lunes, 23 de abril de 2018

Querido Diario, 23 de abril de 2018

Querido Diario:

Hoy no sé qué me ha pasado pero me ha dado el día "tonto". Te cuento...

Hoy me ha tocado vigilar las salas de pintura flamenca y española del siglo XVI, es decir, las salas de la 55 a la 58. Son las primeras salas que un visitante encuentra si accede por la entrada "nueva", la de Jerónimos. Pues estaba observando a los visitantes cuando se me han acercado un grupito de cinco chicas de unos veinte años y como locomotoras me han empezado a hablar en perfecto inglés. El primer párrafo lo medio entendí, pero los veintiocho restantes, pues, la verdad, me perdí. Hasta que, con cara de susto, les he dicho...

-¡¡¡HELP!!! ¡¡¡STOP!!! My English is very bad. (¡¡¡SOCORRO!!! ¡¡¡PARAD!!! Mi inglés es muy malo.)

Querían saber si el Museo tenía un itinerario para visitarlo. Eso es lo que entendí. En fin, sí lo tiene, que es el cronológico, pero no se puede hacer en un día. Cuando es en español, lo explico aunque al final lo remato diciendo que no les da tiempo para hacerlo completo y que lo aconsejable es que vean los cuadros de los artistas preferidos, y le indico dónde están los más conocidos. Pero cuando es en inglés...

-The Museum has not a route. I recommend you visit the most famous paintings. (El Museo no tiene una ruta. Yo recomiendo que visiten los cuadros más famosos.)

No sé si se dice así, pero me lo aprendí de memoria de esta manera. Si no es así, querido Diario y queridos cotillas que nos leéis a hurtadillas, decídmelo.

Algo después se me acercaron dos chicos de unos dieciocho años y me preguntaron, esta vez en español...

-¿Dónde están las obras de "El Bosque"?

-Bien, vale... pero no es el bosque, sino El Bosco.

Y luego concluí...

-El Bosco no está en el bosque, sino en la sala 56A. En esta sala, a la izquierda.

Menos mal que se echaron a reír, que si no...

Más tarde me encontré con una pareja de unos treinta años y la mujer estaba alargando la mano peligrosamente a un cuadro...

-Por favor, no se acerque tanto al cuadro.

Dieron un paso hacia atrás, como hacen todos cuando les digo esto, cosa que no entiendo, pero, bueno. Ella me preguntó...

-¿Puedo ponerme aquí?

-Sí, claro, siempre y cuando la mano no atraviese el límite de la cuerda... es que el cuerpo no puede atravesar la cuerda, y le prometo que la mano pertenece al cuerpo.

Y me di media vuelta y me marché para que no me replicaran... y tendrían razón.

Más tarde vi a un matrimonio con dos carritos. En uno llevaban a un bebé que estaba dormido. Y el otro... estaba vacío. Y, ¿dónde estaba el niño? Pues andando, cogiendo las cuerdas de separación de la catenaria... tomándose un biberón.

-Perdone, pero no puede estar el niño solo tomándose el biberón.

-¿Se lo puede tomar si está sentado en la silla?

-La normativa dice que no se debe comer ni beber en las salas, pero como es un niño pequeño, se le puede permitir siempre y cuando esté sentado en la silla y si es posible estando en las salas de descanso.

Como ya había vivido una situación parecida, como te conté el 12 de enero, me puse en tensión. La madre se agachó y le dijo al niño...

-Mira, este hombre me ha dicho que te puedes tomar el bibe, pero solo si te sientas en la silla. ¿Lo hacemos así?

...y yo mirando al niño con cara de pocos amigos. Y sin pensárselo dos veces el niño se agarró a su madre y esta le sentó en su sillita.

-Muchas gracias. Es que si se lo digo yo, no me hace caso. Pero si se lo dice una persona desconocida, obedece.

-No se preocupe. No es la primera vez que tengo que hacer de "poli malo", jejeje.

Y sobre las fotografías, suelo decir que no se pueden hacer fotos a la vez que hago el gesto con las manos de hacer una fotografía con una cámara a la vez que niego con la cabeza. Pues estando en la sala vi a una mujer que se estaba comiendo una barrita energética. Y como está prohibido comer en salas, me acerque...

-Perdone, pero no está permitido comer en el Museo.

... pero cuando se lo dije hice el gesto de negación y el gesto con las manos de no poder hacer fotos. ¡¡¡Me confundí de discurso!!!

En fin, después de contarte estas anécdotas, me toca contarte, querido Diario, un cuadro de estas salas. Y uno del que tengo muy, muy, muy buen recuerdo es Perejón, bufón del Conde de Benavente y del gran Duque de Alba, que pintó Antonio Moro hacia el año 1560. ¿Y sabes por qué me encanta esta cuadro, querido Diario? Pues te cuento...

Es que yo, aparte de ser vigilante de sala del Museo soy mago aficionado. Llevo más de veinte años haciendo magias por donde puedo... y me dejan, jejeje. Mi nombre artístico es Juan Suricalday... así de sencillo.

Y todos los años el Museo hace una fiesta de Reyes Magos para los hijos de los trabajadores. Y, cómo no, actúo como mago... y es ahí donde pongo todas mis dotes magias para amenizar durante un rato la espera de la llegada de Sus Majestades de Oriente. Bueno, yo pongo mis dotes mágicas, pero otros compañeros ponen sus dotes musicales, bailarines,... todas con mucho humor y mucho cariño. Estamos hablando ni más ni menos de que estamos esperando la llegada de Sus Majestades de Oriente, que es una cosa muy importante.

Y el año pasado me preparé una pequeña actuación basándome en los cuadros del Museo. Me disfracé del bufón Perejón. Y, a la vez que se proyectaban cuadros del Museo, hablaba de ellos y luego hacía una magia referente al cuadro. Por ejemplo, mostré La Adoración de los Reyes Magos, de mi querido fray Juan Bautista Maíno, y hablé de la estrella de Navidad que se ve en la parte de arriba del cuadro he hice una magia en la que recogía estrellas-luces del cielo y las metía en un pañuelo en forma de bolsa. Y luego, al extender el pañuelo había en él una estrella de luces... las luces que había recogido.

También se proyectó el cuadro El bufón Barbarroja, don Cristóbal de Castañeda y Pernia, que pintó Velázquez hacia el año 1633. Y como tiene una espada, hice una magia en la que una persona elegía una carta y luego se mezclaba entre la baraja, las lanzaba hacia arriba y yo clavaba una carta en una espada... la carta elegida.

