Querido Diario:
Me da miedo pensar cómo será mi inglés para un nativo. Reconozco que ese idioma lo estudié en mis tiempos mozos y no lo he vuelto a practicar en toda mi vida profesional, excepto ahora, en el Museo. Y, claro, de inglés, lo justo para defenderme. En casa mis hijos se ríen de mi pronunciación, pero no debe ser tan mala porque los visitantes me entienden... o por lo menos eso me dicen. A lo mejor me "regalan los oídos" y después se van a preguntar a otro vigilante que sepa más inglés que yo.
¿Que por qué te cuento esto? Porque hoy me han pasado varias cosas con unos visitantes extranjeros y su español...
Estaba vigilando mis salas cuando se me han acercado dos chicas de unos 16 años y una me ha preguntado...
-¿Dón... de está... un cuadro... de... Francisco Hjola?
El "H" es aspirada, como si fuese una "J". Por eso lo he escrito así... "Hjola". Rápidamente me he dado cuenta que me preguntaban por Francisco de Goya.
Y luego otras dos chicas, esta vez de unos 20 años, americanas, me han preguntado...
-¿El Grüeco?
Y un tercer episodio... se me han acercado una madre con dos niños, de unos 8 y 5 años. Y el niño mayor, con acento extranjero muy marcado, me ha preguntado en un, más o menos, correcto español...
-Quiero ver el cuadro de España que da una llave a Holanda.
Uhm... sé que se refería a La rendición de Breda, de Velázquez, aunque fue al revés, Holanda da la llave a España. Pero, bueno, no estoy aquí para hacer patria, jejeje.
¡Ah! Te cuento esto, querido Diario, no para quejarme de su "mal" español, sino todo lo contrario, para agradecerles que por lo menos se esfuerzan. Porque valoro mucho que, por lo menos lo intenten, al igual que hago yo, más o menos... aunque reconozco que mi inglés es más menos que más.
Y hablando de otros idiomas, hoy se me han acercado cuatro señoras de unos 60 o 65 años y me han empezado a preguntar, las cuatro a la vez, en perfecto inglés. Y yo, lo único que les podía decir era...
-I don't understand you. (No les entiendo)
Y ellas, erre que erre, seguían preguntándome en inglés. Lo único que les entendía era "Velascues"...
Bien, por lo menos sabía que preguntaban por algún cuadro de Velázquez. Hasta que me han enseñado un papel que tenían en varios idiomas y que ponía...
-The pope Barber.
Tal cual. Te lo escribo, querido Diario, como estaba escrito. Y yo pensando...
-¿El papa Barber? En la época de Velázquez los papas se llamaban Clemente, Urbano, Inocencio... pero, ¿Barber?
Hasta que me he rendido y les he tenido que decir...
-I'm sorry. I don't know. (Lo siento. No lo sé)
Luego se lo he preguntado a una compañera y amiga, Ana. Y ella me lo ha aclarado...
-¿The pope Barber? ¡¡¡Noooo!!! Sería "The pope's Barber", El barbero del papa. Pero ya no se llama así...
Y es verdad, querido Diario. Ese cuadro ha cambiado de nombre. Antes se le conocía como El barbero del papa, pero ahora se le denomina Ferdinando Brandani, y lo pintó Diego Rodríguez de Silva y Velázquez en el año 1650.
Es un cuadro pequeño, de 50,5 x 47 centímetros. Y es un retrato que fue pintado durante el segundo viaje que hizo Velázquez a Italia, entre los años 1649 y 1651. Durante muchos años se desconoció la identidad del personaje, y por eso se pensaba que podría ser el barbero del papa Inocencio X. Pero recientemente se ha identificado a este buen hombre como el banquero Ferdinando Brandani, que era una persona cercana a Juan de Córdoba, el agente español que se encargó de Velázquez mientras estuvo en Roma.
Y, claro, su amistad con Juan de Córdoba y su empleo en la corte papal lo convertían en un buen candidato para ser retratado por Velázquez. También hay que decir que Ferdinando Brandani estaba muy interesado por la pintura, ya que también era comerciante y coleccionista de obras de arte.
Ya ves, de barbero a banquero, comerciante y coleccionista.
Ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografía del cuadro Ferdinando Brandani - 1650 -, de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, que se puede contemplar en la sala 15).
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