viernes, 27 de octubre de 2017

Querido Diario, 27 de octubre de 2017

Querido Diario:

Hoy he librado y por tanto no tengo "batallitas" que contarte. Por eso voy a aprovechar recordar un texto que te escribí en el otro "cuaderno",el de Facebook, en el que te comentaba cuál es mi sala preferida para vigilar, el por qué, y porqué la Dirección del Museo de Prado no permite hacer fotografías.

Y es que la sala que más me gusta para vigilar el la 12, donde están "Las Meninas", de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez. A casi ningún compañero le gusta, pues se junta una gran aglomeración de gente, pero a mí ese punto no me importa. Es más, me tensa y así se me pasa el tiempo más rápido.

Para entenderme, querido Diario, tienes que saber cuáles son las funciones del vigilante de sala. Éstas son cuidar que no les pase nada a las obras expuestas e informar a los visitantes de las dudas que tengan y de la normativa del Museo. Es que, claro, tienen ciertas prohibiciones que no saben, o que verdaderamente no quieren saber, como por ejemplo la prohibición de hacer fotografías, comer en las salas,...

Bueno, por partes, me gusta esta sala porque mi prioridad es que no les pase nada a las obras. Y lo que les puede dañar es que la gente las toque. Y por suerte, las catenarias están muy separadas de los cuadros. Por tanto, este tema está medio solucionado solo y por tanto es fácil de vigilar. Bueno, hay gente "pá to" y se salta las catenarias para leer las cartelas, pero es muy poca gente y se controla con un vistazo, porque se nota cuando lo van a hacer.

Ah, ¿que qué son las catenarias y las cartelas? Pues las catenarias son las cuerdas que separan a los cuadros de los visitantes. Y las cartelas son los carteles donde está la información de las obras.

Otro tema es la prohibición de hacer fotografías, que es el motivo principal por el que a mis compañeros no les gusta esta sala. Lógicamente, la prioridad de la gente es hacer la foto al cuadro, en vez de estar entusiasmados contemplándolo. Y nosotros tenemos que informarles que no se pueden hacer fotos. Muchos de mis compañeros están en alta tensión y saltan "a degüello" hacia el fotógrafo en cuestión. Yo no, bueno, voy hacia ellos y les informo del tema, pero no me obsesiono, ya que una fotografía no hace daño al cuadro.

Pero el problema surge cuando "salta el flash".

-Oh, es que no me he dado cuenta que tenía el flash.

-No señor, el problema es que usted ha hecho una fotografía sabiendo que está prohibido porque se lo he gritado hace 10 segundos a otro fotógrafo.

Ah, querido Diario, una cosa curiosa que he comprobado es que en la profesión de fotógrafo está implícito el estar sordo. Cuando digo en voz alta que no se pueden hacer fotografías, todas las personas de la sala se giran hacia mí... menos el fotógrafo que sigue haciendo una, dos, tres... fotografías hasta que le pongo la mano delante del objetivo.

-Ah, no lo sabía.

-Tampoco sabes que tienes que lavarte los oídos antes de salir de casa- bueno, eso lo pienso pero no lo digo, que si se me escapa ya tengo una reclamación.

Pero, si una foto no hace daño al cuadro, ¿porqué está prohibido hacerlas en el museo?, te preguntarás, querido Diario. Pues es muy sencillo: porque aunque la gente cree que domina la máquina, siempre salta el flash cuando menos te lo esperas. ¡¡¡Es que las cámaras de fotos son muy puñeteras y cuando están aburridas conectan el flash ellas solas, pá tocar las narices un poco!!!

Hace un par de domingos me tocó vigilar esta sala 12 y, aun estando prohibido hacer fotos, saltaron tres flashazos en todo el día. Va, son solo tres. Ya, pero aunque sea solo uno, la pintura sufre.

Y, claro, el flash sí que daña, y mucho, a la pintura. Por esa gente que hace las fotos con flash, la dirección del Museo prohíbe todas las fotos. Como dice el refrán, "muerto el perro, se acabaron las pulgas". Pues, eso.

Otro motivo por el cual la Dirección del Museo prohíbe hacer fotografías es la acumulación de cámaras que se verían, en vez del cuadro. Si ya es molesto ver un cuadro con cien cabezas por delante de ti, verlo con cien cabezas con sus cien cámaras, pues es para marcharte y no volver. Es más, aun estando prohibido hacer fotografías, he visto a un fotógrafo apartando a otro visitante para poder hacer la foto al cuadro entero sin obstáculos. Manda narices la cosa.

-Perdone, pero no se puede hacer fotografías en el Museo.

-Es que es un selfie.

-Ya, pero un selfie es una auto-foto, por tanto, es una foto y están prohibidas.

-Pero es con el móvil.

-Ya, pero a lo que hace el móvil se le llama foto.

-Pero es sin flash.

-Ya, pero sigue siendo una foto y el museo prohíbe que se hagan fotos.

-Pero es solo al cartel.

-Ya, pero no foto es no foto.

Pero es a la arquitectura del edificio.

-¿Qué parte de la frase “No se puede hacer fotos” no ha entendido?

Ya me río por no llorar, pero cuando ves a una persona con una cámara con un objetivo más grande que mi brazo, colgada en bandolera en los riñones y ves que tiene el móvil junto al estómago haciendo la foto y le informas que no se pueden hacer fotos, TODOS, repito, TODOS dicen:

-Ah, es que no lo sabía.

Venga, hombre, si vas a un museo con ese camarón, haces las fotos con esa cámara, no con el móvil y a escondidas, que se nota a 50 metros, que estamos acostumbrados a adivinar el pensamiento de la gente simplemente con ver cómo se colocan.

Ah, lo más gracioso de estar en esta sala es que a última hora, cuando la entrada es gratuita, la gente está más pendiente de mí que del cuadro. Y es que en esos momentos es cuando me pongo a jugar con ellos. Tú les informas que no se pueden hacer fotos, pero ellos están obcecados en no marcharse sin la foto. Lógicamente, cuando se lo dices ya sabes que te la van a intentar sacar. Y, por normativa no escrita, sigues vigilándole a él y casi solo a él. Cuando ves que la quiere hacer otra vez, le paras antes de que la haga y es en ese momento cuando me pongo a jugar:

-Me van a hacer 28 fotos por otros lados, pero te prometo que tú no me la haces- lo piensas, lógico, no lo dices, pero me pongo a su lado todo el tiempo, vigilando a los demás, pero a su lado, hasta que se sale de la sala... y me quedo tranquilo, sabiendo que me están haciendo otras fotos, porque lo estoy viendo, pero él se ha ido sin hacerla. Es que si no "juegas" de vez en cuando, te aburres en este trabajo.

Bueno, querido Diario, ahí lo dejo.

(Fotografía del cuadro “Las meninas” -1656-, de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez).

No hay comentarios:

Publicar un comentario