Y para terminar se mostró el cuadro de La nevada o El Invierno, de Goya que pintó en 1786. Y como su propio nombre indica, cogí un papel y con papiroflexia hice un copo de nieve con él y luego, despues de hacer una bola con el papel, cogí un abanico y dando aire al puño donde estaba la bola de papel, cree una tormenta de nieve en el escenario. Este número de magia es muy espectacular y gusta mucho a todos... menos al personal de limpieza, pero no entiendo por qué.

En fin, volviendo al cuadro de Perejón, el retratado se llamaba Pero Hernández de la Cruz, y era el criado del Conde de Benavente. Según cuentan las crónicas, este bufón gustaba mucho al príncipe Felipe, el futuro Felipe II, y participó en muchas fiestas organizadas por él, recibiendo muchos trajes y ricos regalos, por lo menos desde 1544. Perejón estaba casado y tuvo varios hijos, y poseía unas casas en Benavente. Desde el balcón de una de ellas el príncipe Felipe y su hijo don Carlos vieron correr cinco torsos, allá por 1554, y luego asistieron al bautizo del hijo de Perejón, apadrinado por el Duque de Alba.

Sobre el cuadro, Antonio Moro pintó a Perejón de cuerpo entero, a escala natural, más o menos, ya que no se sabe bien su estatura real. Se le ve de pie ante un fondo oscuro, sin ninguna referencia espacial.

Su cabeza es grande, sus piernas cortas y su mano derecha deforme, con la que sujeta una baraja de cartas. Estas características nos dan a entender su ocupación, el "oficio de burlas".

Con una técnica muy minuciosa y con su característica objetividad, Antonio Moro nos muestra a Perejón vestido como un cortesana, es decir, con un tabardo y una gorra, ambos negros. ¡Ah! Un tabardo es una especie de abrigo amplio y largo, de paño generalmente tosco, y con aberturas laterales para sacar las manos, sin mangas o con mangas fijas o de recambio. También lleva calzones sobre calzas de seda blanca, zapatos acuchillados y espada al cinto.

Te puedes imaginar, querido Diario, lo "guapo" que estaba yo disfrazado de Perejón.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía del cuadro Perejon, bufon del Conde de Benavente y del gran Duque de Alba - hacia 1560 -, de Antonio Moro, que se puede contemplar en la sala 56).

miércoles, 18 de abril de 2018

Querido Diario, 18 de abril de 2018

Querido Diario:

Hacía mucho tiempo que no me tocaba vigilar la sala 12, la sala de Las Meninas... pues hoy ha sido.

Y me he sentido como si estuviera en el parque... un chico comiendo frutos secos tirándolos hacia arriba y cazándolos con la boca, una chica joven peinándose mirándose en el móvil, una mujer delante de Las Meninas pintándose los labios, otra dándose crema en las manos, niños corriendo alrededor de los padres y estos mirándolos divertidos, un oriental haciendo estiramientos o tai chi,  no sé muy bien, delante de un cuadro,... lo normal en un Museo, digo yo. No sé si se me nota el tono irónico. En fin, no hablo de normativa, sino de sentido común.

Pero, bueno, no todo ha sido ver cosas "curiosas"... también las he oído...

-¿Me puede decir dónde están los aseos más cercanos?

-Saliendo por esa sala, a la derecha hay una escalera. Tiene que bajar dos tramos y ahí están los aseos más cercanos.

-Tengo que subir dos tramos.

-No, no. Tiene que bajar dos tramos.

-Ya, si le he entendido. Pero luego tengo que subirlos para volver aquí.

Y me he dado media vuelta, riéndome por adentro... por no llorar.

Además, hoy he descubierto que también tenemos que saber de historia. Te cuento...

Estando en la sala 12, la sala de Las Meninas y de muchos cuadros relacionados con la familia de Felipe IV, se me ha acercado un señor de unos cincuenta y cinco años y me ha preguntado...

-¿Dónde está la sala de los Borbones de Velázquez?

-Bueno... es esta sala, la 12, pero no son Borbones, sino Austrias. Los Borbones llegaron a España en el año 1700 con Felipe V, y Velázquez era el pintor de Felipe IV, de la familia de los Austria.

No sé si ha sido una pedantería por mi parte, pero es que me ha salido así. Soy así de "especialito". De todas formas, los cuadros de la familia real pintados por Velázquez estaban en esa sala.

Y hablado de esta sala 12, la de Las Meninas, ¿de qué cuadro te crees que te voy a hablar? ¡¡¡PUES NO!!! Hoy voy a cambiar, jejeje. Hoy te quiero hablar del "hermano gemelo" del rey Felipe IV.

Y es que Velázquez pintó a Felipe IV en 1623. Y entre los años 1626 y 1627 pintó a El infante don Carlos y no, no era el hermano gemelo del rey, sino que era hermano menor... dos años menor. Eso, sí, tienen tanto aire familiar que podrían pasar por gemelos... es más, durante mucho tiempo se pensó que este cuadro representaba al propio monarca.

Don Carlos, como infante, no tenía asociada ninguna responsabilidad de gobierno. Por eso, como no tenía atributos con qué pintarle, Velázquez aprovechó para resaltar su elegante indumentaria a la vez que pintó detalles que en un principio podrían ser insignificantes, pero que dan al retrato, y al retratado, una distinción, como por ejemplo, la mano derecha, que sostiene un gran sombrero, o la mano izquierda, que apenas sujeta el guante que está a punto de caerse.

Pero, claro, no te puedo hablar del infante don Carlos, querido Diario, sin hablar de su hermano mayor, el rey Felipe IV.

Velázquez le pintó en 1623, cuando tenía dieciocho años. Y le retrató en una imagen austera, vestido de negro, de pie junto a un bufete. La mano izquierda se apoya sobre el pomo de una espada. Y detrás, en el bufete, descansa un sobrero de copa. Estos dos artilugios, la espada y el sombrero, según los entendidos, "aluden a la administración de justicia y a la defensa de sus reinos". Y si te fijas bien, querido Diario, a la altura de la cintura le cuelga el Toisón de oro, que es el símbolo de su linaje. Y en la mano derecha sostiene un papel, que hace referencia a sus responsabilidades administrativas.

