lunes, 6 de noviembre de 2017

Querido Diario, 6 de noviembre de 2017

Querido Diario:

Hoy es mi último día de lo que llamamos días buenos, es decir, cuatro días seguidos librando, que sucede cada cuatro meses, más o menos. Por tanto, ahora estoy en casa.. y qué mejor que pasar un roto contigo, escribiéndote.

Llevo algunos días con ganas de comentarte un tema que nos preocupa, y mucho, a los vigilantes de sala, y es el tema de las catenarias.

No sé si te lo he dicho en este "cuaderno" o en el anterior, el de Facebook, pero las catenarias son las cuerdas que se ponen delante de las obras de arte, como separación entre ellas y el público.

Ahora bien, los temas a analizar son varios... a qué distancia de la pared tienen que estar, sirven o no para algo, la gente las respeta o no...

La Dirección del Museo del Prado les gusta que estén lo más cerca posible de las obras, para no impedir que se lean bien las cartelas, o sea, los carteles explicativos de las obras. No definen bien la distancia, pero, de palabra, me dijeron que les gusta ponerlas entre los 60 y los 80 centímetros desde la pared... y ahí está el problema de los vigilantes de sala. Sabiendo que mi brazo, que soy tirando a bajito, mide 70 centímetros, si lo estiro para señalar, ¿tocaría o no el cuadro?

Bien, vayamos por pasos... según la normativa de los museos en general, las catenarias sirven para que no se pase nada por encima de ellas. Es decir, que las cuerdas son el límite de todo objeto que quiera sobrepasarlas. Pues, bien, la gente lo que hace es llegar hasta las mismas cuerdas y plantarse delante del cuadro. Por ahora, bien hecho. Pero luego viene el problema... cuando quiere señalar un detalle del cuadro, lo que hace es estirar el brazo, y, claro, no se dan cuenta que el brazo es una parte del cuerpo que sobrepasa las catenarias hasta, muchas veces, casi tocar el cuadro.

-No se acerque tanto al cuadro, por favor.

-¡¡¡SI YO NO LO HE TOCADO!!!.

-Yo no he dicho que lo haya tocado, sino que no se acerque tanto al cuadro.

Y es en ese momento cuando sale de mí mi vena educativa, siempre y cuando sean españoles, o lo entiendan, claro.

-Mire, ya sé que su intención es no tocarlo, pero si en ese momento tropieza o simplemente le dan un golpe en el brazo, puede clavar el dedo en el cuadro. Y entonces sí que tendremos un problema.

Y es que la normativa dice que no se puede sobrepasar, con NADA, la línea de las cuerdas de la catenaria. Y ese es el gran problema, que los visitantes o lo se saben, o no lo quieren saber.

Pero el problema no es solamente el dedo. Te pueden señalar el cuadro con el plano, con las patillas de las gafas, con un bolígrafo, con una muleta,... ¡¡¡SOCORRO!!! ¿No ven que pueden dañar el cuadro? No se dan cuenta que están ante cuadros de unos cuatrocientos años y que son una obra de arte. Vale, el equipo de restauración del Museo del Prado está catalogado como uno de los mejores del mundo, pero si solo trabajan para limpiar los cuadros, en vez de para arreglar agujeros, mucho mejor para todos.

Por eso, querido Diario, con tu permiso, me gustaría que los "cotillas" que leen este mío y tuyo diario, si pudieran, que "arrancasen" esta hoja, la compartieran y la enseñaran a todo el mundo, para que  todo el mundo supiera que NO SE PUEDE TRASPASAR NADA MÁS ALLÁ DE LAS CUERDAS DE LA CATENARIA... y, por tanto, el brazo, que está unido al cuerpo, tampoco se puede traspasar.

Solución... que cuando tengan que señalar, que den un paso hacia atrás y que señalen sin traspasar el límite de las catenarias... aunque sé que es un sueño imposible de realizar.

Pero el problema ya no es que acerquen las piernas hasta la catenaria, que hasta cierto punto está permitido, sino que fuercen las cuerdas y avancen, estirando de ellas, unos diez o quince centímetros, moviendo incluso los postes verticales varios centímetros hacia la pared. Ahí es cuando me imagino que si pusieran cuchillas de afeitar en vez ce cuerdas, ¿cuántos amputados habría en el Museo? Sé que es una bestialidad  por mi parte pensar eso, pero es que algunos visitantes se pasan tres pueblos, y mi imaginación va más allá. Y si les dices algo, se enfadan e incluso se pueden poner una reclamación.

Pero, bueno, hablando del dedo, del plano, de las gafas, de la muleta, del bolígrafo,... señalador, recuerdo que hace unos meses, cuando estaba la exposición temporal de El Bosco, y por tanto sus salas permanentes tuvieron que ser reajustadas con cuadros de otros pintores, el cuadro estrellas de esas reestructuradas salas era El triunfo de la Muerte, de Pieter Bruegel el Viejo.

Éste es un cuadro que se pintó entre los años 1562 y 1563. En él se muestra el triunfo de la Muerte sobre las cosas mundanas, simbolizado a través de un gran ejército de esqueletos arrasando la Tierra.

Y es que el tema de la  "la danza de la Muerte" fue muy habitual en la literatura y en la pintura del medioevo. Y para darle más dramatismo, Brueghel utilizó en toda la obra un tono pardo rojizo, que ayudaba, y ayuda, a dar un aspecto infernal a la escena.

Bueno, pues ante esta obra entraba lo que yo llamo "Buscando a Wally". Es decir, era una competición a ver quién encontraba más esqueletos... y los señalaba con el dedo, con el bolígrafo, con el plano...

Y lo peor de todo es que me tocó vigilar esa sala un mes entero. Ante tal locura, quería que uno de esos esqueletos me llevase definitivamente... miento, quería que se llevasen a los visitantes señaladores. El problema es que no había esqueletos suficientes para llevarse a todos.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía del cuadro “El triunfo de la Muerte" - 1562-1563 -, de Pieter Bruegel el Viejo).

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