Querido Diario:
Reconozco que hace muchos días que no te escribo. Aunque no son escusas, tenía algunos motivos... el primero fue que no sé por qué la red social Facebook bloqueó mis publicaciones, alegando que era spam. Y, la verdad, como compartía este nuestro Diario por ahí, me desanimó.
Aparte, la última semana en las salas que me tocaron vigilar el mes de enero se me hizo muy cuesta arriba. Iba porque tenía que ir a trabajar, pero sin ganas, sin motivación. Y es que un mes en unas mismas salas, cansa.
Pero, bueno, todo en esta vida pasa y los meses también. Por eso, porque estamos en un mes nuevo y ahora estoy de correturnos, es decir, que cada día estoy en unas salas distintas, y porque Facebook ha rectificado y ya no me considera spam, me he animado a escribirte nuevamente.
Hoy, sinceramente, no ha pasado nada relevante con los visitantes para contar. Bueno, sí. Solo una cosa... hoy me ha tocado vigilar la zona de la pintura española del siglo XVII: Maíno, Zurbarán, Velázquez,... en el piso 1. Y estando en una de las salas de Velázquez, una mujer mayor se me ha acercado y me ha dicho enfadada...
-Oiga. El Jardín de las delicias no está.
-Es cierto. No está en está en esta zona. Está en el piso de abajo, en la sala 56A.
-Pues hemos estado allí y no lo hemos visto. Ya no bajamos.
Pues usted se lo pierde, buena mujer. Y, sobre todo, no se enfade conmigo, que yo no lo he escondido.
Y hablando de enfados, qué bonito es sentirse querido y ser abrazado... igual que le pasó a San Bernardo, en su amplexus.
¿Que qué es el amplexus? Pues es muy sencillo, querido Diario. Te cuento... según cuenta la historia sobre San Bernardo, éste tuvo una visión mística. Estando rezando ante un crucifijo, entró en éxtasis y vio como Jesucristo se desclavaba de la cruz y le abrazaba en señal de gratitud, cariño y amor hacia el santo y viceversa. Y hay que recordar que en los Sermones al Cantar de los Cantares, San Bernardo escribió: «Yo tengo siempre a Jesús en la boca, como sabéis, lo tengo siempre en el corazón. [...] Ésta es para mí la más sublime filosofía, conocer a Jesús y a Jesús Crucificado».
Y esta historia es la que pintó Francisco Ribalta entre los años 1625 y 1627. El cuadro se titula, como no, Cristo abrazando a San Bernardo... que se han roto la cabeza pensando en qué título ponerle.
Habitualmente se suele dibujar en los amplexus a Cristo desclavado, abrazando a San Bernardo. Pero en este caso, Ribalta en este cuadro da un paso más y representó a San Bernardo abrazando el cuerpo de Cristo. Es el momento culminante del verdadero amplexus, del abrazo místico.
Lo que más me gusta de este cuadro, querido Diario, son las caras de los dos personajes principales... la cara de Jesús, que mira al santo con dulzura y bondad. Y la cara de San Bernardo, con los ojos cerrados, gozando del abrazo de Cristo.
Y he dicho bien, querido Diario, son las caras de los dos personajes principales... porque hay dos personajes más. Si te fijas bien, hay dos caras en los lados, como en semioscuridad. Se puede entender que son dos ángeles, aunque no se tiene muy claro.
¿Sabes, querido Diario? A este cuadro le tengo mucho cariño. ¿Qué por qué? Pues como tú bien sabes, yo también soy guía turístico en mi ciudad, Alcalá de Henares, y me especialicé en turismo religioso. Y me he pasado varios años explicando un monasterio de Alcalá, el Monasterio Cisterciense de San Bernardo. Ahora está de obras y no se puede visitar, pero ya estamos contando los días para que se abra de nuevo.
Bueno, a lo que iba sobre el cuadro... pues que este monasterio de Alcalá tiene una copia muy fidedigna de este Cristo abrazando a San Bernardo, de Ribalta. Bueno, la copia es anónima, pero está muy bien conseguida. Tiene varias diferencias... una es su tamaño, pues no se puede hacer una copia del mismo tamaño que el original, para que no haya cambiazos.
Y la otra diferencia es que la manga del San Bernardo de Alcalá es algo más corta que la de San Bernardo de El Prado. Pero eso lo descubrí poniendo las dos fotografías juntas, que por separado no se aprecia.
¡Ah! Y lo que no tiene el cuadro de Alcalá son los dos ángeles. ¿Que por qué? Pues porque cuando se pintó la copia, el cuadro original no estaba restaurado y no se sabía que estaban estos ángeles. Y cuando se restauró, al hacer una limpieza exhaustiva, salieron a la luz. Por eso están en el original y en la copia del monasterio, no.
Ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografía del cuadro Cristo abrazando a San Bernardo - 1625-1627 -, de Francisco Ribalta, que se puede contemplar en la sala 7A).
Me alegro mucho que ya puedas escribir y publicar tu diario. Ya me compré tu libro
ResponderEliminarMe alegro que te alegres porque sigo publicando en mi Diario, Mjd. Seguiré, no te preocupes... cotilla.
Eliminar¡Ah! Ya me contarás si te ha gustado mi libro "Complutenses por el tiempo". Pero la verdad.
Gracias por este comentario.