Pero la historia de este cuadro no terminó en 1623... después de pintar a su hermano don Carlos, Velázquez volvió a trabajar en este cuadro del rey en 1628, cambiándole la cara al monarca, actualizándolo a su edad, veintitrés años.

Y me imagino que te habrás dado cuenta, querido Diario, que el rey tiene "tres piernas"...

Bueno, eso se llama "arrepentimientos" del pintor, es decir, las modificaciones que se hacían si lo que habías pintado no te gustaba. Normalmente se tapaban con una capa de pintura gruesa y no se notaban, pero Velázquez los cubría con "veladuras", que eran capas muy delgadas de pintura, que con el tiempo han perdido fuerza y se han ido transparentado, mostrando los arrepentimientos. Por eso se ve la "tercera pierna" del rey.

Es más, no solo la pierna derecha era un arrepentimiento... si te fijas bien, también modificó el vuelo de la capa.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografías de los cuadros El infante don Carlos - 1626-1627 - y Felipe IV - 1623 y 1628 -, los dos de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, que se pueden contemplar en la sala 12).

lunes, 16 de abril de 2018

Querido Diario, 16 de abril de 2018

Querido Diario:

Hoy he librado, pero me acuerdo un par de anécdotas que me pasaron en el mismo día, hace una semana, más o menos...

Me tocaba vigilar las salas donde están los cuadros de Rafael. Bueno, en el Museo tenemos mucha confianza con él y le llamamos simplemente por su nombre, pero en los demás lugares de la tierra se le conoce por Rafael Sanzio y también como Rafael de Urbino. Pero nosotros somos más chulos que nadie y le llamamos simplemente por su nombre, Rafael.

En fin, estaba vigilando esas salas cuando se me acercó una joven de unos diecinueve o veinte años, un poco alterada, y me preguntó...

-¿Me puede decir dónde está el cuadro Sagrada Familia del Cordero de Rafael? Es que he venido varias veces al Museo del Prado buscando este cuadro, me han dicho que está aquí pero no lo encuentro.

-Es ese cuadro.

-¡Ah, claro! Es que me lo imaginaba más grande. Muchas gracias.

Y es que es verdad, querido Diario. La Sagrada Familia del Cordero es un cuadro muy pequeño y pasa desapercibido si no estás muy atento. Solo mide 21,5 x 28 centímetros... más pequeño que un folio. Eso sí, es precioso.

¿Sabes? Este cuadrito lo pintó Rafael en el año 1507 y está inspirado en un dibujo preparatorio de Leonardo da Vinci para el altar mayor de la Annunciata de Florencia. Y aunque el dibujo de Leonardo se ha perdido y el altar nunca se llegó a realizar, se sabe, por una copia que está en una colección privada, que mostraba a santa Ana sujetando a la Virgen, quien a su vez trataba de impedir que su hijo abrazase al cordero.

Si te fijas bien, querido Diario, la tabla de Rafael, porque este cuadrito está pintado al óleo sobre una tabla, muestra a la Virgen María, al Niño y al cordero, pero santa Ana ha sido sustituida por san José. Además Rafael modifica un poco la escena... la Virgen está ayudando al su Hijo a abrazar al cordero mientras que san José les mira atento y reflexivo.

En fin, volviendo al día que estaba vigilando la sala de Rafael, después del episodio de la joven "buscadora y no encontradora", vi a unos padres con su hija de unos seis o siete años. La madre le preguntó a la niña...

-De todos estos cuadros, ¿cuál te gustaría llevarte a casa?

Y el padre le saltó sin pensárselo...

-Hipotéticamente hablando, ¿verdad?

A lo que la madre le contestó...

-Si, sí, claro. Si empezamos a comprarlos, ya sabes que no pararíamos.

Quiero pensar que estaban irónicamente hablando, porque cada cuadro de estos deben valer muchos millones de euros. Pero, ¿quién sabe? A lo mejor eran unos millonarios que no saben qué hacer con el dinero y si la niña dice que le gusta un cuadro, van a por él.

Al final, después de que la niña recorriera toda la sala con la mirada, señaló uno...

-Éste.

Y señaló ni más ni menos que la Sagrada Familia, llamada la Perla, que pintó Rafael Sanzio, bueno... Rafael, que estamos en el Museo y hay que llamarle así, y que pintó hacia el año 1518.

Ah, ¿sabes por qué se llama así este cuadro, querido Diario? Ya me imaginaba que no... yo tampoco lo sabía. Y me acuerdo que una semana antes, casualidades de la vida, volvíamos a casa en tren un compañero y amigo, Tomás, y yo, y empezamos a hablar de esa sala. A él le tocaba vigilarla todo el mes. Y empezamos a recordar los cuadros de la "Sagrada Familia" que tenía Rafael en el Museo, hasta que llegó el tema de esta Sagrada Familia, llamada la Perla...

-¿Sabes por qué se llama la Perla, Tomás?

-Pues será porque tiene una perla dibujada, como el cuadro de la Sagrada Familia con Rafael, Tobías y San Jerónimo, que se le conoce más por la Virgen del pez porque Tobías tiene un pez en la mano... vamos a investigarlo por internet.

Y sacó su móvil y se puso a buscar el cuadro de La Perla en la página web del Museo del Prado. Y empezamos a rebuscar por todos los lados la famosa perla y... nada. No la encontrábamos.

-Mira la explicación del cuadro, que a lo mejor ahí lo pone.

Efectivamente, querido Diario. Ahí estaba escrito el misterio. ¿Sabes? Se llama así, no porque haya una perla dibujada, sino porque cuando se lo regalaron al rey Felipe IV, éste al verla exclamó...

-He aquí la perla de mis cuadros.

Y de ahí el sobrenombre de "La Perla". Por cierto, desde entonces se le denomina así en varios inventarios.

En este cuadro vemos a la Virgen María, al Niño Jesús, a san Juan Bautista, aunque todo el mundo le dice "san Juanito", a santa Ana, la madre de la Virgen, y a san José.

Y vemos que el Niño Jesús está sentado en las rodillas de su Madre y apoya el pie izquierdo sobre una cuna de mimbre. San Juanito está de pie frente a Jesús y le ofrece unas frutas que tiene dentro de su pelliza. Santa Ana está arrodillada detrás de su nieto, con los ojos cerrados en actitud de meditación, arropada por el abrazo de su hija. Al fondo, al lado derecho, entre unos edificios en ruinas y un puente, tras el vano de una ventana está san José.

