martes, 15 de mayo de 2018

Querido Diario, 15 de mayo de 2018

Querido Diario:

La función principal de un vigilante de sala es "velar por la seguridad de las obras de arte expuestas en la sala o salas a su cargo". Bueno, aparte de "... así como de los visitantes del Museo, garantizando el correcto desarrollo de la visita".

¿Que por qué te digo esto? Pues porque como mi misión principal es que al final del día las obras de arte que me han encomendado vigilar queden igual que cuando me las dieron, sin arañazos, golpes, chicles pegados, mocos, con perdón,... lo que más me pone nervioso, y por tanto es de lo que más atento estoy, es, sobre todo, el dedo señalador de los visitantes.

Nunca he entendido el por qué, para leer lo que pone en las cartelas, la gente tiene que seguir la lectura con el dedo a un centímetro del cartel o incluso tocándolo. El problema no es el cartel, sino el cuadro que está a diez centímetros de su mano, porque lo puede tocar.

-Por favor, no pase del límite, sobre todo la mano.

-Es que no lo puedo leer.

Podría justificarlos y decir que, a lo mejor, el tamaño de la letra es pequeño, que desde mi punto de vista no lo es, y eso que utilizo gafas de vista cansada. Pero yo, por más que me miro el dedo índice de la mano derecha, no veo el ojo que los demás tienen para acercarlo al cartel. Por lo visto, Dios me hizo imperfecto y no me dotó del ojo en ese dedo. ¡¡¡Qué mala suerte he tenido!!! Porque si no, no me explico la necesidad de acercar el dedo al cartel, ya que es "para leerlo mejor".

Y no solo en las cartelas, sino que acercan el dedo a los cuadros, que es lo peligroso. Bueno, el dedo, el plano, el bolígrafo, la patilla de la gafa,...

Cuando le avisamos que no se acerquen tanto a los cuadros, unos se enfadan...

-Por favor, no pase del límite.

-Si no he tocado.

Entonces viene la segunda parte, que es cuando tienes que perder el tiempo en dar explicaciones...

-No le he dicho que haya tocado. Sé que su intención es no tocar, pero si en el momento que acerca la mano al cuadro le dan un golpe en el brazo, ya sí que tocaría y tendríamos un problema.

Y así todos lo días.

Hoy una pareja de unos cincuenta años estaban viendo un cuadro con "el ojo de la mano"...

-Por favor, no pase del límite.

Y la mujer, que se estaba inclinando hacia delante...

-Es que no veo.

-Es por la mano.

Y el marido...

-Sí. Lo ha dicho por mí. Tiene razón. Disculpe.

... y me marché contento, porque entendieron, por lo menos el hombre, que lo hicieron mal.

También lo paso mal, es más, me exaspera es ver que los guías turísticos acercan la mano a los cuadros. Ellos, por su profesión, deben saber que eso no se debe hacer. Ya sé que dicen que no los tocan, es cierto, pero si yo, como visitante, veo que ese guía puede acercar la mano al cuadro, pues yo también.

Sinceramente, por respeto al guía, y no sé si le estoy haciendo un bien, suelo "decírselo" con gestos disimulados, para no dejarle en evidencia delante del grupo, aunque a veces se lo merecen.

Esta tarde había una guía acercando el dedo señalador a un cuadro. Yo no le he dicho nada, pero me he puesto enfrente de ella con los brazos cruzados, mirándola fijamente... hasta que se ha dado cuenta, ha dado un paso atrás, y con la mano me ha pedido disculpas.

En fin, como digo siempre, este es "el pan nuestro de cada día".

Me estoy dando cuenta, querido Diario, que llevo un buen rato hablándote de hoy y no te he dicho nada sobre las salas que me tocado vigilar. Es que hoy, como es san Isidro, es día festivo en Madrid capital y por eso en el Museo se trabaja como tal. Aunque hemos trabajado todo el día... ¡¡¡Hemos salido una hora antes!!!

Y hemos cambiado de sala... hoy me ha tocado ser relevo, entre otras, de las salas 100-102, que comúnmente llamamos El Tesoro del Delfín.

