lunes, 23 de abril de 2018

Querido Diario, 23 de abril de 2018

Querido Diario:

Hoy no sé qué me ha pasado pero me ha dado el día "tonto". Te cuento...

Hoy me ha tocado vigilar las salas de pintura flamenca y española del siglo XVI, es decir, las salas de la 55 a la 58. Son las primeras salas que un visitante encuentra si accede por la entrada "nueva", la de Jerónimos. Pues estaba observando a los visitantes cuando se me han acercado un grupito de cinco chicas de unos veinte años y como locomotoras me han empezado a hablar en perfecto inglés. El primer párrafo lo medio entendí, pero los veintiocho restantes, pues, la verdad, me perdí. Hasta que, con cara de susto, les he dicho...

-¡¡¡HELP!!! ¡¡¡STOP!!! My English is very bad. (¡¡¡SOCORRO!!! ¡¡¡PARAD!!! Mi inglés es muy malo.)

Querían saber si el Museo tenía un itinerario para visitarlo. Eso es lo que entendí. En fin, sí lo tiene, que es el cronológico, pero no se puede hacer en un día. Cuando es en español, lo explico aunque al final lo remato diciendo que no les da tiempo para hacerlo completo y que lo aconsejable es que vean los cuadros de los artistas preferidos, y le indico dónde están los más conocidos. Pero cuando es en inglés...

-The Museum has not a route. I recommend you visit the most famous paintings. (El Museo no tiene una ruta. Yo recomiendo que visiten los cuadros más famosos.)

No sé si se dice así, pero me lo aprendí de memoria de esta manera. Si no es así, querido Diario y queridos cotillas que nos leéis a hurtadillas, decídmelo.

Algo después se me acercaron dos chicos de unos dieciocho años y me preguntaron, esta vez en español...

-¿Dónde están las obras de "El Bosque"?

-Bien, vale... pero no es el bosque, sino El Bosco.

Y luego concluí...

-El Bosco no está en el bosque, sino en la sala 56A. En esta sala, a la izquierda.

Menos mal que se echaron a reír, que si no...

Más tarde me encontré con una pareja de unos treinta años y la mujer estaba alargando la mano peligrosamente a un cuadro...

-Por favor, no se acerque tanto al cuadro.

Dieron un paso hacia atrás, como hacen todos cuando les digo esto, cosa que no entiendo, pero, bueno. Ella me preguntó...

-¿Puedo ponerme aquí?

-Sí, claro, siempre y cuando la mano no atraviese el límite de la cuerda... es que el cuerpo no puede atravesar la cuerda, y le prometo que la mano pertenece al cuerpo.

Y me di media vuelta y me marché para que no me replicaran... y tendrían razón.

Más tarde vi a un matrimonio con dos carritos. En uno llevaban a un bebé que estaba dormido. Y el otro... estaba vacío. Y, ¿dónde estaba el niño? Pues andando, cogiendo las cuerdas de separación de la catenaria... tomándose un biberón.

-Perdone, pero no puede estar el niño solo tomándose el biberón.

-¿Se lo puede tomar si está sentado en la silla?

-La normativa dice que no se debe comer ni beber en las salas, pero como es un niño pequeño, se le puede permitir siempre y cuando esté sentado en la silla y si es posible estando en las salas de descanso.

Como ya había vivido una situación parecida, como te conté el 12 de enero, me puse en tensión. La madre se agachó y le dijo al niño...

-Mira, este hombre me ha dicho que te puedes tomar el bibe, pero solo si te sientas en la silla. ¿Lo hacemos así?

...y yo mirando al niño con cara de pocos amigos. Y sin pensárselo dos veces el niño se agarró a su madre y esta le sentó en su sillita.

-Muchas gracias. Es que si se lo digo yo, no me hace caso. Pero si se lo dice una persona desconocida, obedece.

-No se preocupe. No es la primera vez que tengo que hacer de "poli malo", jejeje.

Y sobre las fotografías, suelo decir que no se pueden hacer fotos a la vez que hago el gesto con las manos de hacer una fotografía con una cámara a la vez que niego con la cabeza. Pues estando en la sala vi a una mujer que se estaba comiendo una barrita energética. Y como está prohibido comer en salas, me acerque...

-Perdone, pero no está permitido comer en el Museo.

... pero cuando se lo dije hice el gesto de negación y el gesto con las manos de no poder hacer fotos. ¡¡¡Me confundí de discurso!!!