Y si te fijas bien, querido Diario, en primer plano, debajo del pie izquierdo de san Juanito, junto a una piedra más o menos grande, hay una concha marina... pero sin perla.

Y después de todo este rollo, me gustaría preguntarte sobre una duda razonable que siempre, siempre, siempre, me ha llamado la atención. Y es... si la Virgen María, san José y santa Ana están vestidos hasta la cabeza, ¿por qué pintan al Niño Jesús solo con unos pañales? Vale que en el Evangelio de san Lucas pone...

"Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito , lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada". (Lc 2, 6-7)

Pero no me imagino a la Virgen María ser tan mala madre que SOLO le tapase con un pañal. Supongo que tendrá que tener un significado iconográfico. Me imagino que quiere decir que Jesús, el Dios Hijo, se hizo hombre... con toda la sencillez, humildad y pobreza del hombre. Por eso solo fue envuelto con unos simples pañales.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografías de los cuadros Sagrada Familia del Cordero - 1507 - y Sagrada Familia, llamada la Perla - hacia 1518 -, los dos de Rafael, que se pueden contemplar en la sala 49).

sábado, 14 de abril de 2018

Querido Diario, 14 de abril de 2018

Querido Diario:

Sé que para gustos están los colores... y los cuadros. Si me dijeran que tuviera que elegir a un pintor, sin pensarlo dos veces diría fray Juan Bautista Maíno. ¿Y a ti, querido Diario? Y me voy a atrever a cotillear a tus queridos cotillas... ¿Y a vosotros?

No preguntaré cuál es el pintor que menos os gusta, porque el mío ya es bien conocido, jejeje.

Y si un vigilante pudiese elegir una época para vigilar en exclusiva, yo me pediría el siglo XIX de España, y en especial la Pintura de historia.

Pero hay que reconocer que todo el siglo XIX en España es muy interesante, pictóricamente hablando, claro, ya que abarcó muchos estilos.

En España, el siglo XIX empezó con Goya... no todo es perfecto... con perdón hacia los admiradores de este pintor. Pero después surgió el Neoclasicismo que venía de Francia, en un principio con un marcado estilo académico.

Después llegó el Romanticismo con retraso respecto a otros lugares de Europa. Se debió en parte por el reinado de Fernando VII y por la falta de una burguesía fuerte, que era el principal público del arte romántico. Este movimiento entró en España a partir de la década de 1830, y llegó, como el Neoclasicismo, por pintores formados en París y en Roma. Por un lado estaba el Romanticismo moderado, que no ponía en cuestión el sistema académico. Y por otro lado estaba el movimiento Costumbrista, que por un lado seguía la técnica pictórica de Goya y por otro mostraban los tipos y costumbres del pueblo español.

A mediados del siglo XIX surgió el Realismo, adquiriendo importancia la Pintura de historia española, por la entrada de ideas nacionalistas. Buscaban la verosimilitud en los paisajes, los personajes y la escenas, dando mucha importancia a los detalles. Contribuyeron al desarrollo de este género las Exposiciones Nacionales, que habían sido instauradas en 1856, ya que las pinturas de historia solían alcanzar los galardones más importantes.

Además de la Pintura de historia, el Realismo mostró otros géneros como el paisaje, que se consideraba un arte menor pero que alcanzó gran relevancia en esta época, y el retrato.

Bueno, después de todo este rollo que te he metido, querido Diario, te tengo que decir que hoy he tenido suerte porque he estado haciendo relevos en las salas del siglo XIX.

Y mirando los cuadros de estas salas, buscando de cuál hablarte, me ha llamado la atención uno en especial... y reconozco que no es de historia, que era la primera opción.

Se titula Recuerdos de Granada, y lo pintó Antonio Muñoz Degrain en 1881. Y es que este pintor valenciano cayó rendido al encanto de Granada y pintó muchos cuadros recordando el pasado nazarí, que tuvieron casi siempre como escenario la Alambra y sus alrededores, y los rincones más pintorescos de la esta ciudad.

¿Sabes, querido Diario? Este cuadro se le conoce tradicionalmente como Chubasco en Granada, pero como te he dicho, su título verdadero es Recuerdos de Granada, que fue el que le puso Muñoz Degrain cuando lo presentó en la Exposición Nacional de 1881. Y se trata de un paisaje de la esquina de la calle que bordea el río Darro y que sube hacia el barrio del Albaicín.

No sé muy bien cuál fue el motivo por el que me atrajo este cuadro, pero una vez delante de él me encantó esa tarde de tormenta... bueno, te he dicho esa tarde porque yo he querido, pero podría ser por la mañana... no, me pega más por la tarde. ¿Y a ti?

A lo que iba, me encantó esa tarde de tormenta con las calles absolutamente desiertas, las ramas de los árboles retorcidas, la tromba de agua corriendo por los canalones y los tejados, las nubes rasgadas por la cortina de agua en el horizonte,... ¡¡¡Espectacular!!! Es más, si me dicen que es un pueblo de Asturias, por las lluvias, me lo creo. Me recuerda los veranos que me pasaba de niño en Luarca, un pueblo costero de Asturias, que, aun siendo el mes de julio, muchas tardes caía una lluvia igual que la del cuadro... ¡¡¡Ay, qué recuerdos!!! Y qué recuerdos tendría Muñoz Degrain para llamarlo así.

Y cuanto más lo miraba, más detalles sacaba. Aparte del la cortina de agua del fondo y su cielo gris plomizo, se aprecia la luz del farolillo en el callejón, el chorro de agua que se lleva el viento al caer por los canalillos del caserón de la izquierda, la lluvia que rebota en la balconada, el suelo encharcado, la lluvia que cae del tejado del mirador de la derecha,...

En fin, que me he pasado un buen rato mirándolo.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía del cuadro Recuerdos de Granada - 1881 -, de Antonio Muñoz Degrain, que se puede contemplar en la sala 62A).

jueves, 12 de abril de 2018

Querido Diario, 12 de abril de 2018

Querido Diario:

Hoy ha sido un día raro. Por un lado me ha dado un bajón, pero luego me ha dado un subidón. Te cuento...

Me ha tocado vigilar las salas de El Greco, y he comprobado que algunas obras de arte estaban prestadas para una exposición temporal en Nueva York. Por eso el Museo ha tenido que añadir a estas salas otras obras, pero esta vez de Maíno... sí, mi querido fray Juan Bautista Maíno, y de Luis Tristán.