¿Que qué o quién es el Delfín? Bueno, primeramente, el Delfín no es el mamífero acuático que estás pensando, querido Diario. Se le llamaba "Delfín" al heredero de la corona francesa. Y el Delfín que tenía el tesoro, en nuestro caso, era Luis de Francia, el hijo mayor de Luis XIV y de la infanta española María Teresa de Austria. Pero murió durante una epidemia de viruela sin llegar a reinar. Por tanto ese conjunto de alhajas fue heredado por su hijo Felipe V, el primer Borbón español. Y de la Corona española ha pasado al Museo del Prado.

Pero estas salas albergan más cosas aparte del Tesoro. Hay vitrinas con porcelanas, miniaturas y el arte de las piedras duras.

Lástima que esta salas son poco conocidas, pues tienen "un tesoro artístico".

Y hoy te voy a hablar, querido Diario, de las piedras duras. Y es que este tipo de trabajos son auténticos cuadros hechos con piedras duras... y no están pintados. Es arte consiste en incrustar y combinar piedras duras y mármoles para componer escenas. A este arte se le denomina, si bien recuerdo, "taracea".

Es como crear un puzle de piececitas pequeñas, de distintas formas, de piedra. Imagínate, querido Diario, al trabajador rebuscando entre los distintos grupos de mármoles hasta encontrar la pieza que le interese, tallarla a tamaño exacto, pulirla e incrustarla en el hueco. Debe ser, y es, un "trabajo de chinos".

Pues te quería, y te quiero hablar de un "cuadro" de estas piedras duras que tiene el Museo, que desde que lo vi, me ha llamado la atención. Se titula Vista de Bermeo, y se realizó en el Real Laboratorio de Piedras Duras del Buen Retiro bajo la dirección de Luis Poggetti, después del año 1783.

Este cuadro, no sé si se debe denominar "cuadro", no lo sé, pero yo lo haré, está basado en una pintura de Luis Paret y Alcázar, que está en una colección particular. Es una vista del puerto de Bermeo, con unas pescadoras sobre unas rocas, en primer término, y unas barcas repletas de pescadores trabajando. Detrás y a la derecha, está el puerto entre unos acantilados. Y al fondo se ve la ciudad.

Lo que más me llama la atención es que no hay nada, repito, nada pintado. ¡¡¡IMPRESIONANTE!!!

Si te fijas bien, querido Diario, el cielo es una única pieza de mármol blanco azulado, y la forma de sus vetas hacen de nubes. Las plantas son piezas de mármol verde y blanco o verde y amarillo que simulan las hojas. El mar son trocitos de piedras verdes con vetas blancas,... te puedes pasar horas y horas viendo el cuadro y secarías muchos detalles... detalles EN PIEDRA.

Cada ventana es un trocito rectangular de piedra.

No me había fijado bien, pero mi compañera Marisa me ha hecho fijarme en la ventana superior de la casa de la izquierda... tiene una persona asomada. ¡¡¡Es alucinante la cantidad de detalles!!!

Ah, y las rocas del primer término donde están subidas las pescadoras... si es que se ven que son rocas de verdad.

Horas y horas me quedaría contemplando esta obra de arte... arte en piedras duras.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía del arte en piedra dura Vista de Bermeo - Después de 1783 -, del Real Laboratorio de Piedras Duras del Buen Retiro, que se puede contemplar en la sala 100).

1 comentario:

  1. A mí también me pone muy nerviosa ver cómo la gente acerca la mano a los cuadros. Y comprendo que si pone el dedo en la cartela tengas que estar prevenido porque el cuadro esta muy cerca. A mí no se me ocurria tocar un cuadro, pero quiza ellos acercan tanto el índice a la cartela porque le "bailan las frases o las palabras" y tienen que seguirlas con el dedo para ir en línea recta. Es un problema de vista.
    Horrorizada me he quedado cuando has dicho qye tienes que vigilar que no peguen chicles o mocos... ¡Qué barbaridad! ¿Eso haria la gente? Se supone que si pagan la entrada para el museo del Prado y están dispuestos a pasar varias horas alli es porque le interesa el arte, quieren ver a Velázquez u otros pintores que le gusten, quiza por decir que han visto el cuadro mas famoso o porque lo llevan de excursión el colegio... Pero se les presupone gente civilizada...

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