domingo, 17 de junio de 2018

Querido Diario, 17 de junio de 2018

Querido Diario:

Hoy nos han puesto a prueba... o eso pensamos. Te cuento...

Me ha tocado de relevo en algunas salas de Velázquez, Murillo, Van Dyck,... Estaba llegando a la sala 12, para hacer el relevo a mi compañero y amigo Juan Pablo cuando una chica, que pensábamos que era americana, nos ha preguntado...

-Where is the Garden of the Delights of Goya? (¿Dónde está el Jardín de las Delicias de Goya?)

Yo, la verdad, como mi inglés es como es, con escuchar "where" (dónde) y "Goya" me he conformado y la he preguntado...

-Where is Goya? (¿Dónde está Goya?)

- No, where is the Garden of the Delights of Goya?

En ese momento Juan Pablo, que estaba a mi lado, me ha dicho...

-No. Está preguntado por el Jardín de las Delicias...

Y le ha dicho a la joven...

-No es de Goya. Es de El Bosco.

Y ella ha contestado...

-Ah, ¿no?

Juan Pablo ha continuado...

-Está en el piso de abajo, en la sala 56A.

Y en ese momento ella ha preguntado...

-¿Y por dónde bajo?

... en perfecto castellano. Se lo hemos explicado en español, lógicamente, y ella nos ha dado las gracias, también en nuestro idioma, y se ha ido. Y Juan Pablo y yo nos hemos mirado con cara de circunstancia... ¿Por qué nos preguntó en inglés, si hablaba perfectamente en español?

En fin, hay misterios de la vida que nunca tendrán explicación.

Pero, bueno, no pasa nada. Cambiando de tema, cuando estaba vigilando por estas salsas, pensando sobre qué obra de arte te podía hablar, he visto un cuadro que tiene gran relevancia para mí. Y me he dicho...

-Este para mi Diario.

Me explico...

Como ya te he dicho alguna que otra vez, yo nací y vivo en Alcalá de Henares, una ciudad que está a treinta kilómetros de la villa y corte de Madrid. Y en esta ciudad, el cardenal Cisneros fundó una universidad que se equiparó con las de Valladolid o Salamanca, pero con una salvedad, y era que Cisneros dejó los estudios "civiles" para esas universidades y dedicó a la Universidad de Alcalá a los estudios sobre Dios. Es decir, en esta nuestra universidad se estudiaba Teología, Derecho canónico y Medicina. Por eso muchas órdenes religiosas vinieron a Alcalá y fundaron Colegios-Convento, para que sus frailes estudiaran, sobre todo, Teología y Cánones.

¿Y a qué viene todo este rollo? Seguro que te lo preguntarás, querido Diario. Pues es porque los conventos, y sobre todo sus templos, tenían cuadros de pintores de la época.

Y con la desamortización del siglo XIX, expulsando a los religiosos de sus conventos, el gobierno se quedó con los edificios y con las obras artísticas que habían dejado abandonadas los frailes. Los edificios se vendieron o se los quedó el gobierno para, por lo menos en Alcalá, crear cuarteles militares.

Pero, ¿qué pasó con las obras de arte? Esto es más apasionante, querido Diario...

El Museo del Prado abrió sus puertas el 19 de noviembre de 1819, pero no se llamó desde sus orígenes así. En aquella época, como las obras de arte expuestas eran del rey Fernando VII, el museo se le denominó Real Museo de Pintura y Escultura.

Llegó la desamortización... bueno, las desamortizaciones, porque fueron varias, pero la más famosa fue la de Medizabal en octubre de 1835, ya fundado el Real Museo, e incautaron todas las obras de arte de los conventos abandonados. Pero, ¿qué hacer con ellas?

Solución... crear un museo para exponerlas.

Como ya existía el Real Museo de Pintura y Escultura, propiedad del rey, a este nuevo museo se le llamó Museo Nacional de Pintura y Escultura, ya que eran obras "de la nación" y así se distinguían entre ellos. Se creó el 31 de diciembre de 1837, aunque abrió sus puertas el 24 de julio de 1838. Y el edificio donde se albergó este segundo museo fue el antiguo Convento de la Trinidad Calzada, en Madrid. Y desde su inauguración, más o menos, lógicamente, se le conoció más por el Museo de la Trinidad.

Las obras de este museo nacional eran las procedentes de los conventos desamortizados de las provincias de Madrid, Toledo, Ávila y Segovia más las obras incautadas al infante don Sebastián Gabriel de Borbón y Braganza, que había abrazado la causa carlista. También se destinaron a este museo las obras contemporáneas adquiridas por el Estado, sobre todo las obras premiadas en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes.

Siguiendo con la historia, falleció el rey Fernando VII y le sucedió en la Corona su hija Isabel II. Pero tras la Revolución de 1868, que se conoció como La Gloriosa, se destronó a Isabel II, que ocasionó su exilio. Entonces, ¿qué pasó con el Real Museo? Pues que pasó a ser propiedad de la Nación.

Oh... "Houston, tenemos un problema"... un gran problema... el Real Museo deja de ser "Real" y pasa a ser "Nacional"... Pero ya hay otro nacional... ¿Dos iguales y a la vez distintos? Tiene poco sentido, por no decir ninguno, la existencia de dos museos nacionales de pinturas y esculturas.

Solución... en 1872 se suprimió el Museo de la Trinidad y sus fondos se unieron al Real Museo, que desde ese momento se le denominó como el disuelto... Museo Nacional de Pintura y Escultura.

Y todo esto para decirte, querido Diario, que estando vigilando por estas salsas, pensando sobre qué cuadro te podía hablar, vi un cuadro que tiene gran relevancia para mí. Y no es ni más ni menos que El triunfo de san Agustín, que pintó Claudio Coello en el año 1664.

¿Y por qué es importante para mí? Pues muy sencillo, querido Diario... esta obra la realizó Claudio Coello cuando tenía veintidós años de edad para el Convento de Agustinos Recoletos de Alcalá de Henares, y permaneció en el convento, en el lugar para la que fue pintada, hasta 1836, en que, con motivo de la desamortización, fue destinada al Museo de la Trinidad.

¿Y qué vemos en el cuadro? Pues en él aparece San Agustín, uno de los Padres de la Iglesia, que fue obispo de Hipona, elevándose sobre una nube, ante un fondo de cielo de un azul frío e intenso. Si te fijas bien, querido Diario, está señalando con su mano derecha el camino del Cielo, a la vez que dirige su mirada hacia dos de las amenazas contra las que combatió: el infierno, representado por el dragón, y el paganismo, en este caso representado por el busto de un dios clásico.

Según los experto, que no son palabras mías, "el espacio juega un papel fundamental en la construcción de esta obra pictórica: las columnas y las nubes dan solidez a la composición; el cielo actúa como telón de fondo luminoso y enfático; la zona inferior, aunque reducida, abunda en elementos de gran poder estético y significativo: las personificaciones del mal, el paisaje suave y jugoso, y las basas de las columnas o la cartela en la que un jovencísimo pintor afirma ser el autor de esta obra maestra".

Este cuadro es grande. Mide, para ser exactos, 203 x 271 centímetros... más de dos metros de ancho por casi tres de alto. Y estaba ubicado en el altar mayor del templo del convento de Alcalá. Por su tamaño y su composición de lectura clara, dinámica y heroica, el pintor buscó impresionar a los fieles. Claudio Coello podía haber hecho varios cuadros más pequeños, repartidos en el retablo, para crear una narración de la historia de San Agustín, pero prefirió hacer una única y colosal imagen destinada a impresionar.

A mí, aparte de por ser una obra de Alcalá, me encanta... Impresiona.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía del cuadro El triunfo de san Agustín - 1664 -, de Claudio Coello, que se puede contemplar en la sala 18A).

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