Bueno, a lo que iba... el bajón me lo han dado un grupo de jóvenes de unos 17 años. Y me ha dado bajón por su ignorancia. ¿Esta es la juventud que estamos formando? Te tengo que decir, querido Diario, que no era un grupo español, pero no te puedo ni quiero dar más información sobre ellos. La profesora estaba explicando, en perfecto español pero lento para que la entendieran, el cuadro Pentecostés, que pintó El Greco hacia el año 1600. Y la profesora ha preguntado...

-En la parte de arriba hay una paloma. ¿Qué significa la paloma?

Y un joven contestó...

-La paz.

Bueeeeno... síííí... la paloma puede representar la paz. Pero en este caso va a ser que no. ¿¿¿No sabían que la paloma representa a Dios Espíritu Santo???

Siguieron...

-¿Y por qué tienen una llama encima de la cabeza?

-Para hacer un ritual y quemarse todos juntos.

¡¡¡EHHH!!! Te lo prometo, querido Diario. Eso es lo que dijo. Lo apunté en el papel que llevo siempre en el bolsillo de la chaqueta para que no se me olvidara. No sé si estaba de cachondeo o lo ha dicho porque lo sentía, pero... ¡¡¡Esta es la juventud que nos precede!!! Miedo me da.

Pero la cosa continuó...

-Estos cuadros estaban en el retablo mayor de la iglesia del Colegio de la Encarnación, de Madrid. ¿Sabéis lo que es un retablo?

-No...

Sin comentarios... sobre los estudiantes. Y digo esto porque la culpa no es solo de la juventud, sino también la tenía la profesora. Me explico...

Ya no estaban con el Pentecostés, sino que se habían ido a ver la Adoración de los pastores, que pintó El Greco entre los años 1612 y 1614. Como bien podrás comprobar en la fotografía que he pegado al lado, querido Diario, la luz que alumbra a los personajes del cuadro "nace" del Niño Jesús. Y la profesora se explayó de lo lindo...

-Cuando tenemos una idea decimos que "se me ha encendido la bombilla". Por eso El Greco pintó al Niño como una lámpara que ilumina a los demás personajes. Es porque significa "la sabiduría"...

¡¡¡Ay, Dios mío!!! Ya lo entiendo todo... si así son las explicaciones que da en clase, ya entiendo el porqué los jóvenes no saben nada de nada.

Primero, en la época de El Greco no existían las bombillas. Por tanto no podría existir esa expresión. Y me imagino que tampoco existiría la idea. Aunque a lo mejor se decía "se me he encendido la vela". No lo sé. Pero lo que sí sé es que la luz que sale del Niño Jesús significa otra cosa. Es una alusión al Evangelio del San Juan, cuando dice...

"Jesús les habló de nuevo diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida»". (Jn 8, 12)

Por tanto, la luz no significa "sabiduría" sino "la luz que alumbra al mundo".

Menos mal que se marcharon al poco tiempo de oír estas barbaridades y me pude tranquilizar, pero poco... En la sala había un matrimonio mayor, jubilados, y una chica de unos veinte años con una cámara buena. Yo estaba paseando cuando oigo el típico "clic" de una fotografía. Me giro y mientras me voy acercando a ella voy diciendo...

-No fotos, por favor... No pictures, please... No fotos, por favor.

Tres veces, dos en español y una en inglés. Claro, se le empezó a funcionar el tímpano cuando yo estaba a un metro de ella...

-¿Es a mí?

Miré a los lados y dije...

-Estamos cuatro personas en la sala y solo usted está haciendo fotos... Sí, es a usted.

-Ah, vale.

Reconozco que no sé si ha sido la contestación más políticamente correcta, pero me ha salido del alma... y seguro que los chicos de antes tampoco sabrán lo que es el alma.

Pero, bueno, al principio te he dicho que me ha dado un bajón, pero también me he animado después. Y es que, estando en mis salas, ha entrado un religioso carmelita. En el Museo he visto sacerdotes con clériman, que es una camisa con el cuello especial para sujetar el "alzacuellos", que a su vez es una tira blanca, normalmente de plástico, que es el distintivo de su condición sacerdotal. También he visto sacerdotes con sotana, a monjas, a religiosos franciscanos con su hábito,... pero nunca había visto a un carmelita. Y es que tengo que reconocer que tengo devoción por los carmelitas, porque de pequeño fui monaguillo en un monasterio de carmelitas descalzos y tengo muy buenos recuerdos de aquella época.

Pues el carmelita iba mirando cuadro a cuadro con mucha devoción. Es más, yo diría que incluso estuvo rezando delante de más de uno.

Estaba yo expectante para que se fijara en un cuadro en especial, pero cuando acabó de ver los cuadros de la segunda sala, en vez de entrar a la tercera, se empezó a dirigir hacia la puerta de salida de las salas de El Greco. Y ni corto ni perezoso me abalancé sobre él...

-Perdone, ¿es usted carmelita?

Se miró de arriba a abajo y me contestó...

-Sí, claro.

-Es que me gustaría enseñarle un cuadro que creo que le va a gustar.

Y le dirigí a la tercera sala y le puse delante del cuadro en cuestión.

-Muchas, muchas, muchas gracias.

Y se quedó ensimismado durante unos diez minutos contemplando la pintura.

Me imagino que te preguntarás que qué cuadro es, ¿verdad, querido Diario? Si ya lo sabía... es el Retrato de un carmelita, que pintó Luis Tristán hacia el año 1620.

Poco te puedo decir sobre este cuadro, querido Diario. Simplemente que desde finales del siglo XVI a las órdenes religiosas les dio por solicitar retratos de los religiosos más afamados por sus virtudes o por su actividad intelectual.

El problema sobre este cuadro es que no se sabe quién es el retratado. El hábito nos revela solamente que era un carmelita, y que los libros que se ven abiertos sobre la mesa nos puede dar a entender que era un escritor de la orden o un estudioso.

Sobre el retratado no te puedo contar más, pero hay que decir que Luis Tristán lo pintó con gran expresividad, ya que logró transmitir los rasgos del rostro de manera muy eficaz. Además, jugó con la creación de dos grandes superficies de color que contrastan mucho entre sí... el oscuro del fondo y los blancos de la capa del hábito. Y además, el contraste actúa como marco de las zonas de mayor valor expresivo... las manos y la cara.

