sábado, 16 de diciembre de 2017

Querido Diario, 16 de diciembre de 2017

Querido Diario:

Hace varios días que no te escribo y por eso pido disculpas, pero es que he estado preparando la presentación de mi libro Complutenses por el tiempo, y no he tenido tiempo para nada más. Por fin lo presenté ayer, en la Biblioteca Municipal Cardenal Cisneros de mi ciudad, Alcalá de Henares. He escrito una pequeña reseña en mi otro blog, Efemérides complutenses, por si algún lector "cotilla" lo quiere leer.

¡Ah! Ahora no te hablo a ti, querido Diario, sino a los posibles cotillas que te leen. Eso de "cotilla" lo digo con todo el respeto y cariño del mundo... pero, aun así, sois unos cotillas, jejeje.

Bueno, a lo que iba, querido Diario... ayer lo presenté y espero que se venda bien. Me imagino que es la ilusión de todo escritor, que se difunda lo más posible.

Y hablando de libros, hoy he estado pensando de qué cuadro hablarte, relacionado con los libros, claro. Podría ser El príncipe don Carlos de Viana, de José Moreno Carbonero, que en el cuadro se ve al príncipe Carlos rodeado de libros, pero ya te hable de él el 12 de noviembre. Pero he decidido hablarte de otro cuadro, titulado Santa Ana enseñando a leer a la Virgen, pintado por Bartolomé Esteban Murillo hacia el año 1655.

La verdad es que en la Biblia no habla de la infancia de la Virgen María, pero sí en el Protoevangelio de Santiago, escrito entre los años 130 y 140, y en el libro de la Natividad de María, de entre los años 846 y 849.

Basándose en esos textos, Murillo quiso pintar un posible episodio de la infancia de la Virgen.

Por una parte vemos a santa Ana, la madre de la Virgen María, que ha dejado sus labores de costura y está enseñando a su hija a leer.

Por otro lado vemos un estudio arquitectónico por parte del pintor, con columnas y balaustradas que sitúan la escena en una terraza, verdaderamente irreal en Nazaret de la época de la Virgen, pero no por ello deja de ser un lugar ideal.

Y por otro lado, vemos un espacio del Cielo, del que salen dos ángeles que se disponen a colocar una corona de flores en la cabeza de la Virgen Niña.

Si te fijas bien, querido Diario, verás muchos detalles que demuestran la maestría que tenía Murillo con la pintura. Mira la cesta de costura que está a los pies de santa Ana. Con qué arte dibuja el mimbre de la cesta. Verdaderamente es un magnífico fragmento de naturaleza muerta.

La guirnalda de flores que transportan los ángeles para coronar a la Virgen es espectacular. Con qué delicadeza la pinta... desde mi punto de vista, claro.

¿Y qué me dices de las ropas, querido Diario? Qué estudio hace Murillo sobre los pliegues de las telas. Para mí, es un trabajo impresionante.

O el cariño que se aprecia en los rostros de santa Ana y, sobre todo, de la Virgen Niña. Con qué dulzura se miran...

No sé si se nota, pero es que a este cuadro le tengo mucho cariño porque hay una réplica de él en la capilla de la Virgen del Val, la patrona de mi ciudad, Alcalá de Henares, dentro de la Catedral Magistral. Y hace un año, más o menos, como guía de la Catedral di una conferencia sobre esa capilla y tuve que hablar de este cuadro, de la copia y del original. Y mientras preparaba la charla, me enamoré del cuadro.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía del cuadro Santa Ana enseñando a leer a la Virgen - hacia 1655 -, de Bartolomé Esteban Murillo, que se puede contemplar en la sala 16).

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