Querido Diario:
Hoy, por motivo de impartirnos una charla, nos han dado a vigilar otras salas. ¡¡¡BIENNNNNN!!! Y te digo bien, porque aunque me gusten los cuadros de mis salas, un día y otro día y otro día y otro día... cansa. Y mucho. Pero, por fin, hoy nos han dado ese respiro y ya no tengo que buscar la argolla para ahorcarme, jejeje.
La charla trataba, entre otros temas, de cómo evacuar el Museo en caso de emergencia. Nos la dan todos los años, pero nunca viene mal recordar conceptos que se oxidan con el tiempo y, por suerte, por falta de práctica. Anda que si tuviéramos que evacuar cada dos por tres para que no se nos olvide...
Bueno, después de la charla hemos tenido que volver a nuestras salas de hoy, lógicamente. Y, como ya me conoces, querido Diario, sabes que siempre llego tarde a todos los sitios. Es un defecto genético que tengo y que no sé como solventarlo. Mi problema es que nunca cuento con el tiempo que necesito para transportarme de un sitio a otro. Me creo que es inminente. Y es que tendría que aprender a materializarme en el sitio al que quiero ir, pero al momento, sin perder tiempo, como con los polvos Flu de Harry Potter.
Bueno, a lo mío... después de la charla he tenido que volver a mis salas, pero antes me he entretenido con el profesor y, como siempre, llegaba tarde. Y, ley de Murphy, cuando más prisa tienes, más obstáculos te encuentras por el camino... tienes que esquivar a la gente que se detiene delante de ti, tienes que pedir permiso porque un grupo te está bloqueando un acceso, tienes que mirar hacia otro lado para que nadie te pare para preguntarte... hasta que te paran. Esta vez era una familia, y la mujer me dice:
-A guachi guachi guachi "salita".
Lo de "guachi guachi guachi" es porque no entendía nada de lo que me estaban diciendo. No sé si era inglés, ruso, esperanto,... el caso es que solo he entendido la palabra "salita".
Y yo pensado.
-¿Salita? ¿A qué sala pequeña se refieren? ¿No será el retrete de Fernando VII? No, no puede ser. Tiene que ser otra salita...
Hasta que han pasado por detrás una pareja y han dicho:
-¿A guachi guachi guachi "salita"? This way. (Por este camino)
Y en perfecto español el hombre de la pareja me dice:
-Estaban preguntando por la salida.
Y yo con cara de bobo. Seguro que me lo han notado.
-Muchas gracias. Es que no les entendía.
Y zummmmm... he salido volando hacia mis salas.
Y ya descansado de la carrera, sin correr, porque no se puede correr por el Museo, me he puesto a pensar.
-Y si me preguntan por la sala más pequeña del Museo, ¿qué les digo? Las salas son, más o menos, iguales, excepto las de la galería principal que son incluso más grandes. Y el retrete de Fernando VII (ver 26 de octubre) no puede ser porque, aunque antes era una sala, ahora se considera un paso que une la sala 39 y el pasillo. Entonces, ¿qué sala sería la más pequeña?
Oñe, con perdón. Si la tengo delante de mis narices. Es una de las que me han tocado hoy. Y es que me han asignado las salas 51ABC, que son las del Románico y la Pintura española del siglo XV, que son las del gótico y las del estilo hispanoflamenco.
Pues en la sala 51C están las pinturas más antiguas del Museo. Tienen unos 900 años... y son románicas... y están en "la capilla". ¿¿¿Quééééé???¿Que si el Museo tiene una capilla?, te preguntarás, querido Diario. Pues, más o menos, sí.
Te cuento la historia... Estas pinturas estaban en el ábside de la ermita de la Vera Cruz de Maderuelo, en la provincia de Segovia, y no sé por qué motivo, fueron adquiridas por el Estado en 1929. Años después, se quiso construir un pantano y la ermita iba a ser sumergida en las aguas. Por eso, en 1947, los conservadores del Prado trasladaron las pinturas de la pared al lienzo y, al año siguiente, las instalaron en el Museo tal y como estaban en el ábside de la ermita. Es decir, montaron una capilla lo más fielmente posible a su disposición original.
Y a esas pinturas del ábside de la ermita de la Vera Cruz de Maderuelo las llamamos "la capilla".
La verdad es que me encanta esa sala y meterme dentro de la capilla porque, no sé por qué, me transformo y mi mente se traslada a aquella época.
Me acuerdo que la primera vez que tuve que vigilar esa sala, no sabía qué hacer, si ahorcarme o suicidarme a cabezazos contra la pared. Y es que ahora se vigilan tres salas, pero en aquella época las otras dos estaban de obras y solo se visitaba, y por tanto solo se vigilaba, la capilla.
Y como no sabía qué hacer, y no era cuestión manchar las paredes con la sangre de mi cabeza, como también soy guía turístico del Monasterio de San Bernardo y de la Catedral Magistral de Alcalá de Henares, para pasar el rato, porque no pasaba nadie por ahí, decidí diseñar una visita turística por si me la propusieran hacer sobre esta capilla, sobre todo pensando en su iconografía... y la hice. Es más, la tengo redactada en mi ordenador, por sin alguna vez la tengo que utilizar para algo, aunque no sé para qué.
No, querido Diario, no te voy a cansar con toda la explicación... pero déjame decirte algo. Solo me voy a fijar en la bóveda. Ahí está representado el Pantocrátor sostenido por cuatro ángeles. Pero, ¿qué es el Pantocrátor?, te preguntarás. Pues es la representación de Dios Hijo, Redentor del mundo, con la mano derecha bendiciendo y con la mano izquierda sosteniendo un libro, la Biblia, es decir, las Sagradas Escrituras.
Pero, ¿qué enmarca a Jesucristo? Pues un cerco oval, conocido como "mandorla", que significa "almendra", por la forma que tiene. Pero ahora te pregunto yo, querido Diario. ¿Qué pinta una almendra rodeando a Jesucristo? Pues nada, porque aunque tiene forma de almendra, no representa eso. Si te fijas bien, querido Diario, es un ojo... un ojo en la bóveda del Cielo... es Dios Hijo que nos está "mirando" desde el Cielo.
Y nos está bendiciendo. Otra pregunta, querido Diario. ¿Porqué levanta dos dedos, el índice y el corazón, para bendecir? ¿Por ser una posición cómoda? No. Si te fijas bien no está levantando dos dedos, sino tres, el índice, el corazón y el pulgar. Fíjate bien. El pulgar también lo levanta. Entonces, son tres los que bendicen... Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo... la Santísima Trinidad. Por eso bendice con tres dedos.
Bueno, ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografías de parte del ábside de la ermita de la Vera Cruz de Maderuelo -Segovia-, pintado hacia 1125).
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