Sin más que poder decirte... ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografías de los cuadros Pentecostés - hacia 1600 -, de El Greco, que se puede contemplar en la sala 9B; Adoración de los pastores - 1612-1614 -, de El Greco, que se puede contemplar en la sala 10B; y Retrato de un carmelita - hacia 1620 -, de Luis Tristán, que se puede contemplar en la sala 8B).

domingo, 8 de abril de 2018

Querido Diario, 8 de abril de 2018

Querido Diario:

A ver si me puedes ayudar... de la frase "No se puede comer en el Museo", ¿qué parte es tan complicada que no se entiende con claridad? Es que hay gente que no lo entiende.

Hace unos meses, estando en las salas de los cartones de Goya me encontré a una mujer de unos cincuenta años comiéndose una pera por las salas. Cuando le dije...

-Perdone, pero no se puede comer en el Museo excepto en la cafetería.

... ella levantó la mano, señalándome la pera, para demostrarse que solo era una fruta. Si ya sé que era una fruta, pero en mi pueblo, una pera es comida... y supongo que en el suyo también.

Luego, cuando hice la requisa por todas las salas y el aseo, me encontré el corazón de la pera, sí, ya solo el corazón en la papelera del cuarto de aseo. Yo no sé cómo son las cafeterías en su pueblo, pero en el mío no se parece en nada a un aseo.

Comentándoselo a una compañera, me contó que hacía un mes, más o menos, se encontró un corazón de manzana en la mesa de apoyo del tríptico de El jardín de las delicias, de El Bosco.

Primero, no se puede comer en el Museo.

Y segundo, qué guarrería es esa de dejar las sobras de una manzana la lado de una obra de arte de más de quinientos años. Vale, es cierto que el Museo no tiene papeleras, yo no he visto papeleras en ningún Museo, pero eso no es excusa. Si no sabes qué hacer con algo, lo quieres tirar y no ves ninguna papelera, pregunta, digo yo. Ya te indicaremos dónde está la más cercana, que es en las entradas al Museo.

Y hablando de la basura, no sé si hay una normativa sobre las papeleras en los Museos. Te prometo, querido Diario, que la he buscado, pero no he encontrado nada al respecto. Quiero entender que la ausencia de papeleras es tanto por estética como por seguridad. Sí, seguridad. Ya no se puede fumar en los sitios cerrados y me imagino que en los museos estaría prohibido de siempre, pero si algún loco quiere tirar una cerilla encendida en una papelera que estuviese en una sala expositiva... no me lo quiero ni imaginar qué pararía.

¡Ah! Pero lo más llamativo que me pasó hace unos días estando vigilando, me encontré con un señor de unos treinta y cinco años, más o menos, que me sacaría tres cabezas de alto y dos cuerpos de ancho por la altura de los hombros... es decir, un cachas. Y se estaba comiendo un chupa-chups, ese caramelo con palo que tomaba el agente Kojak. Siempre y cuando esté en la boca, un caramelo es un caramelo y se puede tomar en el Museo, pero si se lleva en la mano, señalando a los cuadros como estaba haciendo mi visitante, pues no está permitido.

-Perdone, pero no se puede comer chupa-chups en la salas expositivas.

No era español, pero lo entendió rápidamente. Y rápidamente me preguntó en su idioma, cosa que no entendí de palabra pero sí por los gestos que me hacía, que si no teníamos papeleras.

-No, el Museo no puede tener papeleras.

Bueno, le dije "no puede" aunque como te he dicho antes, no sé si no puede o "no quiere" por estética.

Seguía sin ser español, pero esto también lo entendió rápidamente. Solución... se puso el chupa-chups en las muelas y lo machacó de un solo mordico. Así, sin más, sin ningún esfuerzo, como el que se come unas pipas. Menos mal que lo entendió y no se enfadó conmigo, que si no...

Y hablando de comer en el Museo... bueno, de NO comer en el Museo, la única persona que puede comer en el Museo del Prado es el rey Carlos III, que lo hizo ante su corte.

Sí, como te habrás podido imaginar, querido Diario, te estoy hablando de un cuadro. Se titula, como no, Carlos III comiendo ante su corte, y lo pintó Luis Paret y Alcazar en el año 1775.

Síííí, ya lo séééé... los que ponen los títulos a los cuadros no se lo curran mucho. Pero, bueno, es lo que hay, jejeje.

Y hablando de la temática de la obra, hay que decir que no era muy frecuente la representación de un personaje real a la mesa. Pero, es cierto que en la Corte de Carlos III, la comida del Rey era un acto social más que un acto íntimo y se acompañaba de un ceremonial muy estricto... demasiado estricto. Y Paret debió conocer muy bien las costumbres del Monarca ya que era el pintor a sueldo del infante don Luis, el hermano menor del rey.

En el cuadro se puede apreciar al rey Carlos III que está sentado a la mesa en presencia de sus ministros, embajadores, sirvientes y perros de caza favoritos, justamente cuando se dispone a beber de la copa, supongo que de vino, que le ofrece un criado que dobla la rodilla.

No hay que fijarse mucho, querido Diario, para darse cuenta que el salón está decorado con vistosos tapices de asunto mitológico. El de la izquierda representa el sacrifico de Ifigenia, que simboliza e patriotismo, visto en el sacrificio de Ifigenia, que legitima a su padre Agamenón para atacar a Troya.

Al lado de este tapiz hay una puerta y al lado derecho de ésta, está el tapiz de Mercurio y Herse, haciendo referencia al amor, sugerido por la pasión de Mercurio y Herse.

A su lado derecho hay otra puerta más estrecha y al lado está el tapiz de Diana con un perro de caza, representando la caza, indicada por Diana, su diosa tutelar.

Y al lado derecho del cuadro está el tapiz de Venus en la fragua de Vulcano, que simboliza el honor militar, insinuado por la armadura que hizo Vulcano para Eneas, el hijo de Venus y el futuro conquistador de Roma.

Y te he dicho lo que representan esos tapices porque ese salón existe. Es una antecámara del Palacio Real de Madrid. Pero estaba decorada con tapices de la historia de José, no con escenas mitológicas. Y según dicen los expertos, el pintor pudo haber escogido estas escenas en función de la ceremonia que se desarrollaba abajo o como alusión a los pensamientos íntimos del rey.

