Querido Diario:
Hoy me ha tocado lo que nosotros llamamos "relevos". Por tanto he vigilado unas... espera que cuente... una, dos, tres,... once salas. Pero no a la vez, no te creas. Que uno intenta ser bueno en su trabajo, pero no llega para tanto, jejeje. El Ojo Esmeralda del héroe Ekron de Vengar podría hacerlo, pero nosotros solo somos seres con dos simples ojos. Y en la nuca te prometo, querido Diario, que no tenemos ningún tercer ojo. Y no sigo, porque te conozco.
Te cuento... los vigilantes somos humanos y de vez en cuando necesitamos descansar para hacer nuestras necesidades, fisiológicas y/o psicológicas. Y necesitamos descansar, sobre todo, para desconectar de la tensión que a veces tenemos en nuestras salas, porque tenemos que estar pendientes de todos los movimientos de la gente, ya no por el tema de las fotografías, sino porque puede venir un desaprensivo y ponerse a clavar un bolígrafo en un cuadro, por ejemplo. Que yo sepa no ha pasado, pero podría pasar y ese es nuestro trabajo, prevenir que no suceda. Por eso viene bien descansar.
Y para eso se hacen grupos de varias personas que están en sala más uno, que es el relevo. Y la misión del relevo es ir de sala en sala cubriendo la vigilancia mientras el compañero descansa. Cuando vuelve de su descanso, el relevo se va a otras sala,... y así todos descansan. ¡Ah! Lógicamente el relevo también tiene su tiempo de descanso, faltaría más.
¿Que cuántas personas somos en cada grupo y que cuánto descansamos? Pues, permíteme, querido Diario, que esto me lo reserve y que no te lo cuente. Hay cosas que no pasaría nada si algún cotilla se enterase, pero no sé si eso sería desvelar asuntos que no estén permitidos. Gracias por comprenderme, querido Diario.
Pues vigilando, vigilando, he vuelto a ver un cuadro que desde el primer día que lo vi, me llamó tanto la atención que me dije:
-Esto lo tengo que buscar por internet, porque no me cuadra.
Lo que pasa es que luego uno llega a casa, desconecta del trabajo, que eso es lo bueno de este trabajo, y se me olvida buscarlo.
Pero hoy lo he apuntado para ti, querido Diario, para que no se me olvidase. Y el tema es porque nunca lo había escuchado.
El cuadro se titula La asunción de la Magdalena, y lo pintó José Antolínez entre los años 1670 y 1675.
José Antolínez fue un pintor madrileño de la segunda mitad del siglo XVII. Aun siendo de bajo nivel social, ya que su padre era carpintero, y a pesar de su mal carácter, arrogante y pendenciero, tuvo gran prestigio y una excelente clientela en la corte española.
Bueno, sobre el cuadro... como te he dicho antes, desde que lo vi me llamó la atención el título y su temática, ya que nunca había escuchado nada de la asunción de María Magdalena.
-¿Pero es que la Magdalena también ascendió al Cielo?
Pues, sí, querido Diario. Según la tradición, siete veces cada día un ángel subía al cielo a María Magdalena para que asistiera a la celebración que se cantaba en la Gloria.
Pero, vamos por partes... primeramente te tengo que decir, querido Diario, que la información sobre María Magdalena que hay en los Evangelios es escasa.
Por éstos sabemos que fue curada por Jesús de malos espíritus, sacándole de su cuerpo siete demonios. También sabemos que acompañó a Jesús y sus discípulos durante su predicación en Galilea. Estuvo presente durante la crucifixión de Jesús. También estuvo presente en la sepultura de Jesús y vio dónde le pusieron. Fue la primera testigo de la resurrección de Jesucristo y fue la que comunicó la noticia a Pedro y a los demás apóstoles. Y, por último, también fue testigo de una aparición de Jesús resucitado.
Eso es todo lo que sabemos de María Magdalena. Todo lo demás que se diga es tradición... y hay dos tradiciones distintas.
