Querido Diario:
Hoy he librado otra vez, por tanto no puedo contarte batallitas actuales. Por eso he decidido rescatar un escrito que te hice en el otro "cuaderno", el de Facebook, hace... más de un mes. ¡¡¡Cómo pasa el tiempo!!!
Bueno, espero que me perdones por repetir... y que me perdonen los posibles "cotillas" de este diario, que es solo tuyo y mío, que nos leen a hurtadillas. Seguro que a alguno le sonará el tema.
Ah, cotillas, lo de "cotillas" lo digo con todo el cariño del mundo, que nadie se me ofenda.
Y es que hace tiempo, un poco más de un mes, entre otras salas, vigilé unas con pinturas del siglo XIX sobre historia. Y es que en ese siglo la pintura de historia alcanzó en España su momento de máximo esplendor. Desde el año 1856, las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes sirvieron de plataforma de promoción para esos monumentales cuadros, porque, eso sí, son grandísimos.
En estas salas hay magníficos cuadros, como Conversión del duque de Gandía, el futuro San Francisco de Borja (1884) de José Moreno Carbonero, o Los amantes de Teruel (1884) de Antonio Muñoz Degrain, o Expulsión de los judíos de España en 1492 (1889) de Emilio Sala, o Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga (1887-1888) de Antonio Gisbert, o Doña Juana la Loca ante el sepulcro de su esposo, Felipe el Hermoso (1877) de Francisco Pradilla y Ortiz, o...
Pero siempre que entro en esas salas me fijo de uno que me llama poderosamente la atención. Y, la verdad, no sé por qué. Es El príncipe don Carlos de Viana (1881) de José Moreno Carbonero.
Este cuadro lo pintó José Moreno Carbonero con solo veintiún años, y le supuso el inicio de una merecida fama tras ser premiado con una Primera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1881.
El cuadro representa al príncipe Carlos de Viana que era el hijo primogénito del rey Juan II de Aragón y de Blanca de Navarra, y por tanto, heredero del trono de ambos reinos.
Pero el príncipe Carlos cayó en desgracia tras las segundas nupcias de su padre con Juana Enríquez, madre de Fernando el Católico, quien, ante la popularidad del príncipe Carlos en tierras de Cataluña, logró que el monarca hiciera prisionero a su propio hijo y legítimo sucesor.
Al saberse despreciado por su padre para la sucesión a la Corona, y tras el fracaso de distintos pactos y tratados, el príncipe Carlos se resignó a una vida de retiro, dedicada al estudio y la lectura.
Tras huir primero a Francia, se refugió luego en la Corte de su tío Alfonso V de Nápoles, recluyéndose en un monasterio cercano a la ciudad de Mesina. En esta reclusión se ubica la escena pintada por Moreno Carbonero.
¿Sabes, querido Diario? Siempre que llego a la sala donde está este cuadro me quedo embelesado mirándolo. No sé por qué, pero me atrapa.
Luego, después de vigilar las salas, y ante el aburrimiento que es a veces el trabajo, mi mente se evade del mundanal ruido de las salas del Museo y me imagino escribiendo una obra de teatro sobre este personaje. Sería un monólogo, como Cinco horas con Mario, que representaba, en mis tiempos mozos, la actriz Lola Herrera.
E incluso le pongo el actor que lo encarnaría. ¿Quién crees que podría ser, querido Diario? Yo me imagino al actor Edu Soto actuando como Carlos de Viana. No sé si Edu se parecerá físicamente en algo o en nada al príncipe Carlos del cuadro, pero creo que le pegaría bien el papel.
¿Qué opinas tú, querido Diario? ¿Me dejas que se lo pregunte a los "cotillas"? Sabía que ibas a decirme que sí, que no te importa.
Pues, eso, a vosotros, queridos "cotillas", ¿Edu Soto podría ser perfectamente el príncipe Carlos de Viana? ¿Qué actor propondríais vosotros?
Ahí lo dejo, querido Diario.
(Fotografía del cuadro El príncipe don Carlos de Viana -1881- de José Moreno Carbonero).
Por parecido físico, Gabino Diego, seguro. Pero es que la personalidad del príncipe la bordaría, fijo.
ResponderEliminarMe parece bien, José, pero para mí Gabino Diego será siempre Felipe IV, el rey pasmado. Por eso he buscado otro actor que también le pegaría el papel.
ResponderEliminarPérez Galdós introduce como personajes de ficción a Moreno Carbonero y a Sorolla en Halma, una de sus novelas espiritualistas (las otras dos son Misericordia y Nazarín).
ResponderEliminarAmbos están dibujando al cura Nazarín en el Hospital General de San Carlos, actual Museo Reina Sofía, en el que se encuentra el cura debido a su trastornada personalidad.
Viendo las dos pinturas de Carbonero que cuelgan en el Prado, la del príncipe de Viana y la conversión del duque de Gandía, se entiende bien la elección de Galdós por Moreno Carbonero.
No sería de extrañar que Carbonero se interesara por un personaje como Nazarín.
Sorolla después recompensó a Galdós pintándole en 1894.
¡Tres genios!
Ángel Aguado