Y al techo le pasa lo mismo. En el cuadro vemos que está pintado al fresco en estilo barroco, se distinguen dos dioses fluviales entre nubes que parecen derramarse sobre la estancia, y que parece una  imitación libre del techo de Giovanni Battista Tiepolo en el Salón del trono. Pero lo que verdaderamente está pintado en el techo real es La apoteosis de Hércules, pintado por Raphael Mengs.

Y, como también dicen lo que entienden de estas cosas, más que reflejar la escena con exactitud, se diría que Paret ha puesto en ella un sutil toque de humor.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía del cuadro Carlos III comiendo ante su corte - 1775 -, de Luis Paret y Alcazar, que se puede contemplar en la sala 93).

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sábado, 7 de abril de 2018

Querido Diario, 7 de abril de 2018

Querido Diario:

Siempre he dicho que nos tendrían que pagar un plus por adivinos. Anthony Blake sería un buen vigilante de sala. Te cuento...

-Where is The Fourth of May?... of Goya! (¿Dónde está El cuatro de mayo?... ¡de Goya!)

Me dieron ganas de contestar...

-En el calendario, porque en el Museo, no.

Pero, bueno, me imaginé que era un visitante de Estados Unidos y pensé que había relacionado su 4 de julio con los sucesos en Madrid del 3 y 4 de mayo de 1808.

-Downstairs, in room 64. (En el piso de abajo, en la sala 64)

Se lo comenté a mi compañera Rocio y me comentó que un día a ella le preguntarnos...

-¿Dónde está El jardín de las tres delicias?

En fin, verdaderamente el cuadro se titula El jardín de las delicias, y es de El Bosco, no de un pintor chino.

Y también le preguntaron por dos pintores...

-¿Dónde están los cuadros de Rubén y Soraya?

Como bien me dijo Rocio, esos deben ser el dúo de moda... pero seguro que no pintan mejor que Rubens y Sorolla.

Y no solo tenemos que ser adivinos, sino que además tenemos el poder de influir en la gente. Dos jóvenes de unos veinte años me preguntaron...

-La Última Cena, ¿dónde está?

-¿De qué pintor? Es que hay varios cuadros con ese título.

-Uhm... el que más te guste.

-Pues entonces, La Última Cena de Juan de Juanes, en la sala 51.

... para qué romperme más la cabeza, jejeje.

Lo bueno de ser adivinos y de tener el poder de influir en la gente es que nos ven como gente muy, muy, muy importante. Me han llamado de todo, como "Jefe", "Oiga", "Eh, tú",... pero ayer un chico de unos 13 años me dijo...

-Señor del Prado, ¿dónde está The Bosch?

Me recuerda a la película El señor de los anillos... En este caso sería El señor del Prado... es mío, jejeje.

Bueno, hoy me ha tocado vigilar las salas donde está Las hilanderas, entre otros cuadros. Y en la sala de al lado, en la 16A, hay un cuadro que me llama poderosamente la atención. No sé si es para bien o para mal. Se titula Auto de Fe en la plaza Mayor de Madrid, y lo pintó Francisco Rizi en 1683.

Está catalogado dentro del grupo de "Pintura de historia" y plasma el auto de fe que sucedió tres años antes, el 30 de junio de 1680, y que presidió el rey Carlos II.

La Corte no solía realizar autos de fe. El último se había celebrado en 1632, por lo que a este acontecimiento se le dio mucha solemnidad. Se celebró en la Plaza Mayor de la villa de Madrid y duró toda una jornada.

Si te fijas bien, querido Diario, en el centro del fondo de la plaza hay una tribuna real y en ella está Carlos II, su mujer María Luisa y su madre. Y en los balcones del fondo están las personas distinguidas de la corte.

A ambos lados del cuadro se ven unas gradas llenas de cargos públicos, distinguiéndose perfectamente la de la izquierda que está llena de religiosos dominicos, que era la orden que dirigía la Santa Inquisición. Y detrás de estos, está el solio del Inquisidor General, que por cierto no está en él, sino que está al lado de la tribuna de los Reyes, y se aprecia que se va hacia su solio.

¿Que qué es el solio? Pues es una tribuna con dosel, que es el mueble que a cierta altura cubre o resguarda un altar, un sitial, una tribuna,...

Y justamente a los pies de las gradas de los religiosos dominicos puedes apreciar, querido Diario, una rica alfombra. Y sobre esta hay un altar con la cruz verde, que simboliza la esperanza de perdón de los reconciliados, y el estandarte del Santo Oficio.

En el centro del cuadro y en la parte inferior se pueden ver varios reos con coroza, que es un cono alargado de papel que se ponía en la cabeza a los condenados y que llevaba pintadas figuras alusivas al delito. También llevan un sambenito, que era una especia de capa o escapulario que se ponía a los reos.

Y si te fijas bien, querido Diario, en la grada de la derecha, entre los asistentes, hay figuras de reos, algunos con unas cajas. Estas figuras no eran personas de carne y hueso sino que eran estatuas de los reos muertos o huidos. En el pecho, en el sambenito, se leería una inscripción con los delitos del condenado y en la caja estarían los huesos de los muertos.

Y ya, en el primer plano, se ve a los soldados de la fe y los asnos que llevan a los condenados a muerte a las afueras de la villa para ser ejecutados por la justicia "secular". Y pongo entre comillas la palabra "secular" para marcarla bien, ya que tenemos, y yo el primero, una idea errónea de la Inquisición española.

Primero, cuando condenaban a muerte, el ejecutor era la justicia civil, la secular, y no la religiosa. La Santa Inquisición condenaban, pero no ajusticiaban.

Y, segundo, en España hubo sentenciados a muerte, no lo niego, pero no tantos como se dice. Eso ha sido una leyenda negra inventada y exagerada por los ingleses para atacar la imagen de los españoles... y lo han logrado... y con creces. Hasta los españoles no la creemos. Y lo que es peor, la seguimos difundiendo, aun sabiendo que se ha comprobado que la Inquisición española fue mala, cierto, pero no tanto como se cuenta.

Pero, en fin, cambiando de tema, al principio he dicho que este cuadro me llama poderosamente la atención y no sé si es para bien o para mal. Bueno... sí lo sé. Es para mal. Me explico...

Soy delineante de profesión y en mi vida laboral he tenido que dibujar muchas perspectivas. Y esta deja mucho que desear. No niego que Francisco Rizi fuese un buen pintor, pero como dibujante de perspectivas... va a ser que no.