En fin, después de contarte estas anécdotas, me toca contarte, querido Diario, un cuadro de estas salas. Y uno del que tengo muy, muy, muy buen recuerdo es Perejón, bufón del Conde de Benavente y del gran Duque de Alba, que pintó Antonio Moro hacia el año 1560. ¿Y sabes por qué me encanta esta cuadro, querido Diario? Pues te cuento...

Es que yo, aparte de ser vigilante de sala del Museo soy mago aficionado. Llevo más de veinte años haciendo magias por donde puedo... y me dejan, jejeje. Mi nombre artístico es Juan Suricalday... así de sencillo.

Y todos los años el Museo hace una fiesta de Reyes Magos para los hijos de los trabajadores. Y, cómo no, actúo como mago... y es ahí donde pongo todas mis dotes magias para amenizar durante un rato la espera de la llegada de Sus Majestades de Oriente. Bueno, yo pongo mis dotes mágicas, pero otros compañeros ponen sus dotes musicales, bailarines,... todas con mucho humor y mucho cariño. Estamos hablando ni más ni menos de que estamos esperando la llegada de Sus Majestades de Oriente, que es una cosa muy importante.

Y el año pasado me preparé una pequeña actuación basándome en los cuadros del Museo. Me disfracé del bufón Perejón. Y, a la vez que se proyectaban cuadros del Museo, hablaba de ellos y luego hacía una magia referente al cuadro. Por ejemplo, mostré La Adoración de los Reyes Magos, de mi querido fray Juan Bautista Maíno, y hablé de la estrella de Navidad que se ve en la parte de arriba del cuadro he hice una magia en la que recogía estrellas-luces del cielo y las metía en un pañuelo en forma de bolsa. Y luego, al extender el pañuelo había en él una estrella de luces... las luces que había recogido.

También se proyectó el cuadro El bufón Barbarroja, don Cristóbal de Castañeda y Pernia, que pintó Velázquez hacia el año 1633. Y como tiene una espada, hice una magia en la que una persona elegía una carta y luego se mezclaba entre la baraja, las lanzaba hacia arriba y yo clavaba una carta en una espada... la carta elegida.

Y para terminar se mostró el cuadro de La nevada o El Invierno, de Goya que pintó en 1786. Y como su propio nombre indica, cogí un papel y con papiroflexia hice un copo de nieve con él y luego, despues de hacer una bola con el papel, cogí un abanico y dando aire al puño donde estaba la bola de papel, cree una tormenta de nieve en el escenario. Este número de magia es muy espectacular y gusta mucho a todos... menos al personal de limpieza, pero no entiendo por qué.

En fin, volviendo al cuadro de Perejón, el retratado se llamaba Pero Hernández de la Cruz, y era el criado del Conde de Benavente. Según cuentan las crónicas, este bufón gustaba mucho al príncipe Felipe, el futuro Felipe II, y participó en muchas fiestas organizadas por él, recibiendo muchos trajes y ricos regalos, por lo menos desde 1544. Perejón estaba casado y tuvo varios hijos, y poseía unas casas en Benavente. Desde el balcón de una de ellas el príncipe Felipe y su hijo don Carlos vieron correr cinco torsos, allá por 1554, y luego asistieron al bautizo del hijo de Perejón, apadrinado por el Duque de Alba.

Sobre el cuadro, Antonio Moro pintó a Perejón de cuerpo entero, a escala natural, más o menos, ya que no se sabe bien su estatura real. Se le ve de pie ante un fondo oscuro, sin ninguna referencia espacial.

Su cabeza es grande, sus piernas cortas y su mano derecha deforme, con la que sujeta una baraja de cartas. Estas características nos dan a entender su ocupación, el "oficio de burlas".

Con una técnica muy minuciosa y con su característica objetividad, Antonio Moro nos muestra a Perejón vestido como un cortesana, es decir, con un tabardo y una gorra, ambos negros. ¡Ah! Un tabardo es una especie de abrigo amplio y largo, de paño generalmente tosco, y con aberturas laterales para sacar las manos, sin mangas o con mangas fijas o de recambio. También lleva calzones sobre calzas de seda blanca, zapatos acuchillados y espada al cinto.

Te puedes imaginar, querido Diario, lo "guapo" que estaba yo disfrazado de Perejón.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía del cuadro Perejon, bufon del Conde de Benavente y del gran Duque de Alba - hacia 1560 -, de Antonio Moro, que se puede contemplar en la sala 56).

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