hombros y puso cara de resignación... tiene 13 o 14 años, ¿qué le vamos a hacer?
Pero, bueno, los niños son así.
Y hoy, 6 de enero, te tengo que hablar de un cuadro sobre la adoración de los Magos... cómo no. Y se titula... La Adoración de los Magos, que mucha imaginación para poner nombre a los cuadros no tenían los pintores. Aunque creo recordar que los pintores solo los pintaban y los títulos de los cuadros se los ponían otros. En fin, en este caso lo pintó Pedro Pablo Rubens en dos tiempos, entre los años 1608 y 1609 por una parte, y entre 1628 y 1629 la segunda.
Narra el episodio del Evangelio de san Mateo...
Los magos, después de oír al rey Herodes, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. (Mt 2, 9-11)
Se ve al Niño Jesús en brazos de su madre, la Virgen María, y está jugueteando con el incienso que le presenta Gaspar, que está arrodillado ante Él. Por cierto, en mi juego de "Parecidos razonables", el mago Gaspar me recuerda a Carlos Núñez Cortés, el componente de Les Luthiers que abandonó la formación recientemente.
Volviendo al cuadro, para mí son muy impresionantes los ropajes de los magos, con las capas bordadas con un colorido muy rico y con gran riqueza en adornos de piedras preciosas y joyas, sobre todo, de Baltasar.
El pesebre está en la parte izquierda del cuadro y está situado en el exterior, delante de una fachada con una arquitectura clásica. Y aunque es de noche, la luminosidad es muy clara. Y si te fijas bien, querido Diario, la luz sale desde la figura del Niño Jesús, que irradia la luz que ilumina a los demás personajes. Ya lo dijo Jesús... Yo soy la luz del mundo.
Como ya te dije, querido Diario, la obra fue realizada en dos momentos, con veinte años de diferencia. He cometido una aberración, pero he pintado unas lineas blancas en la fotografía que te he pegado al lado para que se aprecie bien el cuadro original y los añadidos posteriores.
¡Ah! Aparte de agrandar la composición, Rubens hizo algunos cambios en su obra original, retocando algunas partes que ya estaban pintadas. Eso sí, con una técnica mucho más suelta.
Y además, aprovechó para autorretratarse. Es el hombre que, estando de espaldas, está mirando al Niño Jesús, y está vestido con una casaca morada detrás del caballo.
Ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografía del cuadro La Adoración de los Magos - 1608-1609 y 1628-1629 -, de Pedro Pablo Rubens, que se puede contemplar en la sala 28).
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