Pero lo que más me raya, y perdona la expresión, es el centro, donde están los condenados, los relatores, que eran los lectores de las causas y de las sentencias, en los púlpitos, y a unos dominicos con el predicador en el púlpito central. Pero... la tarima, o lo que sea eso, ¿está elevada sobre el suelo, hacia arriba o está en un hueco, hacia abajo?

A ver si me sé explicar...

En la parte de abajo del cuadro vemos a unos soldados con banderas y caballos. A su izquierda se aprecia una escalera que "sube" a lo que se entiende como el suelo de toda la plaza. Por tanto, el suelo como tal está algo elevado. Si te fijas bien, querido Diario, todo el "suelo" de la plaza está al mismo nivel. Pero... aquí está el pero... detrás del grupo de gente que llevan a los condenados a ser ejecutados hay una especie de pared como de frontón con una barandilla arriba. Pero la gente que está detrás de esa barandilla está al mismo nivel que los soldados que llevan al reo. Por tanto, ¿qué es esa pared? Luego, enfrentada a esta pared hay lo que puede ser un hueco sujetado por cuatro columnas de madera con su capitel. La gente que está dentro, ¿estarían debajo de la tribuna de los reyes?

Con tu permiso, querido Diario, me dirijo a los cotillas que te leen a hurtadillas...

Queridos Cotillas:

Si alguno de vosotros ve con claridad lo que hay en el centro del cuadro, que me escriba, sea por el medio que sea, pero que me escriba. Desde que vi por primera vez este cuadro y empecé a analizarlo... ¡¡¡Esto es un sin vivir!!!

Gracias.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía del cuadro Auto de Fe en la plaza Mayor de Madrid - 1683 -, de Francisco Rizi, que se puede contemplar en la sala 16A).

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domingo, 1 de abril de 2018

Querido Diario, 1 de abril de 2018

Querido Diario:

Me acaban de preguntar, por decimonona vez, el por qué no se pueden hacer fotos, especificándome que es sin flash, en el Museo. La verdad es que me siento cansino, que no cansado, de repetir lo mismo... y me siento cansino no por mí, sino por ti y por los cotillas que te leen a hurtadillas.

Pero, bueno, he respondido a este cotilla y, con tu permiso, creo conveniente repetirlo otra vez... y tantas veces como sea necesario.

La respuesta al porqué no se pueden hacer fotos con flash, sin flash, de ninguna manera, en el Museo es muy sencilla... por normativa de la Dirección del Museo, firmada en una Resolución del 27 de mayo de 2015 por la que se aprueba la Instrucción por la que se establece la Normativa para la visita al Museo del Prado.

Entiendo que esta respuesta es muy seca, aunque tendría que valer... Es la normativa del Museo, se debe cumplir, y punto final. Pero te la quiero extender, querido Diario, porque tiene varias explicaciones.

1) ¿Quién te asegura que cuando se hace la foto no salte el flash? Y aunque está prohibido hacer fotografías, todos los días, repito, todos los días salta algún que otro flash de un visitante "despistado" que no sabe la normativa y/o no sabe que el flash daña. Sí, querido Diario, sí, querido cotilla, se ha estudiado que el flash daña, y mucho, a los cuadros. Pues así,  evitando el peligro se evita lamentarse después.

2) Y si yo quiero disfrutar del cuadro con tranquilidad y solo veo a gente empujándose para hacer la foto, pues podría quejarme... y con razón. ¿Cómo se ve la Mona Lisa en el Louvre? La respuesta es a 10 metros de distancia, con muchas cámaras obstaculizándome la visión. ¿Qué prefieres? ¿Te gustaría ver Las Meninas de esa manera?

3) ¿Por qué tendría que esperar a ver tranquilamente El caballero de la mano en el pecho si hay una fila de gente queriéndose hacerse un selfie con el cuadro, poniendo la postura de la mano?

4) Es más, ¿por qué perder el tiempo en hacer una foto en vez de disfrutar con el cuadro original? Mucha gente a la que informamos que no se pueden hacer fotografías, se marchan al momento sin contemplar la obra. Prefieren tener la foto en su cámara antes que el admirar el cuadro... pero si la foto ya la tienes en internet, en la página oficial del Museo, y encima te la puedes descargar en buena resolución.

Vaya, releyendo esto que te he escrito, querido Diario, parece que estoy enfadado con los visitantes, cosa que no es cierta, y menos hoy, que para los católicos es el Domingo de Resurrección. Por tanto, ¿qué cuadro crees que te voy a explicar? ¡¡¡Bien!!! Has acertado... una resurrección de Cristo. Pero una una resurrección cualquiera, sino La Resurrección de Cristo, que pintó El Greco entre los años 1597 y 1600.

Este cuadro fue pintado para el retablo mayor del Colegio Agustino de la Encarnación, en Madrid).

Como podrás comprobar, Jesús se eleva glorioso y sereno sobre un grupo de soldados que observan entre asombrados y temerosos la prodigiosa aparición. Aunque esta escena es el centro principal y espiritual de la Fe católica, ya que sin la resurrección de Cristo nada tendría sentido, en el Evangelio de san Mateo lo describe de una manera muy somera...

"Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos". (Mt 28, 2-4)

En este cuadro, Cristo se percibe como una potente luz que alumbra, asombra y se asume como acontecimiento dichoso y que se recibe de forma entusiasta. Por eso en esta pintura se presenta un amplio elenco de gestos que evidencian las distintas reacciones del grupo ante lo ocurrido. ¿Y cómo lo solucionó El Greco? Pues encastró a los guardianes del sepulcro en un caótico apiñamiento, ya que el formato del cuadro no le daba para más, y añadió a cada personaje un "sentimiento" reflejado en su expresividad del rostro. Algunos se sienten deslumbrados, otros se asombran y algunos asumen ese acontecimiento como glorioso.

Vaya, ya me ha salido la vena catequética. Entre que he sido muchos años catequista de Confirmación y ahora soy guía turístico diocesano, especializado en arte religioso, en la Catedral Magistral de Alcalá de Henares... Pero, en fin, en este caso no era mi intención.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía del cuadro La Resurrección de Cristo - 1597-1600 -, de El Greco, que se puede contemplar en la sala 9B).

PD: Como dijo la cantante Lola Flores... "Si me queréis, votadme". Bueno, no era "votadme" sino "marchaos", pero en este caso...
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