martes, 6 de febrero de 2018

Querido Diario, 6 de febrero de 2018

Querido Diario:

Hoy me ha tocado vigilar cuatro salas de Goya, para ser más exacto, donde están las Majas. Ha sido un día tranquilo y no tengo nada que contarte sobre él. Pero sí me ha hecho recordar una cosa que me pasó hace un par de semanas.

Te cuento... estaba yo en la sala de la maqueta, sí, la que estuve el mes pasado entero y casi busco una argolla para ahorcarme de propio aburrimiento...

A lo que iba, que me pierdo... estaba yo en la sala de la maqueta cuando una mujer se me acercó y me preguntó...

-Perdone, ¿le puedo hacer una pregunta?

-Sí, claro. Para eso estamos.

Bueno, estamos para eso y para más cosas. Pero eso no se lo digo.

-¿Sabe si hay algún retrato de Godoy en el Museo del Prado?

Me sonaba que no, pero, la verdad, no estaba muy seguro.

-Información, ¿me recibe?

-Te recibimos perfectamente, porque si no, no te responderíamos.

Yo intentando ponerme serio por el tema del protocolo y los de información... como motos. Es que dicen que la vida es muy seria y que hay que darle un punto de humor. Y sinceramente, tienen razón.

-Una visitante me pregunta si hay expuesto en el Museo algún retrato de Godoy. Creo que no, pero quiero que me lo confirméis.

-Espera que lo consultemos... mantente a la escucha. No cuelgues.

Hombre, bueno, en este caso era mujer... colgar un walkie, va a ser que no, jejeje.

-No, no tenemos ningún retrato de Godoy.

-Recibido. Gracias.

-Las que tú tienes.

Y es que los de Información siempre tienen que decir la última palabra.

Y siguiendo con el relato de la mujer, se lo comuniqué y se marcho tan tranquila. Bueno, tranquila no es la palabra... mejor, resignada.

Y al cabo de una hora, más o menos, volvió la mujer...

-¿Sabe? Me he acordado de usted y he venido a contárselo. Hay un retrato de Godoy en el Museo, en el cuadro La condesa de Chinchón...

Bueno, esto tengo que aclarártelo, querido Diario, que no quiero que veas fantasmas donde no los hay...

María Teresa de Borbón y Vallabriga era hija del infante don Luis Antonio de Borbón, hermano del rey Carlos III, y de María Teresa de Vallabriga y Rozas, dama de la baja nobleza aragonesa.

Cuando tenía cinco años, fue enviada con su hermana al convento de San Clemente de Toledo, de donde salió, con dieciséis años, para casarse con Godoy, en octubre de 1797. El matrimonio lo decidió el ya rey Carlos IV. Así, elevaban a Godoy, su hombre de confianza, al emparentarle con la casa real.

Con esta boda, María Teresa de Borbón y Vallabriga recibió los títulos de Marquesa de Boadilla del Monte y Condesa de Chinchón.

Realmente Godoy aseguró en sus Memorias que no había deseado el matrimonio, pero que había obedecido al Rey "con igual lealtad y sumisión que en los demás actos de mi vida".

Y volviendo al cuadro La condesa de Chinchón, Goya lo pintó en el mes de abril de 1800.

Se puede apreciar que María Teresa estaba embarazada, después de dos embarazos anteriores frustrados. Bueno, lo de los dos embarazos anteriores no se puede apreciar en el cuadro, lógicamente, pero era un dato que me ha parecido bien dártelo, querido Diario.

En fin, que en octubre de ese año, 1800, nació la niña Carlota Joaquina, que fue apadrinada por los reyes.

Y volviendo a la pintura, la condesa viste un vestido de gasa blanca decorada con pequeñas flores. Y tiene en la cabeza un tocado con espigas de trigo, según la moda de los adornos femeninos de aquella época, que solían incluir flores y frutos. Pero en este caso tiene un porqué, pues es un símbolo de la fecundidad, ya que las fiestas a la diosa Ceres se celebraban en la antigua Roma precisamente en el mes de abril... cuando se pintó el cuadro. ¡¡¡Todo encaja!!!

Si te fijas bien, querido Diario, María Teresa lleva en la mano izquierda una sortija. Y si te fijas algo más, verás que tiene una pincelada central, resaltando el brillo del diamante.

Y si te fijas un poco más, en la mano derecha, sobre el dedo corazón, tiene otra sortija con la miniatura de un retrato masculino, que luce la banda azul de la orden de Carlos III, aunque está muy abocetado... el retrato de Godoy... el retrato de nuestro Godoy... el retrato que la visitante encontró y que quiso compartirlo conmigo... y que ahora lo comparto contigo, querido Diario, y con los cotillas que nos leen a hurtadillas.

Gracias, querida visitante.

¡Ah! Antes de terminar te quiero contar, querido Diario, que este cuadro La condesa de Chinchón fue pintado encima de un lienzo ya utilizado por Goya. Es que este buen hombre no tiraba nada a la basura. ¿Y sabes qué cuadro está debajo de la capa de color beige rosado, utilizada como preparación del retrato final de la condesa de Chinchón? Pues un retrato... de Godoy.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía del cuadro La condesa de Chinchón - 1800 -, de Francisco de Goya y Lucientes).

6 comentarios:

  1. Cuanto me gustan tus comentarios sobre arte.Esta tarde he estado en el museo del Prado y me he acordado de tí un montón..Hoy me he ido un buen rratoa la escultura....y por cierto...mirando laa obras de Velazquez he reconocido oor el medio al hermafrodito.Ya te digo.....me he acordado un montón.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu comentario, Tarsicia. Me alegra saber que te has acordado de mí visitando el Museo. Eso significa que dejo huella, jejeje.
      Espero que hayas disfrutado de la visita.
      Un beso, con permiso.

      Eliminar
  2. Geniales los detalles que pintaba Goya y genial la forma en la que nos los cuentas (aunque no te guste Goya)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Vaya, en algún momento he dicho que no me gusta Goya... tendré que aprender a morderme la lengua, jejeje.
      Muchas gracias, Blanca, por tu comentario. Me alegra saber que te gusta mi forma de contar las cosas. Verdaderamente, se hace lo que se puede. ;-)
      Un beso, con permiso.

      Eliminar
  3. estos pequeños detalles hacen que te pases horas y horas admirando una obra.
    gracias por ilustrarnos con ellas.

    ResponderEliminar