miércoles, 17 de octubre de 2018

Querido Diario, 17 de octubre de 2018

Querido Diario:

¿Sabes? La función primordial de los vigilantes de salas es la de velar por la seguridad de las obras de arte expuestas en la sala o salas a nuestro cargo, así como de los visitantes del Museo, garantizando el correcto desarrollo de la visita. ¿Que cómo lo hacemos, si nos tocan vigilar varias salas? Pues con paciencia... y andando. Para arriba, para abajo, para arriba, para abajo,... así todo el tiempo.

Tenemos unas sillas en las que nos podemos sentar si estamos cansados, pero yo soy masoquista y casi nunca me siento. Es más, el Decálogo de buenas prácticas en la atención y trato con el público, en su punto 8, dice...

"Permanecer en actitud dinámica, en la sala o salas asignadas, y en el caso de que un visitante se dirija a nosotros cuando excepcionalmente estemos sentados, levantarse".

Es decir, que me da la impresión que con eso de "excepcionalmente" nos están queriendo decir que nos podemos sentar, cómo no, pero que sea poco tiempo. En el fondo tienen razón, pues nosotros somos parte de la imagen del Museo, y si nos ven sentados, puede que la imagen que demos no sea la más apropiada.

Lo que sí es cierto es que si nos vieran desde arriba, desde el cielo, verían a un grupo de vigilantes uniformados salas para arriba y para abajo. Eso sí, cada uno a su ritmo. A mí me gusta ponerme con las manos a la espalda e ir andando despacio. Como decía el mago argentino René Lavand en su juego de magia con cartas...

-No se puede hacer más lento.

Exacto, yo no puedo ir más lento... excepto cuando veo un plano en la mano de un visitante con ganas de querer tocar un cuadro, que... yo no puedo ir más rápido.

¿Y por qué te cuento todo esto, querido Diario? Pues porque hoy, estando vigilando mis salas, cuando había muy poca gente en ellas, caso raro, he oído una voz de mujer a mis espaldas que decía...

-Atención, posible radar móvil. Límite de velocidad, 50.

Así, de repente, me he quedado parado, helado, pensando...

-Seguro que no me multan. Voy algo más despacio.

Jejeje, era el Gps del móvil de un señor de unos sesenta años, que no sé por qué motivo le ha saltado el aviso en ese momento, en medio de la sala 75. Seguro que esto quiere decir, y no es un chivatazo a los conductores de Madrid, que han debido poner un radar móvil en el Paseo del Prado y lo ha detectado. Digo yo, porque si no, no tiene explicación.

Eso sí, la cara de cachondeo que se le ha puesto a su hija no tenía precio. Entre risas le ha quitado el móvil a su padre, que el pobre hombre no atinaba a apagarlo, y lo ha puesto en silencio.

Nos hemos mirado la hija y yo... y me ha contagiado la risa. Cosas del directo, jejeje.

Cambiando de tema, y a la vez queriendo hilarlo con el tema de andar sin parar, ¿a que no sabes, querido Diario, quiénes no se paraban nunca, aunque se encontraran con una puerta? Bien, has acertado... los reyes.

Los monarcas tenían, porque no sé si actualmente lo tienen, una persona que tenía como título el "aposentador". Este personaje tenía a su cargo la separación de los cuartos de las personas reales y también tenía que decidir la vivienda que se destinaba a los miembros del séquito real en sus viajes. Y a este cargo de aposentador se le solía unir el de "conseje" que, entre otras cosas, tenía las todas las llaves de las habitaciones donde vivían los reyes y era el encargado de abrir las puertas para que ellos no tuvieran que esperar... que no tuvieran que pararse... como los vigilantes de salas, jejeje.

Y, cómo no, te voy a hablar de un cuadro de un aposentador. Se titula Luis Veldrof, aposentador mayor y conserje del Real Palacio, y lo pintó Vicente López Portaña hacia el año 1823.

Luis Veldrof nació en 1758, por lo tanto, cuando Vicente López pintó su retrato, tendría unos sesenta y cinco años, más o menos.

Desde muy joven entró al servicio de la Casa Real. Fue Ayuda del Portamuebles de la Real Guardarropía de los Infantes, luego Mozo de oficio de la Guardarropía del Príncipe de Asturias, Conserje del Real Palacio, Aposentador del Real Palacio y Jefe de Tapicería, Guardamuebles y Alumbrado. Se le concedió los honores de Intendente del Ejército, y, ¿sabes, querido Diario? Se jubiló en 1840, con ochenta y dos años. Eso es amor al trabajo y lo demás es cuento.

En fin, ¿qué apreciamos en el cuadro? Pues vemos a nuestro Luis Veldrof retratado de más de medio cuerpo, con el uniforme de gala de Aposentador. El traje está compuesto por una casaca azul marino con bocamangas rojas, igual que el chaleco. Me encanta cómo Vicente López pintó el bordado de oro, la corbata de chorreras, el sable... y el bicornio que lo sujeta pillado entre el brazo brazo izquierdo y su cuerpo. ¡Ah! También le pintó la Cruz de la Junta Provincial de la Guerra de la Independencia, en el ojal de la casaca.

Pero lo que me tiene enamorado, con permiso de mi mujer, claro, es la mano derecha del Aposentador que está sujetando la llave de una puerta... y de la propia llave. ¡¡¡Qué virtuosismo de escorzo!!! Según dicen los entendidos en pintura, lo más difícil de dibujar son las manos. Y hay que decir que nuestro Vicente López es un maestro en ese arte de las "manualidades".

Y fíjate, querido Diario, en la cara de Luis Veldrof... qué expresión más realista. Si hasta se ven las arrugas de la frente y las ojeras. ¡¡¡Impresionante este Vicente López!!!

¡Ah! La figura del aposentador Luis Veldrof tenía, y tiene, un significado muy especial para el Museo del Prado, ya que era el funcionario que firmaba las órdenes de salida de los cuadros elegidos por el propio Vicente López de entre las Colecciones Reales para pasar a formar parte de los fondos del entonces Real Museo de Pinturas, que años más tarde, en 1920, cambió a denominarse Museo del Prado.

¿Que por qué el que elegía los cuadros era Vicente López? