Querido Diario:
Una vez, un cotilla que te lee a hurtadillas me dijo...
-Cuántas cosas curiosas debéis oír los vigilantes de los visitantes.
Y es verdad, querido Diario. Apunto muchas anécdotas en papeles que siempre llevo en el bolsillo de la chaqueta, para que no se me olviden y poder contártelas luego. Pero son tantas, y a veces repetidas, que no tendría tiempo material para contar.
Ahora, ya que estamos en Semana Santa, me estoy acordando de un comentario que hizo una chica de unos veinte años a una amiga. No recuerdo bien en qué sala estaba, pero me acuerdo perfectamente, palabra por palabra, de lo que dijo...
-No, por aquí no, que es pintura religiosa.
Debían ser personas que, con todos mis respetos, les da urticaria ver cuadros de temática religiosa. Pues... lo llevaban claro. No he hecho la estadística pero creo que el cincuenta por ciento de la pintura expuesta en el Museo es de temática religiosa.
Insisto que todas las persona tienen derecho a creer o no. Todas son respetables, lógicamente. Pero el hecho de ir al Museo del Prado y pretender no ver pintura religiosa es meramente complicado.
Y ya que te he hablado de la pintura religiosa, te tengo que decir, querido Diario, que el cuadro que más me gusta sobre esta temática... bueno, para ser más preciso sobre la Pasión de Jesucristo, ya que estamos en esta Semana, es el Cristo crucificado que pintó Diego Rodríguez de Silva y Velázquez hacia el año 1632.
Hay muchos cuadros que podría haber elegido, como El Lavatorio, de Jacopo Robusti Tintoretto, La Última Cena, de Juan de Juanes, La Oración en el Huerto, de Giandomenico Tiepolo, El Prendimiento, de Antonio van Dyck, La Flagelación de Cristo, de Corrado Giaquinto, La Coronación de espinas, de Leandro Bassano, Cristo, Varón de Dolores, de Antonio de Pereda y Salgado, Cristo camino del Calvario, de Juan de Valdes Leal, Cristo abrazado a la Cruz, de El Greco, El Expolio, de Jorge Manuel Theotocopuli, Cristo muerto, sostenido por un ángel, de Antonello de Messina,... pero he elegido este Cristo crucificado, de Velázquez.
Y lo he elegido por su sobriedad y a la vez elegancia. Se ve a Cristo crucificado sobre un fondo neutro, color verde oscuro, tirando a negro. Nada más.
Velázquez estudió la anatomía masculina y la plasmó a la perfección en este cuadro, a la vez que investía a la figura de Cristo de una belleza divina e inefable, plasmando en Él la lectura del Salmo 45...
"Eres el más bello de los hombres,...". (Sal 45, 3)
Es más, el suegro de Velázquez, Francisco Pacheco escribió sobre la belleza física de Cristo...
"Cristo, Señor nuestro, como no tuvo padre en la tierra, en todo salió a su Madre que, después del Hijo, fue la criatura más bella que Dios crió...".
Si te fijas bien, querido Diario, se ve que Cristo está clavado a la cruz con cuatro clavos, en vez de tres. Es que siguió la fórmula pictórica que su suegro Pacheco sostuvo con una batería de argumentos históricos y religiosos, resumidos al final de su libro Arte de la Pintura, publicado en 1649.
Y en la parte de arriba de la cruz está el texto que pusieron en tres idiomas: hebreo, griego y latín...
"Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos». Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas “El rey de los judíos”, sino: “Este ha dicho: Soy el rey de los judíos”». Pilato les contestó: «Lo escrito, escrito está»". (Jn 19, 19-22)
Y, exacto, lo escrito, escrito está... pero mal. Según los entendidos, Velázquez no acertó con ninguno de los tres idiomas y cometió errores en las transcripciones. Pero, en fín, todos somos humanos.
También puedes apreciar que tiene una herida en el costado, que se la hicieron cuando ya había expirado, es decir, que que ya estaba muerto. Pero, es curioso, no parece que lo esté, sino que esté sumido en un dulce sueño... lo dicho, sobriedad y a la vez elegancia.
¡Ah! ¿Sabes, querido Diario? Muy poca gente lo sabe pero Diego Rodríguez de Silva y Velázquez pintó otro Cristo en la Cruz un año antes, en 1631. En este caso todavía está vivo, mirando hacia el Cielo, con un fondo de paisaje... pero este cuadro te lo explicaré otro día.
Ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografía del cuadro Cristo crucificado - hacia 1632 -, de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, que se puede contemplar en la sala 14).
PD: Como dijo la cantante Lola Flores... "Si me queréis, votadme". Bueno, no era "votadme", pero es lo mismo.
Para identificarse en el concurso
Para votar a Diario de un vigilante de sala del Museo del Prado
Para votar a Efemérides Complutenses
Gracias por todo.
Otra manera de conocer el Museo del Prado desde dentro...
sábado, 31 de marzo de 2018
miércoles, 28 de marzo de 2018
Querido Diario, 28 de marzo de 2018
Querido Diario:
Hoy, con tu permiso, no me voy a dirigir a ti solo, sino que te quiero aprovechar para comunicarme con los cotillas que te leen a hurtadillas. Ya ves, han encontrado en mi escondite secreto donde te tengo guardado y...
Pero no me importa. Es más, me gusta que te lean.
Bueno, ahora me dirijo a ti, querido cotilla. Ante todo te quiero decir que cuando os llamo así, lo hago con todo el respeto y cariño que os merecéis. ¿Por qué os llamo así? Pues simplemente porque habitualmente un diario se escribe para uno mismo y los que leen ese diario serían unos cotillas. Como este querido Diario es público, lo podéis leer abiertamente... pero seguís siendo unos cotillas, jejeje.
En fin, dicho esto, ahora os quiero comentar una cosa...
En España existe, entre otros, claro, un periódico diario gratuito en papel, y también digital. Se llama "20 minutos" y todos los años hacen un concurso de blogs que se llama "Premios 20Blogs" y está dividido en varias categorías. Y, cómo no, he apuntado a mi querido Diario, que también es vuestro, a este concurso. Lo he hecho en la categoría de "Cultura, Música y Tendencias" porque era la más se asemejaba a lo que yo escribo.
Y como buen concurso, el participante quiere ganar...
Por eso ahora os quiero hacer partícipes de ese premio. Para ganar lo que se tiene que conseguir son votos. Por eso os pido que me echéis una mano... si queréis, claro. Lo único que tenéis que hacer es entrar en este enlace... Diario de un vigilante de sala del Museo del Prado y votar por mi blog. Creo que hay que ser usuario de esa página de 20 minutos. No pasa nada. Si queréis, podéis haceros usuarios por medio de vuestra cuenta en Facebook, votar, y luego eliminaros como usuarios. Así de sencillo.
Os podéis identificar como usuarios en Facebook en este enlace... Identificación.
Os prometo que si gano... como si pierdo, seguiré escribiendo en este querido Diario mientras pueda. Y lo prometido es deuda.
Muchas gracias por apoyarme.
¡Ah! Y ya que estáis registrados como usuarios, podéis, si queréis, claro, votar por otro blog que tengo y que lo he presentado a otra categoría. Se llama Efemérides Complutenses y trata de la historia de mi ciudad, Alcalá de Henares, contada día a día por medio de efemérides. En este caso he presentado este blog en la categoría "Tu ciudad".
¡Ah! Os informo que solo se puede votar una vez y termina el plazo el 11 de abril de 2018. Conque, si queréis y podéis ayudarme, hacedlo rápido, que luego se nos olvida...
Repito, muchas gracias por todo.
Y como estoy hablando de juegos, qué te parece, querido Diario, y qué os parece, queridos cotillas, si os hablo de un cuadro de esta temática.
Pues te voy a hablar del cuadro El juego de pelota a pala, y lo pintó Francisco de Goya y Lucientes en el año 1779.
Es un cartón para luego hacer un tapiz que estaba destinado para decorar el paño de pared más importante del dormitorio de los Príncipes de Asturias, que eran el futuro Carlos IV y su mujer María Luisa de Parma, en el Palacio de El Pardo. En un principio no era este tapiz el que iba a ir al dormitorio, sino el de El ciego de la guitarra, pero al final este fue "desterrado" y acabó en el antedormitorio de los Príncipes.
Este cartón de El juego de pelota a pala, es muy curioso por la gran cantidad de figuras humanas que incluye... dos parejas de jugadores, ocupando cada uno su posición en el juego, ya que estos eran delantero, central y zaguero, y más de veinticinco hombres de todas las edades mirando el juego en varios grupos y en distintas actitudes.
¿Sabes, querido Diario? Estos juegos de pelota eran de origen francés y se popularizaron en España, sobre todo en el País Vasco, donde, por aquella época, cada pueblo tenía su frontón.
En este cartón, Goya quiso representar un momento concreto del juego. Yo no soy muy experto, pero según me han contado, es cuando la pelota ha alcanzado la "chaza", que es el lugar donde se detiene la pelota antes de que llegue a la raya señalada para ganar. Y uno de los asistentes que está en primer plano, el que tiene una chaqueta rosa y pantalones azules, está señalando.
Bueno, querido Diario, queridos cotillas, espero que os haya gustado lo que os he contado...
Si es así, votadme, jajaja.
Ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografía del cuadro El juego de pelota a pala - 1779 -, de Grancisco de Goya y Lucientes, que se puede contemplar en la sala 91).
Hoy, con tu permiso, no me voy a dirigir a ti solo, sino que te quiero aprovechar para comunicarme con los cotillas que te leen a hurtadillas. Ya ves, han encontrado en mi escondite secreto donde te tengo guardado y...
Pero no me importa. Es más, me gusta que te lean.
Bueno, ahora me dirijo a ti, querido cotilla. Ante todo te quiero decir que cuando os llamo así, lo hago con todo el respeto y cariño que os merecéis. ¿Por qué os llamo así? Pues simplemente porque habitualmente un diario se escribe para uno mismo y los que leen ese diario serían unos cotillas. Como este querido Diario es público, lo podéis leer abiertamente... pero seguís siendo unos cotillas, jejeje.
En fin, dicho esto, ahora os quiero comentar una cosa...
En España existe, entre otros, claro, un periódico diario gratuito en papel, y también digital. Se llama "20 minutos" y todos los años hacen un concurso de blogs que se llama "Premios 20Blogs" y está dividido en varias categorías. Y, cómo no, he apuntado a mi querido Diario, que también es vuestro, a este concurso. Lo he hecho en la categoría de "Cultura, Música y Tendencias" porque era la más se asemejaba a lo que yo escribo.
Y como buen concurso, el participante quiere ganar...
Por eso ahora os quiero hacer partícipes de ese premio. Para ganar lo que se tiene que conseguir son votos. Por eso os pido que me echéis una mano... si queréis, claro. Lo único que tenéis que hacer es entrar en este enlace... Diario de un vigilante de sala del Museo del Prado y votar por mi blog. Creo que hay que ser usuario de esa página de 20 minutos. No pasa nada. Si queréis, podéis haceros usuarios por medio de vuestra cuenta en Facebook, votar, y luego eliminaros como usuarios. Así de sencillo.
Os podéis identificar como usuarios en Facebook en este enlace... Identificación.
Os prometo que si gano... como si pierdo, seguiré escribiendo en este querido Diario mientras pueda. Y lo prometido es deuda.
Muchas gracias por apoyarme.
¡Ah! Y ya que estáis registrados como usuarios, podéis, si queréis, claro, votar por otro blog que tengo y que lo he presentado a otra categoría. Se llama Efemérides Complutenses y trata de la historia de mi ciudad, Alcalá de Henares, contada día a día por medio de efemérides. En este caso he presentado este blog en la categoría "Tu ciudad".
¡Ah! Os informo que solo se puede votar una vez y termina el plazo el 11 de abril de 2018. Conque, si queréis y podéis ayudarme, hacedlo rápido, que luego se nos olvida...
Repito, muchas gracias por todo.
Y como estoy hablando de juegos, qué te parece, querido Diario, y qué os parece, queridos cotillas, si os hablo de un cuadro de esta temática.
Pues te voy a hablar del cuadro El juego de pelota a pala, y lo pintó Francisco de Goya y Lucientes en el año 1779.
Es un cartón para luego hacer un tapiz que estaba destinado para decorar el paño de pared más importante del dormitorio de los Príncipes de Asturias, que eran el futuro Carlos IV y su mujer María Luisa de Parma, en el Palacio de El Pardo. En un principio no era este tapiz el que iba a ir al dormitorio, sino el de El ciego de la guitarra, pero al final este fue "desterrado" y acabó en el antedormitorio de los Príncipes.
Este cartón de El juego de pelota a pala, es muy curioso por la gran cantidad de figuras humanas que incluye... dos parejas de jugadores, ocupando cada uno su posición en el juego, ya que estos eran delantero, central y zaguero, y más de veinticinco hombres de todas las edades mirando el juego en varios grupos y en distintas actitudes.
¿Sabes, querido Diario? Estos juegos de pelota eran de origen francés y se popularizaron en España, sobre todo en el País Vasco, donde, por aquella época, cada pueblo tenía su frontón.
En este cartón, Goya quiso representar un momento concreto del juego. Yo no soy muy experto, pero según me han contado, es cuando la pelota ha alcanzado la "chaza", que es el lugar donde se detiene la pelota antes de que llegue a la raya señalada para ganar. Y uno de los asistentes que está en primer plano, el que tiene una chaqueta rosa y pantalones azules, está señalando.
Bueno, querido Diario, queridos cotillas, espero que os haya gustado lo que os he contado...
Si es así, votadme, jajaja.
Ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografía del cuadro El juego de pelota a pala - 1779 -, de Grancisco de Goya y Lucientes, que se puede contemplar en la sala 91).
lunes, 26 de marzo de 2018
Querido Diario, 26 de marzo de 2018
Querido Diario:
Ay, qué bonito es el amor.
Este trabajo no es solo informar una y otra vez a los visitantes sobre las normas del Museo. No es solo desesperarse cuando te quieren tomar el pelo y hacer la fotografía aun cuando saben que no está permitido. No es solo llegar a punto del infarto cuando ves que acercan los dedos, los planos, los bolígrafos, las patillas de las gafas, las botellas de agua,... a los cuadros. No es solo aburrirte en los momentos de soledad en la sala. No son solo cosas negativas.
También tiene sus momentos buenos. Y, a veces, muy buenos. Te cuento...
Hace unos días estando de charla con un buen amigo mío me comentó...
-Estás este mes en las salas 7-11, ¿verdad?
-Sí, claro, todo el mes.
-¿Y trabajas el día "x" o libras?
-Trabajo, como no.
-Pues te voy a pedir un favor.
-Lo que tú quieras.
-¿Sabes? El cuadro que más le gusta a mi novia es La fragua de Vulcano y está en tu sala 11. Pues el día "x" voy a ir con ella al Museo y la voy a llevar a ver su cuadro favorito. Y cuando estemos allí, te pido que le des este sobre. Y nada más.
Y así, sin más, me dio un sobre cerrado.
-Pero no lo leas.
-Cómo lo voy a leer si me lo das cerrado. Y, por cierto, eso se pide de rodillas y con un anillo de por medio.
Y él, con una sonrisa de oreja a oreja, no me dijo nada más.
La verdad es que yo no sabía qué decía la carta y el último comentario se lo dije de broma. Pero me quedaba el runrun de si iban por ahí los tiros o no.
Y llegó el día "x" y me metí el sobre en el bolsillo de la chaqueta, a espera de la llegada de la pareja. La verdad, no sé si me hicieron muchas fotos o no en las demás salas, pero en la de La fragua de Vulcano, no, porque me pasé mucha tarde en ella, esperando. No fuese que llegasen los novios y que yo no estuviese preparado.
Eso, sí, al final del día, cuando hice la requisa a los cuadros, comprobé que todos estaban intactos, que es lo más importante de nuestro trabajo. Fotografiados, seguro, pero en perfecto estado.
Volviendo a la espera... llegaron en el momento que había un grupo de orientales en la sala. Ella, me acuerdo perfectamente, primeramente su puso a un lado y poco a poco fue granando terreno hasta que se quedó en medio de la sala. En ese momento fue cuando yo me acerqué...
-Perdone, ¿es usted Pepita Jiménez?
Como podrás entender, querido Diario, lo de "Pepita Jiménez" me lo acabo de inventar. Si te das cuenta no he dicho ni el nombre de mi amigo ni el de su novia, por el secreto profesional y personal. Si él me lo autoriza decir sus nombres cuando le vea otra vez, tacharé estas palabras y te modificaré.
-Sí, soy yo.
Y se puso a reír. No sé el motivo, pero me imagino que de puro nervio... ¿qué hace este tipejo llamándome por mi nombre y cómo lo sabe?
-Pues entonces creo que este sobre es para usted.
Y me marché... bueno, me quedé entre las dos salas y me hice el "despistado", vigilando las salas pero con el rabillo del ojo echado en la pareja. Ella miraba al sobre, me miraba, miraba a su novio,... él, buen actor, decía que no sabía nada y que abriera el sobre. Bueno, eso se lo leí en los labios, pues estaba, y quería estar, lo bastante lejos para no oír nada.
Y después de la lectura de la carta y de unas palabras que le dijo él... que ya no leí sus labios, se abrazaron... y ya no quise "cotillear" más. Me marché a vigilar las demás salas, que era lo que me pedía el cuerpo y mi mente me decía que era lo que ya tenía que hacer a partir de ese momento.
Al cabo de un rato él me presentó a su novia...
-Ehm... no sé qué decir... aquí... de cómplice... espero que te haya alegrado algo la tarde.
Y ella me dijo...
-Un poco, no, un mucho.
Y luego se marcharon.
Al día siguiente, cuando le vi, no pude contenerme más...
-A ver, me tienes que decir qué era lo que ponía la carta, si se puede, claro, que esto es un sinvivir.
-¿No te fijaste en la mano?
-No. Cuando le pusiste la mano en el culo ya me marché.
Tengo que decir que eso era una broma. Lógicamente no vi nada de eso. Pero tengo la confianza suficiente como para decírselo.
-No, en su dedo. ¿No viste el anillo?
¡¡¡Me cachis!!! Me perdí la entrega del anillo. Bueno, no me importa. Lo importante es que yo fui partícipe de algo muy importante para sus vidas. Espero que sean tan felices en su unión como yo lo soy con mi mujer.
Y espero que su novia se acuerde de mí toda su vida... para bien, claro.
En fin, querido Diario, como verás no todo es negativo en este trabajo. Tambien nos sucenden cosas bonitas.
Y cambiando de tema, ¿de qué cuadro crees que te voy a hablar hoy? ¡¡¡Sí, bien!!! De La fragua de Vulcano. Acertaste.
Este cuadro lo pintó Diego Rodríguez de Silva y Velázquez en el año 1630. Y según cuenta Ovidio en sus Metamorfosis (IV), Apolo, el dios del sol, fue al taller de su amigo y herrero de los dioses del Olimpo, Vulcano, para darle la desagradable y humillante noticia de que su mujer, Venus, estaba cometiendo adulterio con el dios guerrero Marte.
En este cuadro, Velázquez quiso dar a la escena un tratamiento realista y no divino. Quiso representar las reacciones del estupefacto y airado esposo y de sus ayudantes, los míticos cíclopes, que, por cierto, en este caso, les "concedió" un segundo ojo.
Velázquez quiso captar el momento con más contenido emocional... cuando Apolo le da la noticia. Así le permitió desplegar toda una variedad de actitudes y gestos en la misma escena.
Pero lo que más me llama la atención, querido Diario, es que, además de querer contar una historia, Velázquez quiso hacer un estudio del cuerpo humano como si fuese una escultura grecorromana. Me explico... si te fijas bien, dibujó la anatomía del hombre desnudo por todos sus lados. Apolo muestra el lado derecho; Vulcano, que es el señor mayor con un pañuelo en la cabeza, muestra el frente; el tercer personaje muestra la espalda y el cuarto, el lado izquierdo. Y el último cíclope, el que está más a la derecha, está dibujado en escorzo, que es representar una figura, en este caso el cuerpo de un hombre, en sentido perpendicular al plano del lienzo.
Resumiendo... Velázquez era un genio.
Ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografía del cuadro La fragua de Vulcano - 1630 -, de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, que se puede contemplar en la sala 11).
Ay, qué bonito es el amor.
Este trabajo no es solo informar una y otra vez a los visitantes sobre las normas del Museo. No es solo desesperarse cuando te quieren tomar el pelo y hacer la fotografía aun cuando saben que no está permitido. No es solo llegar a punto del infarto cuando ves que acercan los dedos, los planos, los bolígrafos, las patillas de las gafas, las botellas de agua,... a los cuadros. No es solo aburrirte en los momentos de soledad en la sala. No son solo cosas negativas.
También tiene sus momentos buenos. Y, a veces, muy buenos. Te cuento...
Hace unos días estando de charla con un buen amigo mío me comentó...
-Estás este mes en las salas 7-11, ¿verdad?
-Sí, claro, todo el mes.
-¿Y trabajas el día "x" o libras?
-Trabajo, como no.
-Pues te voy a pedir un favor.
-Lo que tú quieras.
-¿Sabes? El cuadro que más le gusta a mi novia es La fragua de Vulcano y está en tu sala 11. Pues el día "x" voy a ir con ella al Museo y la voy a llevar a ver su cuadro favorito. Y cuando estemos allí, te pido que le des este sobre. Y nada más.
Y así, sin más, me dio un sobre cerrado.
-Pero no lo leas.
-Cómo lo voy a leer si me lo das cerrado. Y, por cierto, eso se pide de rodillas y con un anillo de por medio.
Y él, con una sonrisa de oreja a oreja, no me dijo nada más.
La verdad es que yo no sabía qué decía la carta y el último comentario se lo dije de broma. Pero me quedaba el runrun de si iban por ahí los tiros o no.
Y llegó el día "x" y me metí el sobre en el bolsillo de la chaqueta, a espera de la llegada de la pareja. La verdad, no sé si me hicieron muchas fotos o no en las demás salas, pero en la de La fragua de Vulcano, no, porque me pasé mucha tarde en ella, esperando. No fuese que llegasen los novios y que yo no estuviese preparado.
Eso, sí, al final del día, cuando hice la requisa a los cuadros, comprobé que todos estaban intactos, que es lo más importante de nuestro trabajo. Fotografiados, seguro, pero en perfecto estado.
Volviendo a la espera... llegaron en el momento que había un grupo de orientales en la sala. Ella, me acuerdo perfectamente, primeramente su puso a un lado y poco a poco fue granando terreno hasta que se quedó en medio de la sala. En ese momento fue cuando yo me acerqué...
-Perdone, ¿es usted Pepita Jiménez?
Como podrás entender, querido Diario, lo de "Pepita Jiménez" me lo acabo de inventar. Si te das cuenta no he dicho ni el nombre de mi amigo ni el de su novia, por el secreto profesional y personal. Si él me lo autoriza decir sus nombres cuando le vea otra vez, tacharé estas palabras y te modificaré.
-Sí, soy yo.
Y se puso a reír. No sé el motivo, pero me imagino que de puro nervio... ¿qué hace este tipejo llamándome por mi nombre y cómo lo sabe?
-Pues entonces creo que este sobre es para usted.
Y me marché... bueno, me quedé entre las dos salas y me hice el "despistado", vigilando las salas pero con el rabillo del ojo echado en la pareja. Ella miraba al sobre, me miraba, miraba a su novio,... él, buen actor, decía que no sabía nada y que abriera el sobre. Bueno, eso se lo leí en los labios, pues estaba, y quería estar, lo bastante lejos para no oír nada.
Y después de la lectura de la carta y de unas palabras que le dijo él... que ya no leí sus labios, se abrazaron... y ya no quise "cotillear" más. Me marché a vigilar las demás salas, que era lo que me pedía el cuerpo y mi mente me decía que era lo que ya tenía que hacer a partir de ese momento.
Al cabo de un rato él me presentó a su novia...
-Ehm... no sé qué decir... aquí... de cómplice... espero que te haya alegrado algo la tarde.
Y ella me dijo...
-Un poco, no, un mucho.
Y luego se marcharon.
Al día siguiente, cuando le vi, no pude contenerme más...
-A ver, me tienes que decir qué era lo que ponía la carta, si se puede, claro, que esto es un sinvivir.
-¿No te fijaste en la mano?
-No. Cuando le pusiste la mano en el culo ya me marché.
Tengo que decir que eso era una broma. Lógicamente no vi nada de eso. Pero tengo la confianza suficiente como para decírselo.
-No, en su dedo. ¿No viste el anillo?
¡¡¡Me cachis!!! Me perdí la entrega del anillo. Bueno, no me importa. Lo importante es que yo fui partícipe de algo muy importante para sus vidas. Espero que sean tan felices en su unión como yo lo soy con mi mujer.
Y espero que su novia se acuerde de mí toda su vida... para bien, claro.
En fin, querido Diario, como verás no todo es negativo en este trabajo. Tambien nos sucenden cosas bonitas.
Y cambiando de tema, ¿de qué cuadro crees que te voy a hablar hoy? ¡¡¡Sí, bien!!! De La fragua de Vulcano. Acertaste.
Este cuadro lo pintó Diego Rodríguez de Silva y Velázquez en el año 1630. Y según cuenta Ovidio en sus Metamorfosis (IV), Apolo, el dios del sol, fue al taller de su amigo y herrero de los dioses del Olimpo, Vulcano, para darle la desagradable y humillante noticia de que su mujer, Venus, estaba cometiendo adulterio con el dios guerrero Marte.
En este cuadro, Velázquez quiso dar a la escena un tratamiento realista y no divino. Quiso representar las reacciones del estupefacto y airado esposo y de sus ayudantes, los míticos cíclopes, que, por cierto, en este caso, les "concedió" un segundo ojo.
Velázquez quiso captar el momento con más contenido emocional... cuando Apolo le da la noticia. Así le permitió desplegar toda una variedad de actitudes y gestos en la misma escena.
Pero lo que más me llama la atención, querido Diario, es que, además de querer contar una historia, Velázquez quiso hacer un estudio del cuerpo humano como si fuese una escultura grecorromana. Me explico... si te fijas bien, dibujó la anatomía del hombre desnudo por todos sus lados. Apolo muestra el lado derecho; Vulcano, que es el señor mayor con un pañuelo en la cabeza, muestra el frente; el tercer personaje muestra la espalda y el cuarto, el lado izquierdo. Y el último cíclope, el que está más a la derecha, está dibujado en escorzo, que es representar una figura, en este caso el cuerpo de un hombre, en sentido perpendicular al plano del lienzo.
Resumiendo... Velázquez era un genio.
Ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografía del cuadro La fragua de Vulcano - 1630 -, de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, que se puede contemplar en la sala 11).
domingo, 25 de marzo de 2018
Querido Diario, 25 de marzo de 2018
Querido Diario:
Ciento veintiún peldaños tiene la escalera que va desde la planta baja del Museo a la segunda, donde están las salas de los cartones de Goya y pinturas de Paret, Mengs, Bayeu, Meléndez,... entre otros. Y hoy he contado estos escalones varias veces porque me ha tocado ser relevo en esas salas de la segunda planta.
Y aunque solo subía dos plantas, ciento veintiún escalones es como subir un edificio moderno de siete plantas. Qué tipito se me va a quedar si sigo así, jejeje.
Y pensando esta tarde qué contarte, querido Diario, he decidido proponerte un juego contigo y con los queridos cotillas que nos leen a hurtadillas. Y es el siguiente...
Os voy a poner dos cuadros y vosotros tenéis que encontrar las cinco diferencias.
Uno de los cuadros se titula Riña de gatos, y lo pintó Francisco de Goya y Lucientes en 1786. El otro se titula Pelea de gatos en una despensa, y lo pintó Paul de Vos entre los años 1630 y 1640.
Riña de gatos es un cartón encargado entre los años 1786 y 1787. El tapiz resultante formaba parte de los que iban a decorar el comedor de los Príncipes de Asturias, que eran el futuro Carlos IV y su esposa María Luisa de Parma, en el palacio de El Pardo.
Por la forma del cartón, estrecho y alargado, y por su forzada perspectiva de abajo a arriba, se sabe que su destino era la decoración de una sobreventana. Formaba pareja con una escena con vuelos de pájaros. Ese segundo cartón se ha perdido y solo se conoce por el tapiz resultante.
La serie de tapices que iba a decorar ese comedor consistía en las Cuatro Estaciones y otras escenas campestres, descritas como "pinturas de asuntos jocosos y agradables".
Estos tapices no llegaron a colgarse en su destino porque en diciembre de 1788 murió el rey Carlos III, y su sucesor, su hijo Carlos IV no se interesó en decorar ese palacio.
Y sobre Pelea de gatos en una despensa os puedo decir, querido Diario y queridos cotillas, que las escenas de riñas de animales en interiores de las casas eran habituales en la pintura flamenca de mediados del siglo XVII.
Los estudiosos del tema dicen que "estas pinturas eran interpretadas como alusiones morales al abandono de las responsabilidades y la plasmación de sus consecuencias"... ahí lo dejo.
El flamenco Paul de Vos siguió la estela de su cuñado, el pintor Frans Snyders, y le copió varios cuadros de bodegones y de peleas de animales, repitiendo incluso las mismas estructuras en la composición y los modelos, pero con un resultado más delicado y con sombreados más cálidos.
Este cuadro de Pelea de gatos en una despensa se citó por primera vez en 1746 en la colección de la reina Isabel Farnesio.
Bueno, querido Diario y queridos cotillas, ¿habéis encontrado las cinco diferencias?
¿Cuál te gusta más... mejor dicho... cuál os gusta más? Yo no digo nada, que después todo se sabe.
Ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografía de los cuadros Riña de gatos - 1786 -, de Francisco de Goya y Lucientes, que se puede contemplar en la sala 85 y Pelea de gatos en una despensa - 1630 y 1640 -, de Paul de Vos , que se puede contemplar en la sala 16B).
Ciento veintiún peldaños tiene la escalera que va desde la planta baja del Museo a la segunda, donde están las salas de los cartones de Goya y pinturas de Paret, Mengs, Bayeu, Meléndez,... entre otros. Y hoy he contado estos escalones varias veces porque me ha tocado ser relevo en esas salas de la segunda planta.
Y aunque solo subía dos plantas, ciento veintiún escalones es como subir un edificio moderno de siete plantas. Qué tipito se me va a quedar si sigo así, jejeje.
Y pensando esta tarde qué contarte, querido Diario, he decidido proponerte un juego contigo y con los queridos cotillas que nos leen a hurtadillas. Y es el siguiente...
Os voy a poner dos cuadros y vosotros tenéis que encontrar las cinco diferencias.
Uno de los cuadros se titula Riña de gatos, y lo pintó Francisco de Goya y Lucientes en 1786. El otro se titula Pelea de gatos en una despensa, y lo pintó Paul de Vos entre los años 1630 y 1640.
Riña de gatos es un cartón encargado entre los años 1786 y 1787. El tapiz resultante formaba parte de los que iban a decorar el comedor de los Príncipes de Asturias, que eran el futuro Carlos IV y su esposa María Luisa de Parma, en el palacio de El Pardo.
Por la forma del cartón, estrecho y alargado, y por su forzada perspectiva de abajo a arriba, se sabe que su destino era la decoración de una sobreventana. Formaba pareja con una escena con vuelos de pájaros. Ese segundo cartón se ha perdido y solo se conoce por el tapiz resultante.
La serie de tapices que iba a decorar ese comedor consistía en las Cuatro Estaciones y otras escenas campestres, descritas como "pinturas de asuntos jocosos y agradables".
Estos tapices no llegaron a colgarse en su destino porque en diciembre de 1788 murió el rey Carlos III, y su sucesor, su hijo Carlos IV no se interesó en decorar ese palacio.
Y sobre Pelea de gatos en una despensa os puedo decir, querido Diario y queridos cotillas, que las escenas de riñas de animales en interiores de las casas eran habituales en la pintura flamenca de mediados del siglo XVII.
Los estudiosos del tema dicen que "estas pinturas eran interpretadas como alusiones morales al abandono de las responsabilidades y la plasmación de sus consecuencias"... ahí lo dejo.
El flamenco Paul de Vos siguió la estela de su cuñado, el pintor Frans Snyders, y le copió varios cuadros de bodegones y de peleas de animales, repitiendo incluso las mismas estructuras en la composición y los modelos, pero con un resultado más delicado y con sombreados más cálidos.
Este cuadro de Pelea de gatos en una despensa se citó por primera vez en 1746 en la colección de la reina Isabel Farnesio.
Bueno, querido Diario y queridos cotillas, ¿habéis encontrado las cinco diferencias?
¿Cuál te gusta más... mejor dicho... cuál os gusta más? Yo no digo nada, que después todo se sabe.
Ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografía de los cuadros Riña de gatos - 1786 -, de Francisco de Goya y Lucientes, que se puede contemplar en la sala 85 y Pelea de gatos en una despensa - 1630 y 1640 -, de Paul de Vos , que se puede contemplar en la sala 16B).
miércoles, 21 de marzo de 2018
Querido Diario, 21 de marzo de 2018
Querido Diario:
Me da miedo pensar cómo será mi inglés para un nativo. Reconozco que ese idioma lo estudié en mis tiempos mozos y no lo he vuelto a practicar en toda mi vida profesional, excepto ahora, en el Museo. Y, claro, de inglés, lo justo para defenderme. En casa mis hijos se ríen de mi pronunciación, pero no debe ser tan mala porque los visitantes me entienden... o por lo menos eso me dicen. A lo mejor me "regalan los oídos" y después se van a preguntar a otro vigilante que sepa más inglés que yo.
¿Que por qué te cuento esto? Porque hoy me han pasado varias cosas con unos visitantes extranjeros y su español...
Estaba vigilando mis salas cuando se me han acercado dos chicas de unos 16 años y una me ha preguntado...
-¿Dón... de está... un cuadro... de... Francisco Hjola?
El "H" es aspirada, como si fuese una "J". Por eso lo he escrito así... "Hjola". Rápidamente me he dado cuenta que me preguntaban por Francisco de Goya.
Y luego otras dos chicas, esta vez de unos 20 años, americanas, me han preguntado...
-¿El Grüeco?
Y un tercer episodio... se me han acercado una madre con dos niños, de unos 8 y 5 años. Y el niño mayor, con acento extranjero muy marcado, me ha preguntado en un, más o menos, correcto español...
-Quiero ver el cuadro de España que da una llave a Holanda.
Uhm... sé que se refería a La rendición de Breda, de Velázquez, aunque fue al revés, Holanda da la llave a España. Pero, bueno, no estoy aquí para hacer patria, jejeje.
¡Ah! Te cuento esto, querido Diario, no para quejarme de su "mal" español, sino todo lo contrario, para agradecerles que por lo menos se esfuerzan. Porque valoro mucho que, por lo menos lo intenten, al igual que hago yo, más o menos... aunque reconozco que mi inglés es más menos que más.
Y hablando de otros idiomas, hoy se me han acercado cuatro señoras de unos 60 o 65 años y me han empezado a preguntar, las cuatro a la vez, en perfecto inglés. Y yo, lo único que les podía decir era...
-I don't understand you. (No les entiendo)
Y ellas, erre que erre, seguían preguntándome en inglés. Lo único que les entendía era "Velascues"...
Bien, por lo menos sabía que preguntaban por algún cuadro de Velázquez. Hasta que me han enseñado un papel que tenían en varios idiomas y que ponía...
-The pope Barber.
Tal cual. Te lo escribo, querido Diario, como estaba escrito. Y yo pensando...
-¿El papa Barber? En la época de Velázquez los papas se llamaban Clemente, Urbano, Inocencio... pero, ¿Barber?
Hasta que me he rendido y les he tenido que decir...
-I'm sorry. I don't know. (Lo siento. No lo sé)
Luego se lo he preguntado a una compañera y amiga, Ana. Y ella me lo ha aclarado...
-¿The pope Barber? ¡¡¡Noooo!!! Sería "The pope's Barber", El barbero del papa. Pero ya no se llama así...
Y es verdad, querido Diario. Ese cuadro ha cambiado de nombre. Antes se le conocía como El barbero del papa, pero ahora se le denomina Ferdinando Brandani, y lo pintó Diego Rodríguez de Silva y Velázquez en el año 1650.
Es un cuadro pequeño, de 50,5 x 47 centímetros. Y es un retrato que fue pintado durante el segundo viaje que hizo Velázquez a Italia, entre los años 1649 y 1651. Durante muchos años se desconoció la identidad del personaje, y por eso se pensaba que podría ser el barbero del papa Inocencio X. Pero recientemente se ha identificado a este buen hombre como el banquero Ferdinando Brandani, que era una persona cercana a Juan de Córdoba, el agente español que se encargó de Velázquez mientras estuvo en Roma.
Y, claro, su amistad con Juan de Córdoba y su empleo en la corte papal lo convertían en un buen candidato para ser retratado por Velázquez. También hay que decir que Ferdinando Brandani estaba muy interesado por la pintura, ya que también era comerciante y coleccionista de obras de arte.
Ya ves, de barbero a banquero, comerciante y coleccionista.
Ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografía del cuadro Ferdinando Brandani - 1650 -, de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, que se puede contemplar en la sala 15).
Me da miedo pensar cómo será mi inglés para un nativo. Reconozco que ese idioma lo estudié en mis tiempos mozos y no lo he vuelto a practicar en toda mi vida profesional, excepto ahora, en el Museo. Y, claro, de inglés, lo justo para defenderme. En casa mis hijos se ríen de mi pronunciación, pero no debe ser tan mala porque los visitantes me entienden... o por lo menos eso me dicen. A lo mejor me "regalan los oídos" y después se van a preguntar a otro vigilante que sepa más inglés que yo.
¿Que por qué te cuento esto? Porque hoy me han pasado varias cosas con unos visitantes extranjeros y su español...
Estaba vigilando mis salas cuando se me han acercado dos chicas de unos 16 años y una me ha preguntado...
-¿Dón... de está... un cuadro... de... Francisco Hjola?
El "H" es aspirada, como si fuese una "J". Por eso lo he escrito así... "Hjola". Rápidamente me he dado cuenta que me preguntaban por Francisco de Goya.
Y luego otras dos chicas, esta vez de unos 20 años, americanas, me han preguntado...
-¿El Grüeco?
Y un tercer episodio... se me han acercado una madre con dos niños, de unos 8 y 5 años. Y el niño mayor, con acento extranjero muy marcado, me ha preguntado en un, más o menos, correcto español...
-Quiero ver el cuadro de España que da una llave a Holanda.
Uhm... sé que se refería a La rendición de Breda, de Velázquez, aunque fue al revés, Holanda da la llave a España. Pero, bueno, no estoy aquí para hacer patria, jejeje.
¡Ah! Te cuento esto, querido Diario, no para quejarme de su "mal" español, sino todo lo contrario, para agradecerles que por lo menos se esfuerzan. Porque valoro mucho que, por lo menos lo intenten, al igual que hago yo, más o menos... aunque reconozco que mi inglés es más menos que más.
Y hablando de otros idiomas, hoy se me han acercado cuatro señoras de unos 60 o 65 años y me han empezado a preguntar, las cuatro a la vez, en perfecto inglés. Y yo, lo único que les podía decir era...
-I don't understand you. (No les entiendo)
Y ellas, erre que erre, seguían preguntándome en inglés. Lo único que les entendía era "Velascues"...
Bien, por lo menos sabía que preguntaban por algún cuadro de Velázquez. Hasta que me han enseñado un papel que tenían en varios idiomas y que ponía...
-The pope Barber.
Tal cual. Te lo escribo, querido Diario, como estaba escrito. Y yo pensando...
-¿El papa Barber? En la época de Velázquez los papas se llamaban Clemente, Urbano, Inocencio... pero, ¿Barber?
Hasta que me he rendido y les he tenido que decir...
-I'm sorry. I don't know. (Lo siento. No lo sé)
Luego se lo he preguntado a una compañera y amiga, Ana. Y ella me lo ha aclarado...
-¿The pope Barber? ¡¡¡Noooo!!! Sería "The pope's Barber", El barbero del papa. Pero ya no se llama así...
Y es verdad, querido Diario. Ese cuadro ha cambiado de nombre. Antes se le conocía como El barbero del papa, pero ahora se le denomina Ferdinando Brandani, y lo pintó Diego Rodríguez de Silva y Velázquez en el año 1650.
Es un cuadro pequeño, de 50,5 x 47 centímetros. Y es un retrato que fue pintado durante el segundo viaje que hizo Velázquez a Italia, entre los años 1649 y 1651. Durante muchos años se desconoció la identidad del personaje, y por eso se pensaba que podría ser el barbero del papa Inocencio X. Pero recientemente se ha identificado a este buen hombre como el banquero Ferdinando Brandani, que era una persona cercana a Juan de Córdoba, el agente español que se encargó de Velázquez mientras estuvo en Roma.
Y, claro, su amistad con Juan de Córdoba y su empleo en la corte papal lo convertían en un buen candidato para ser retratado por Velázquez. También hay que decir que Ferdinando Brandani estaba muy interesado por la pintura, ya que también era comerciante y coleccionista de obras de arte.
Ya ves, de barbero a banquero, comerciante y coleccionista.
Ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografía del cuadro Ferdinando Brandani - 1650 -, de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, que se puede contemplar en la sala 15).
miércoles, 14 de marzo de 2018
Querido Diario, 14 de marzo de 2018
Querido Diario:
Hoy me han pasado dos cosas... vamos a llamarlas "curiosas".
La primera ha sido que se me han acercado un grupo de cuatro jóvenes de unos 18 o 20 años y me han preguntado...
-¿Dónde está el cuadro Una autopsia? Es que estamos en la página web del Museo y no vemos dónde está.
-Pues si están en la página web del Museo es muy sencillo. Bajen hacia el final de la página hasta llegar a la "Ficha técnica". Muchos obras tienen una opción que es "Ubicación"... ¿Este cuadro la tiene?
-Sí.
-Pues pinchen ahí.
Mientras se lo iba diciendo, ellos seguían mis instrucciones con el móvil...
-Sí... está en... ¡¡¡Málaga!!! ¡¡¡En el Museo de Málaga!!!
-Pues cerramos a las 19:50. No creo que les de tiempo a llegar a Málaga para ver ese cuadro... les recomiendo que vean otras obras de arte "mas cercanas".
Lógicamente se han reído y se han marchado algo disgustado por no ver ese cuadro pero, por lo menos, divertidos.
Pues sí, querido Diario. La página web de Museo del Prado tiene un apartado que se llama "Colección". En ese enlace hay un buscador. Y si escribes, por ejemplo... Goya... uhm... no, mejor Maíno... te sale el listado con todas las obras de ese pintor, sea Goya o Maíno, jejeje.
Y lo mejor de todo es que te puedes descargar la fotografía del cuadro, como "uso personal", en una resolución muy buena. Y ya no hace falta hacerlas en el Museo, pues te las puedes descargar en casa, y así disfrutar de las obras de arte... del original, y no perder el tiempo en hacer la prohibida foto. Mira, yo ya me he descargado la fotografía del cuadro Una autopsia.
También, querido Diario, en la página web, junto a la fotografía, te pone mucha información de la obra en cuestión... pues tampoco hace falta hacer la foto en la cartela que está al lado del cuadro, en el Museo. Esa información, y más, está en la página web.
Bueno, la otra cosa que me ha pasado no sé como clasificarla. Estaba en la sala 11, que es una sala de Velázquez, donde está La fragua de Vulcano, que está, más o menos, en el centro del Museo. Para un lado, en sentido longitudinal, lineal, tenía nueve salas, donde están Ribera, Caravaggio, Poussin,... entre otros. Y por el otro lado tenía once salas más, una de ellas, la 12, donde están Las Meninas. En ese momento se me acercó una mujer de unos cuarenta años y me pregunta...
-¿Qué hay por ahí?
... a la vez que me señalaba hacia la sala 12.
-Pues... más salas... Velázquez, Las Meninas, Murillo, Tiepolo, Mengs,...
-¿Y algo más?
-Uhm...
-¿Rembrandt?
-Sí, también está por ahí. En la séptima sala, contando esta, girando a la derecha.
¿¿¿Como que si hay "algo más"? ¿Le parece poco Velázquez, Murillo, Tiepolo, Mengs,...? ¿Acaso no conoce a estos pintores?
En fin, me parece que si iba buscando muchos cuadros de Rembrandt se habrá llevado un pequeño chasco, pues el Museo solo tiene un cuadro de él. Se titula Judit en el banquete de Holofernes (antes Artemisa) y lo pintó Rembrandt Harmensz van Rijn en el año 1634.
Y hablando de este cuadro, vemos que sobre un fondo oscuro resalta una mujer muy engalanada con un vestido con mangas abombadas y un jubón de seda el borde y los cierres dorados. El cuello es de armiño adornado con una cadena de oro engastada con rubís y zafiros. Y si te fijas bien, querido Diario, lleva una pulsera, un collar de doble vuelta y unos pendientes de perla.
Delante de ella hay una sirviente arrodillada que le está ofreciendo una copa que está formada por una concha llamada "nautilus", y está sobre pedestal de oro que contiene vino... o por lo menos eso es lo que parece, pues se aprecia un líquido rosáceo.
Al fondo se puede medio apreciar la figura de una sirvienta de más edad, con la cabeza cubierta por una toca blanca y que sujeta con ambas manos un paño. Y mis compañeros me han jurado que a la derecha, detrás de la mujer engalanada, se ven los pliegues de una cortina de color rojo oscuro. Yo no los veo, pero si dicen que los hay, hailos... como las meigas en Galicia.
¿Sabes, querido Diario? Desde finales del siglo XIX se pensaba que este cuadro representaba a la reina Artemisa dispuesta a beber las cenizas de su marido y hermano Mausolo, para convertirse en su sepulcro viviente. Pero, según los estudiosos en arte, por la vieja sirvienta, la criada con la lujosa copa, las ricas vestiduras de la protagonista, las cortinas del fondo y el libro abierto sobre la mesa, se cree que la señora protagonista es Judit, la heroína bíblica, que está en el banquete que le ofrece Holofernes, mientras la criada espera fuera con el saco donde guardarían la cabeza del general enemigo.
Dicen que, "desde el punto de vista histórico, vendría justificada por la autoidentificación de los holandeses, en su lucha de liberación, con el pueblo hebreo. En este contexto, Judit era una de las heroínas bíblicas que mejor simbolizaba la reivindicación patriótica frente a los españoles".
¡Ah! ¿Has visto la firma de Rembrandt? Está en uno de los brazos del sillón donde está sentada Judit. Está la firma y la fecha... Rembrandt f. 1634.
¿Y sabes lo que más me gusta de este cuadro? Pues ni más ni menos que el collar que tiene encima del cuello de armiño. No sé si en la fotografía que te he pegado al lado se aprecia bien, pero en el original da la impresión que es de verdad. Y te dan unas ganas de cogerlo que no veas... pero no está permitido tocar las obras de arte.
Ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografía del cuadro Judit en el banquete de Holofernes (antes Artemisa) - 1634 -, de Rembrandt Harmensz van Rijn, que se puede contemplar en la sala 16B).
Hoy me han pasado dos cosas... vamos a llamarlas "curiosas".
La primera ha sido que se me han acercado un grupo de cuatro jóvenes de unos 18 o 20 años y me han preguntado...
-¿Dónde está el cuadro Una autopsia? Es que estamos en la página web del Museo y no vemos dónde está.
-Pues si están en la página web del Museo es muy sencillo. Bajen hacia el final de la página hasta llegar a la "Ficha técnica". Muchos obras tienen una opción que es "Ubicación"... ¿Este cuadro la tiene?
-Sí.
-Pues pinchen ahí.
Mientras se lo iba diciendo, ellos seguían mis instrucciones con el móvil...
-Sí... está en... ¡¡¡Málaga!!! ¡¡¡En el Museo de Málaga!!!
-Pues cerramos a las 19:50. No creo que les de tiempo a llegar a Málaga para ver ese cuadro... les recomiendo que vean otras obras de arte "mas cercanas".
Lógicamente se han reído y se han marchado algo disgustado por no ver ese cuadro pero, por lo menos, divertidos.
Pues sí, querido Diario. La página web de Museo del Prado tiene un apartado que se llama "Colección". En ese enlace hay un buscador. Y si escribes, por ejemplo... Goya... uhm... no, mejor Maíno... te sale el listado con todas las obras de ese pintor, sea Goya o Maíno, jejeje.
Y lo mejor de todo es que te puedes descargar la fotografía del cuadro, como "uso personal", en una resolución muy buena. Y ya no hace falta hacerlas en el Museo, pues te las puedes descargar en casa, y así disfrutar de las obras de arte... del original, y no perder el tiempo en hacer la prohibida foto. Mira, yo ya me he descargado la fotografía del cuadro Una autopsia.
También, querido Diario, en la página web, junto a la fotografía, te pone mucha información de la obra en cuestión... pues tampoco hace falta hacer la foto en la cartela que está al lado del cuadro, en el Museo. Esa información, y más, está en la página web.
Bueno, la otra cosa que me ha pasado no sé como clasificarla. Estaba en la sala 11, que es una sala de Velázquez, donde está La fragua de Vulcano, que está, más o menos, en el centro del Museo. Para un lado, en sentido longitudinal, lineal, tenía nueve salas, donde están Ribera, Caravaggio, Poussin,... entre otros. Y por el otro lado tenía once salas más, una de ellas, la 12, donde están Las Meninas. En ese momento se me acercó una mujer de unos cuarenta años y me pregunta...
-¿Qué hay por ahí?
... a la vez que me señalaba hacia la sala 12.
-Pues... más salas... Velázquez, Las Meninas, Murillo, Tiepolo, Mengs,...
-¿Y algo más?
-Uhm...
-¿Rembrandt?
-Sí, también está por ahí. En la séptima sala, contando esta, girando a la derecha.
¿¿¿Como que si hay "algo más"? ¿Le parece poco Velázquez, Murillo, Tiepolo, Mengs,...? ¿Acaso no conoce a estos pintores?
En fin, me parece que si iba buscando muchos cuadros de Rembrandt se habrá llevado un pequeño chasco, pues el Museo solo tiene un cuadro de él. Se titula Judit en el banquete de Holofernes (antes Artemisa) y lo pintó Rembrandt Harmensz van Rijn en el año 1634.
Y hablando de este cuadro, vemos que sobre un fondo oscuro resalta una mujer muy engalanada con un vestido con mangas abombadas y un jubón de seda el borde y los cierres dorados. El cuello es de armiño adornado con una cadena de oro engastada con rubís y zafiros. Y si te fijas bien, querido Diario, lleva una pulsera, un collar de doble vuelta y unos pendientes de perla.
Delante de ella hay una sirviente arrodillada que le está ofreciendo una copa que está formada por una concha llamada "nautilus", y está sobre pedestal de oro que contiene vino... o por lo menos eso es lo que parece, pues se aprecia un líquido rosáceo.
Al fondo se puede medio apreciar la figura de una sirvienta de más edad, con la cabeza cubierta por una toca blanca y que sujeta con ambas manos un paño. Y mis compañeros me han jurado que a la derecha, detrás de la mujer engalanada, se ven los pliegues de una cortina de color rojo oscuro. Yo no los veo, pero si dicen que los hay, hailos... como las meigas en Galicia.
¿Sabes, querido Diario? Desde finales del siglo XIX se pensaba que este cuadro representaba a la reina Artemisa dispuesta a beber las cenizas de su marido y hermano Mausolo, para convertirse en su sepulcro viviente. Pero, según los estudiosos en arte, por la vieja sirvienta, la criada con la lujosa copa, las ricas vestiduras de la protagonista, las cortinas del fondo y el libro abierto sobre la mesa, se cree que la señora protagonista es Judit, la heroína bíblica, que está en el banquete que le ofrece Holofernes, mientras la criada espera fuera con el saco donde guardarían la cabeza del general enemigo.
Dicen que, "desde el punto de vista histórico, vendría justificada por la autoidentificación de los holandeses, en su lucha de liberación, con el pueblo hebreo. En este contexto, Judit era una de las heroínas bíblicas que mejor simbolizaba la reivindicación patriótica frente a los españoles".
¡Ah! ¿Has visto la firma de Rembrandt? Está en uno de los brazos del sillón donde está sentada Judit. Está la firma y la fecha... Rembrandt f. 1634.
¿Y sabes lo que más me gusta de este cuadro? Pues ni más ni menos que el collar que tiene encima del cuello de armiño. No sé si en la fotografía que te he pegado al lado se aprecia bien, pero en el original da la impresión que es de verdad. Y te dan unas ganas de cogerlo que no veas... pero no está permitido tocar las obras de arte.
Ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografía del cuadro Judit en el banquete de Holofernes (antes Artemisa) - 1634 -, de Rembrandt Harmensz van Rijn, que se puede contemplar en la sala 16B).
jueves, 8 de marzo de 2018
Querido Diario, 8 de marzo de 2018
Querido Diario:
Recuerdo que hace unos días estábamos mi compañero y amigo Álvaro y yo hablando de las mujeres pintoras que tienen cuadros en el Museo. Nos estuvimos rompiendo nuestras cabezas, recuerda, querido Diario, que somos hombres y nuestras neuronas llegan hasta donde llegan, y llegamos a la conclusión que el Museo tenía cuadros de cinco pintoras...
-"La" Sofonisba, su hermana, "la" Artemisa, Clara Peeters y... ¿cómo era? ¡Ah, sí!... una tal Bonheur o algo parecido.
Sí, querido Diario, fue así nuestro comentario. Nuestras pobres entendederas nos llevaban a deducir que teníamos cuadros de solo cinco pintoras. Menos mal que Álvaro se lo preguntó a otra compañera y también amiga, Ana, y nos sacó de dudas...
-Las mujeres artistas en las colecciones del Museo son treinta y dos...
Y así nos lo dijo, sin anestesia ni nada. No te puedes ni imaginar la cara de "panoli" que se me quedó. Y nosotros que pensábamos que eran cinco... Bueno, al fin y al cabo, nosotros las contamos "a ojo" y solo nos equivocamos... en veintisiete. Simplemente nos dejamos olvidadas el ochenta y cuatro por ciento de las mujeres pintoras del Museo. Nada más... y nada menos.
Y, ¿sabes, querido Diario? La pintora más conocida de todas es Sofonisba Anguissola. Pertenecía a una familia noble de Cremona, ese municipio italiano que está al norte del país, pero al sur de la región de Lombardía. Y fue educada en la pintura junto a sus cinco hermanas. Pero el Museo solo tiene cuadros de ella y de otra hermana, Lucia Anguissola. Por lo menos ésta tiene un nombre más fácil del pronuciar, jejeje.
De Sofonisba tenemos cuatro cuadros... bueno, tres y medio, porque uno está atribuido a ella, pero no se sabe 100% que sea de sus pinceles. Ese cuadro es Isabel de Valois sosteniendo un retrato de Felipe II, que supuestamente pintó entre 1561 y 1565. Este cuadro lo puedes contemplar, querido Diario, en la sala 55 del Museo. Bueno, tú y todos los "cotillas" que nos leen a hurtadillas, claro.
Y de su hermana Lucía solo tenemos un cuadro, que se titula Pietro Manna, medico de Cremona, y que lo pintó en 1557.
Volviendo a Sofonisba, estudió con Bernardino Campi, y más tarde con Bernardino Gatti.
Y en 1558, cuando ya era conocida, se desplazó a Milán donde pintó al Duque de Alba. Este le recomendó al rey Felipe II y al año siguiente fue invitada a visitar la corte española. Llegó a Madrid en el invierno de 1559 y se convirtió en Dama de compañía de la nueva reina Isabel de Valois, tercera esposa del Rey. Aquí realizó numerosos retratos de la Familia Real, aunque oficialmente no ostentó ningún cargo relacionado con su profesión. Eso sí, durante ese tiempo estuvo trabajando estrechamente con Alonso Sánchez Coello y se aproximó mucho a su estilo de pintar.
En 1570, nuestra protagonista seguía soltera, y después de fallecer la reina Isabel de Valois, a dejar de ser Dama de compañía, el rey Felipe II le arregló un matrimonio, con Francisco de Moncada, hijo del Príncipe de Paterno y hermano del Virrey de Sicilia. Tras el enlace la pareja viajó hasta Italia, pero volvieron a España, donde estuvieron hasta 1573, ya que se marcharon a Palermo. Y Sofonisba ya no volvió más a nuestro país.
Ahora, querido Diario, te quiero hablar de dos cuadros de esta pintora de nombre complicado... son Felipe II, que lo pintó en 1565 y el Retrato de la reina Ana de Austria, que pintó en 1573.
Bueno, para ser más exacto, te tengo que matizar algunos detalles. Como te acabo de decir, el cuadro de Felipe II lo pintó en 1565, cuando el rey estaba casado con Isabel de Valois, pero ésta falleció al año siguiente. Y ocho años después, en 1573, lo retocó para hacerlo emparejar con el Retrato de la reina Ana de Austria, la que sería la nueva y última esposa del monarca.
Y en esa modificación, cambió mucho el cuadro. Inicialmente, el rey se cubría con un voluminoso bohemio, que es una capa corta, suntuosa y con vuelo, y tenía la mano derecha sobre el pecho, señalando el Toisón. Y al retocarlo "un poco", sustituyó el bohemio por una capa de seda negra, que parece más ligera. También hizo que dejara de señalar el Toisón, desplazando la mano derecha, situándola apoyada encima del brazo del sillón frailero.
Eso sí, Sofonisba no retocó para nada la cabeza del Rey. Supongo que fue porque el monarca se quedó satisfecho ya que estaba ahí más joven y tenía un semblante muy sereno.
¿Sabes, querido Diario? Según dicen los expertos, "el retrato de Anguissola cuadraba bien con la proyección que de su propia imagen construyó Felipe II, bastante apartada de la militar de su padre. El rey es un elegante y distante cortesano, el primer funcionario del reino, distinguido tan sólo por su apostura y por el imprescindible Toisón de Oro que luce sobre el jubón negro".
¡Ah! Fíjate bien en la mano izquierda... es curioso que el Rey tenga cogido un rosario con esa mano. Y es porque en ese mismo año del "retoque", en 1573, el papa Gregorio XIII instituyó la festividad de la Virgen del Rosario, en conmemoración de la victoria cristiana contra los turcos en la batalla de Lepanto, que fue el 7 de octubre de 1571, a fin de propiciar el triunfo de la fe católica.
Y sobre el Retrato de la reina Ana de Austria, te tengo que decir, querido Diario, que éste fue el último trabajo en España de nuestra Sofonisba Anguissola. Y lo hizo pensando en que hiciera pareja con el retrato "retocado" del Rey, Felipe II.
Ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografía de los cuadros Felipe II - 1565-1573 - y Retrato de la reina Ana de Austria - 1573 -, ambos de Sofonisba Anguissola, que se pueden contemplar en la sala 55).
(Fotografía de los cuadros Felipe II - 1565-1573 - y Retrato de la reina Ana de Austria - 1573 -, ambos de Sofonisba Anguissola, que se pueden contemplar en la sala 55).
miércoles, 7 de marzo de 2018
Querido Diario, 7 de marzo de 2018
Querido Diario:
Anteayer fue un día muy importante para mí... mi hijo vino al Museo con su instituto. Y lo mejor fue que vinieron a las salas que yo estaba vigilando.
Y no es por comparar, ni por amor de padre, pero qué grupo más atento al profesor y con qué silencio escuchaban. No como otros muchos grupos de jóvenes que vienen al Museo. Y, lógicamente, he engordado siete kilos más de lo que estoy, pero de orgullo.
Es cierto que como buen joven que es, no ha hecho caso a su padre durante la visita. Ni yo lo esperaba. Simplemente cuando he pasado a su lado, "vigilando" a ese grupo, él me ha guiñado un ojo y ha seguido atento al profesor. Nada más. Y ha hecho bien. A mí ya me tiene muy visto y visitar el Museo no se hace todos los días.
Eso sí, después de la visita les han dado tiempo libre para que visitaran el Museo por libre y él ha venido a verme. Sin salir de mis salas, porque estaba trabajando, le he indicado dónde estaba el cuadro que más le gustaba antes de venir al Museo, los cuadros que más me gustan a mí, más cuadros de pintores que ha descubierto,...
Y ya en casa me ha dicho que le ha encantado el Museo y que quiere volver conmigo, un día que yo libre, para recorrer más salas que no ha podido ver por falta de tiempo. También me ha dicho que, aparte de su cuadro preferido del Museo, ha descubierto que le gusta Tiziano y que va a ser a partir de ahora uno de sus pintores preferidos.
También me ha dicho que le gusta menos mis cuadros preferidos, los de Maíno, porque son más detallista y a él le gusta más los trazos sueltos. Lógico, para gustos están los colores... y además me ha dicho que le gusta Goya. En fin, sin comentario. Repitiendo, para gustos están los colores... y también está Goya.
¡Ah! Que todavía no te he dicho, querido Diario, qué salas me han tocado en este mes. Pues son de la 7 a la 11... que son de la pintura europea y española del siglo XVII, José de Ribera y la primera época Velázquez, entre otros.
Pero hoy no te voy a hablar de ningún cuadro de mis salas, sino de su preferido antes de ir al Museo. Todavía no tengo muy claro si ahora ha cambiado de opinión. Pero no pasa nada...a día de anteayer, su cuadro preferido es, o era, El caballero de la mano en el pecho, pintado por Doménikos Theotokópoulos, más conocido por El Greco, hacia el año 1580.
Ahora entiendo por qué le gustó a mi hijo la pintura de Tiziano, ya que El Greco salió de su Candía natal para ir a Venecia, donde conoció y estudió la obra de Tiziano. Debe ser que la pintura brillante y colorista del veneciano le produjo un fuerte impacto y desde el principio asumió y pintó con el nuevo lenguaje pictórico aprendido en la ciudad de los canales, convirtiéndose en un pintor veneciano.
Sobre el cuadro, representa a un caballero de unos treinta años, vestido a la moda española de finales de los años setenta del siglo XVI. Lleva jubón de seda negra y gorguera blanca en el cuello. Lleva una cadena de oro unido a una medalla que se mete por dentro de la vestimenta, y una espada con empuñadura dorada. La figura está sobre un fondo neutro, de color gris perla con algo de marrón rojizo de la capa de pintura de la preparación del lienzo.
¿Sabes, querido Diario? En algún momento se pensó que podría ser un autorretrato, porque se ha considerado que el gesto de los dedos de la mano representaba una autoafirmación del pintor, aunque no está muy claro ese tema de los dedos juntos.
También se ha pensado que podría ser Miguel de Cervantes... mi paisano, o que podría ser Antonio Pérez, el secretario del rey Felipe II.
Pero últimamente los entendidos se inclinan en pensar que es Juan de Silva y de Ribera, el III Marqués de Montemayor, que era contemporáneo de El Greco y que fue nombrado por Felipe II Alcaide o Jefe Militar del Alcázar de Toledo y Notario Mayor del Reino.
Pero, sinceramente, yo me quedo con que podría ser mi paisano, el complutense Miguel de Cervantes. ¿Que por qué lo digo? Pues muy sencillo, querido Diario. Si te fijas bien, el buen hombre retratado tiene el hombro izquierdo más bajo que el derecho, con una posición algo "deforme". Y hay que pensar que Cervantes fue herido en el brazo izquierdo de unos disparos de trabuco. Por eso le llamaban El manco de Lepanto, aunque no perdió la mano, sino que se le quedó inservible.
Además, Cervantes nació en Alcalá de Henares en 1547 y el cuadro se pintó hacia 1580... cuando Miguel tenía treinta y tres años. Y el hombre representado, como ya te he dicho antes, querido Diario, tendría unos treinta años. ¡¡¡Todo concuerda!!! Por eso yo creo, repito... YO creo que el retratado es Miguel de Cervantes.
Ahora solo falta saber si Juan de Silva y de Ribera, el III Marqués de Montemayor, fue también herido en el brazo izquierdo en alguna otra batalla.
Ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografía del cuadro El caballero de la mano en el pecho - hacia 1580 -, de Doménikos Theotokópoulos, El Greco, que se puede contemplar en la sala 8B).
Anteayer fue un día muy importante para mí... mi hijo vino al Museo con su instituto. Y lo mejor fue que vinieron a las salas que yo estaba vigilando.
Y no es por comparar, ni por amor de padre, pero qué grupo más atento al profesor y con qué silencio escuchaban. No como otros muchos grupos de jóvenes que vienen al Museo. Y, lógicamente, he engordado siete kilos más de lo que estoy, pero de orgullo.
Es cierto que como buen joven que es, no ha hecho caso a su padre durante la visita. Ni yo lo esperaba. Simplemente cuando he pasado a su lado, "vigilando" a ese grupo, él me ha guiñado un ojo y ha seguido atento al profesor. Nada más. Y ha hecho bien. A mí ya me tiene muy visto y visitar el Museo no se hace todos los días.
Eso sí, después de la visita les han dado tiempo libre para que visitaran el Museo por libre y él ha venido a verme. Sin salir de mis salas, porque estaba trabajando, le he indicado dónde estaba el cuadro que más le gustaba antes de venir al Museo, los cuadros que más me gustan a mí, más cuadros de pintores que ha descubierto,...
Y ya en casa me ha dicho que le ha encantado el Museo y que quiere volver conmigo, un día que yo libre, para recorrer más salas que no ha podido ver por falta de tiempo. También me ha dicho que, aparte de su cuadro preferido del Museo, ha descubierto que le gusta Tiziano y que va a ser a partir de ahora uno de sus pintores preferidos.
También me ha dicho que le gusta menos mis cuadros preferidos, los de Maíno, porque son más detallista y a él le gusta más los trazos sueltos. Lógico, para gustos están los colores... y además me ha dicho que le gusta Goya. En fin, sin comentario. Repitiendo, para gustos están los colores... y también está Goya.
¡Ah! Que todavía no te he dicho, querido Diario, qué salas me han tocado en este mes. Pues son de la 7 a la 11... que son de la pintura europea y española del siglo XVII, José de Ribera y la primera época Velázquez, entre otros.
Pero hoy no te voy a hablar de ningún cuadro de mis salas, sino de su preferido antes de ir al Museo. Todavía no tengo muy claro si ahora ha cambiado de opinión. Pero no pasa nada...a día de anteayer, su cuadro preferido es, o era, El caballero de la mano en el pecho, pintado por Doménikos Theotokópoulos, más conocido por El Greco, hacia el año 1580.
Ahora entiendo por qué le gustó a mi hijo la pintura de Tiziano, ya que El Greco salió de su Candía natal para ir a Venecia, donde conoció y estudió la obra de Tiziano. Debe ser que la pintura brillante y colorista del veneciano le produjo un fuerte impacto y desde el principio asumió y pintó con el nuevo lenguaje pictórico aprendido en la ciudad de los canales, convirtiéndose en un pintor veneciano.
Sobre el cuadro, representa a un caballero de unos treinta años, vestido a la moda española de finales de los años setenta del siglo XVI. Lleva jubón de seda negra y gorguera blanca en el cuello. Lleva una cadena de oro unido a una medalla que se mete por dentro de la vestimenta, y una espada con empuñadura dorada. La figura está sobre un fondo neutro, de color gris perla con algo de marrón rojizo de la capa de pintura de la preparación del lienzo.
¿Sabes, querido Diario? En algún momento se pensó que podría ser un autorretrato, porque se ha considerado que el gesto de los dedos de la mano representaba una autoafirmación del pintor, aunque no está muy claro ese tema de los dedos juntos.
También se ha pensado que podría ser Miguel de Cervantes... mi paisano, o que podría ser Antonio Pérez, el secretario del rey Felipe II.
Pero últimamente los entendidos se inclinan en pensar que es Juan de Silva y de Ribera, el III Marqués de Montemayor, que era contemporáneo de El Greco y que fue nombrado por Felipe II Alcaide o Jefe Militar del Alcázar de Toledo y Notario Mayor del Reino.
Pero, sinceramente, yo me quedo con que podría ser mi paisano, el complutense Miguel de Cervantes. ¿Que por qué lo digo? Pues muy sencillo, querido Diario. Si te fijas bien, el buen hombre retratado tiene el hombro izquierdo más bajo que el derecho, con una posición algo "deforme". Y hay que pensar que Cervantes fue herido en el brazo izquierdo de unos disparos de trabuco. Por eso le llamaban El manco de Lepanto, aunque no perdió la mano, sino que se le quedó inservible.
Además, Cervantes nació en Alcalá de Henares en 1547 y el cuadro se pintó hacia 1580... cuando Miguel tenía treinta y tres años. Y el hombre representado, como ya te he dicho antes, querido Diario, tendría unos treinta años. ¡¡¡Todo concuerda!!! Por eso yo creo, repito... YO creo que el retratado es Miguel de Cervantes.
Ahora solo falta saber si Juan de Silva y de Ribera, el III Marqués de Montemayor, fue también herido en el brazo izquierdo en alguna otra batalla.
Ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografía del cuadro El caballero de la mano en el pecho - hacia 1580 -, de Doménikos Theotokópoulos, El Greco, que se puede contemplar en la sala 8B).
jueves, 1 de marzo de 2018
Querido Diario, 1 de marzo de 2018
Querido Diario:
Hoy ha empezado marzo y me ha tocado vigilar, como era de esperar, las mismas salas todo el mes. Como te vas a cansar de escuchar cosas de esas salas, he decidido contarte otras cosas que me han pasado en estos días anteriores y que no te he escrito, siempre y cuando que no pase nada importarte y urgente que comentar, claro.
Y es que hacía mucho tiempo que no me tocaba vigilar la sala 12, la sala de Las Meninas... y hace unos días me tocó, y lo disfruté.
Y lo disfruté porque, estando vigilando, se me acercaron dos señoras con tres niñas. Y una de las madres insistía a una de las niñas, de unos 8 o 9 años a que me hiciera una pregunta. Y ella, cortada...
-No, pregúntaselo tú.
-Venga, pregúntame lo que quieras, que aunque esté serio, no lo soy.
-No, pregúntaselo tú...
Que al final no conseguimos, ni la madre ni yo, que me hiciera la pregunta. Al final fue la mujer la que preguntó...
-Que quiere saber qué estaba pintado Velázquez en ese lienzo del cuadro.
¡¡¡MEEEEGGGG!!! Alarma activada... pregunta sin respuesta...
-La respuesta es la d) No sé, no contesto. Mira, te lo explico... No se sabe qué estaría pintando Velázquez. Unos dicen que podría ser el mismo cuadro de Las Meninas. Otros, que podría ser un retrato de los reyes, y por eso se refleja en el espejo del fondo. Otros dicen que esa escena nunca existió y que Velázquez pintó un lienzo por detrás, pero que podría haber pintado otra cosa... La verdad es que nadie lo sabe.
-¡Ah! Gracias.
Estos hechos animan, porque parece que estamos solamente para reprender con el...
-No fotos, por favor.
... pero esa no es nuestra intención. Nos gusta que de vez en cuando nos pregunten algo de arte, de los cuadros, aunque no sea nuestro cometido el responderles. Porque así nos sentimos más humanos... bueno, más cercanos con los visitantes.
¡Ah! Que se me pasaba contártelo. No sabes lo que oí, querido Diario, de la boca de una profesora. Te cuento...
Llegó un grupo de alumnos de unos 12 o 13 años, con una profesora. Y ésta hizo una pregunta que, horror, preferí no escuchar. Pero lo peor fue la respuesta.
-La menina del centro, la pequeña, ¿quién es?
Al no contestar ninguno de sus alumnos, siguió luciéndose...
-Era la heredera del trono, que se casó con 15 años.
¡¡¡AHHHGGG!!! De tres cosas que ha dicho, solo ha acertado en una.
Primero, la infanta Margarita Teresa de Austria era eso, infanta, y no menina. Las meninas eran damas de compañía que se dedicaban a servir y distraer a la infanta.
Segundo, la infanta Margarita Teresa de Austria no era la heredera del trono. En aquella época el heredero solía ser un varón. Por eso los reyes, sobre todo él, se empecinaba en tener hijos hasta que naciera el varón... y que no se muriese de niño. Y en el año en que se pintó Las Meninas, en 1656, la infanta Margarita tenía una hermana mayor, por parte de padre, que se llamaba María Teresa de Austria, y que en ese caso hubiese sido ella la heredera al trono.
Eso, sí, todo en su justa medida, hay que decir que la profesora acertó en que la infanta Margarita Teresa de Austria se casó con 15 años, con Leopoldo I de Habsburgo, que, por cierto, era tío suyo y, sobre todo, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
Y como veo que la profesora no lo tenía muy claro sobre los personajes, por si ella es una de las cotillas que husmean en este nuestro Diario, he decidido hacerte un repaso rápido de los personajes del cuadro. ¿Te apetece?
Iré de izquierda a derecha...
El primero que vemos es Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, el pintor. ¡Ah! Por cierto, un cotilla... ¿o era una cotilla? No me acuerdo... Bueno, sea quien fuere, me dijo que explicase lo de la cruz roja que tiene Velázquez pintada en el pecho. Pues, bien, es la cruz de la Orden de Santiago. El hecho es que Velázquez no era caballero de esa Orden cuando pintó el cuadro, sino que ingresó tres años después, en 1659. Y dicen las malas lenguas que fue el propio rey Felipe IV el que pintó en el cuadro la cruz en el pecho del pintor, «para aliento de los profesores de esta nobílisima arte». Pero, lógicamente, no está documentado. Seguramente sería el propio Velázquez quien la pintase y otro pintor allegado a él.
Después de Velázquez está María Agustina Sarmiento de Sotomayor, una de las dos meninas que aparecen en el cuadro. Es la que está ofreciendo agua en un búcaro a la Infanta. ¿Que qué es un búcaro? Pues es muy sencillo, querido Diario... es una vasija pequeña de arcilla porosa que refrescaba el agua. Y si te fijas bien, verás que está haciendo un gesto de reclinarse ante la infanta Margarita.
Lógicamente, la siguiente en la lista el la propia infanta Margarita Teresa de Austria, hija de Felipe IV y su segunda esposa, Mariana de Austria, que, por cierto, era sobrina del Rey.
Después está Isabel de Velasco, la otra menina. Se la ve que está haciendo una reverencia. Eso está indicando que está ante los Reyes, que se ven reflejados en el espejo del fondo.
Detrás de la menina Isabel está Marcela de Ulloa, que era la "dueña", es decir, la encargada de cuidar y vigilar a todas las doncellas que rodeaban a la infanta Margarita.
A su lado hay un personaje que no se sabe muy bien quien es. Se dice que es un "guardadamas". Sííííí, ya sé que no lo sabes... un guardadamas era el que iba a caballo al lado del coche de las damas para que nadie les llegase a hablar ni molestar. El dramaturgo Antonio Buero Vallejo escribió una obra de teatro titulada Las Meninas, que no se rompió la cabeza buscando un título más original, y puso nombre a este personaje. Decía que se llama Diego Ruiz de Azcona.
Al lado de la menina Isabel, algo más adelanta, está Mari Bárbola, que era una enana que entró en Palacio en 1651, el año en que nació la infanta Margarita, y le acompañaba siempre en su séquito.
Y a su lado, pisando a un perro mastín español, está Nicolasito Pertusalo, otro enano, que llegó a ser Ayuda de cámara en Palacio.
Y solo me queda un personaje, el que está al fondo, en el dintel de una puerta, en unas escaleras. No se sabe si está entrado o saliendo de la sala. Es José Nieto Velázquez, aposentador de la Reina, que era, más o menos, el responsable de las habitaciones del Palacio y, en los viajes, el responsable de buscar el hospedaje de los Reyes. Parece ser que José Nieto era primo del pintor.
Bueno, después de tanto rollo, ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografía del cuadro Las Meninas - 1656 -, de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, que se puede contemplar en la sala 12).
Hoy ha empezado marzo y me ha tocado vigilar, como era de esperar, las mismas salas todo el mes. Como te vas a cansar de escuchar cosas de esas salas, he decidido contarte otras cosas que me han pasado en estos días anteriores y que no te he escrito, siempre y cuando que no pase nada importarte y urgente que comentar, claro.
Y es que hacía mucho tiempo que no me tocaba vigilar la sala 12, la sala de Las Meninas... y hace unos días me tocó, y lo disfruté.
Y lo disfruté porque, estando vigilando, se me acercaron dos señoras con tres niñas. Y una de las madres insistía a una de las niñas, de unos 8 o 9 años a que me hiciera una pregunta. Y ella, cortada...
-No, pregúntaselo tú.
-Venga, pregúntame lo que quieras, que aunque esté serio, no lo soy.
-No, pregúntaselo tú...
Que al final no conseguimos, ni la madre ni yo, que me hiciera la pregunta. Al final fue la mujer la que preguntó...
-Que quiere saber qué estaba pintado Velázquez en ese lienzo del cuadro.
¡¡¡MEEEEGGGG!!! Alarma activada... pregunta sin respuesta...
-La respuesta es la d) No sé, no contesto. Mira, te lo explico... No se sabe qué estaría pintando Velázquez. Unos dicen que podría ser el mismo cuadro de Las Meninas. Otros, que podría ser un retrato de los reyes, y por eso se refleja en el espejo del fondo. Otros dicen que esa escena nunca existió y que Velázquez pintó un lienzo por detrás, pero que podría haber pintado otra cosa... La verdad es que nadie lo sabe.
-¡Ah! Gracias.
Estos hechos animan, porque parece que estamos solamente para reprender con el...
-No fotos, por favor.
... pero esa no es nuestra intención. Nos gusta que de vez en cuando nos pregunten algo de arte, de los cuadros, aunque no sea nuestro cometido el responderles. Porque así nos sentimos más humanos... bueno, más cercanos con los visitantes.
¡Ah! Que se me pasaba contártelo. No sabes lo que oí, querido Diario, de la boca de una profesora. Te cuento...
Llegó un grupo de alumnos de unos 12 o 13 años, con una profesora. Y ésta hizo una pregunta que, horror, preferí no escuchar. Pero lo peor fue la respuesta.
-La menina del centro, la pequeña, ¿quién es?
Al no contestar ninguno de sus alumnos, siguió luciéndose...
-Era la heredera del trono, que se casó con 15 años.
¡¡¡AHHHGGG!!! De tres cosas que ha dicho, solo ha acertado en una.
Primero, la infanta Margarita Teresa de Austria era eso, infanta, y no menina. Las meninas eran damas de compañía que se dedicaban a servir y distraer a la infanta.
Segundo, la infanta Margarita Teresa de Austria no era la heredera del trono. En aquella época el heredero solía ser un varón. Por eso los reyes, sobre todo él, se empecinaba en tener hijos hasta que naciera el varón... y que no se muriese de niño. Y en el año en que se pintó Las Meninas, en 1656, la infanta Margarita tenía una hermana mayor, por parte de padre, que se llamaba María Teresa de Austria, y que en ese caso hubiese sido ella la heredera al trono.
Eso, sí, todo en su justa medida, hay que decir que la profesora acertó en que la infanta Margarita Teresa de Austria se casó con 15 años, con Leopoldo I de Habsburgo, que, por cierto, era tío suyo y, sobre todo, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
Y como veo que la profesora no lo tenía muy claro sobre los personajes, por si ella es una de las cotillas que husmean en este nuestro Diario, he decidido hacerte un repaso rápido de los personajes del cuadro. ¿Te apetece?
Iré de izquierda a derecha...
El primero que vemos es Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, el pintor. ¡Ah! Por cierto, un cotilla... ¿o era una cotilla? No me acuerdo... Bueno, sea quien fuere, me dijo que explicase lo de la cruz roja que tiene Velázquez pintada en el pecho. Pues, bien, es la cruz de la Orden de Santiago. El hecho es que Velázquez no era caballero de esa Orden cuando pintó el cuadro, sino que ingresó tres años después, en 1659. Y dicen las malas lenguas que fue el propio rey Felipe IV el que pintó en el cuadro la cruz en el pecho del pintor, «para aliento de los profesores de esta nobílisima arte». Pero, lógicamente, no está documentado. Seguramente sería el propio Velázquez quien la pintase y otro pintor allegado a él.
Después de Velázquez está María Agustina Sarmiento de Sotomayor, una de las dos meninas que aparecen en el cuadro. Es la que está ofreciendo agua en un búcaro a la Infanta. ¿Que qué es un búcaro? Pues es muy sencillo, querido Diario... es una vasija pequeña de arcilla porosa que refrescaba el agua. Y si te fijas bien, verás que está haciendo un gesto de reclinarse ante la infanta Margarita.
Lógicamente, la siguiente en la lista el la propia infanta Margarita Teresa de Austria, hija de Felipe IV y su segunda esposa, Mariana de Austria, que, por cierto, era sobrina del Rey.
Después está Isabel de Velasco, la otra menina. Se la ve que está haciendo una reverencia. Eso está indicando que está ante los Reyes, que se ven reflejados en el espejo del fondo.
Detrás de la menina Isabel está Marcela de Ulloa, que era la "dueña", es decir, la encargada de cuidar y vigilar a todas las doncellas que rodeaban a la infanta Margarita.
A su lado hay un personaje que no se sabe muy bien quien es. Se dice que es un "guardadamas". Sííííí, ya sé que no lo sabes... un guardadamas era el que iba a caballo al lado del coche de las damas para que nadie les llegase a hablar ni molestar. El dramaturgo Antonio Buero Vallejo escribió una obra de teatro titulada Las Meninas, que no se rompió la cabeza buscando un título más original, y puso nombre a este personaje. Decía que se llama Diego Ruiz de Azcona.
Al lado de la menina Isabel, algo más adelanta, está Mari Bárbola, que era una enana que entró en Palacio en 1651, el año en que nació la infanta Margarita, y le acompañaba siempre en su séquito.
Y a su lado, pisando a un perro mastín español, está Nicolasito Pertusalo, otro enano, que llegó a ser Ayuda de cámara en Palacio.
Y solo me queda un personaje, el que está al fondo, en el dintel de una puerta, en unas escaleras. No se sabe si está entrado o saliendo de la sala. Es José Nieto Velázquez, aposentador de la Reina, que era, más o menos, el responsable de las habitaciones del Palacio y, en los viajes, el responsable de buscar el hospedaje de los Reyes. Parece ser que José Nieto era primo del pintor.
Bueno, después de tanto rollo, ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografía del cuadro Las Meninas - 1656 -, de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, que se puede contemplar en la sala 12).
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