Según una primera tradición, María Magdalena se retiró a Éfeso con la Virgen María y el apóstol Juan, y murió allí. Y en 886 sus reliquias fueron trasladadas a Constantinopla, donde se conservan en la actualidad. Punto. Nada más.
Pero hay una segunda tradición diferente, según la cual María Magdalena viajó en barca por el mar Mediterráneo huyendo de las persecuciones en Tierra Santa y desembarcó un el lugar llamado Saintes Maries de la Mer, cerca de Arlés, en Francia. Posteriormente, María Magdalena viajó hasta Marsella, desde donde emprendió la evangelización de Provenza. Y después se retiró a una cueva en las cercanías de Marsella, donde llevó una vida de penitencia durante treinta años.
Y en esta vida de penitencia durante treinta años es donde entra el tema de la asunción de María Magdalena al Cielo.
Pero ahora, con tu permiso, querido Diario, me voy a poner un poco serio.
Según la Iglesia Católica, solo hay un dogma de la asunción, y es el de la Asunción de la Virgen María.Y este dogma se aprobó en el año 1950.
Y sobre la asunción de María Magdalena hay que decir que no es un dogma. Y ni siquiera es una tradición que se pueda definir como consolidada. Pero también hay que aceptar que la tradición, la pía tradición, existe... y que se pintó.
¿Cómo? ¿Que qué diferencia hay entra la ascensión y la asunción? Eso te lo explico yo, querido Diario, en un santiamén.
La ascensión viene, como su nombre indica, de ascender por sí solo. Jesús ascendió al Cielo él solo, sin la ayuda de nadie. ¡¡¡Ascensión!!!
Y asunción viene de asuntar, es decir, ayudar a ascender. Por eso, la Virgen María fue asunta al Cielo. La Virgen María fue ayudada por unos ángeles a subir al Cielo. ¡¡¡Asunción!!!
Esa es la diferencia.
Bueno, volviendo al tema de la asunción de María Magdalena, que me pierdo con "ná", la tradición viene de un libro sobre la vida de los santos titulado Leyenda Dorada, escrito hacia el año 1264 por Jacobo de la Vorágine. En él se relata lo de la asunción de la Magdalena. Te lo escribo tal cual está narrado para no cambiar nada...
"Sobre Santa María Magdalena existe una historia escrita por unos según Hegesipo y según otros por Josefo […]. En uno de sus capítulos, se refiere que María Magdalena, ya fuese por la intensidad de su amor a Cristo, ya por la tristeza y vacío que la ausencia del Salvador produjo en su alma, no quería ver a nadie y que cuando llegó a la tierra de Aix se refugió en el desierto en el que escondida y aislada del mundo, vivió treinta años a lo largo de los cuales siete veces cada día un ángel la subía al cielo para que asistiera a la celebración de las horas canónicas que en la gloria se cantaban. En la misma historia se cuenta que en cierta ocasión se acercó un sacerdote a la celda en que ella vivía, y que la santa desde dentro, a través de la puerta que siempre permanecía cerrada, le pidió que le llevara ropa con la que vestirse, y que cuando el sacerdote hubo hecho este encargo, vestida con las prendas que le proporcionara, se fue con él a una iglesia para que le administrara la comunión, y que una vez que hubo comulgado juntó sus manos en actitud de oración y mientras oraba, junto al altar, entregó su alma a Dios y descansó en paz".
Una vez leído lo leído te tengo que aclarar varias cosas, querido Diario. Y es que hay que reconocer que en vida de María Magdalena no existía el Rezo de las Horas, como actualmente, ya que se crearon unos años más tarde. Es cierto que en el Salmo 54 y en el libro de Daniel se habla de que se rezaba tres veces al día... tres veces, no siete, como decía la Leyenda Dorada.
Y tampoco existían sacerdotes que administrasen la Comunión.
Pero ahí está la tradición... ahí está La asunción de la Magdalena, pintada por José Antolínez.
Ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografía del cuadro La asunción de la Magdalena - 1670-1675 -, de José Antolínez, que se puede contemplar en la sala 18A).
No hay comentarios:
Publicar un comentario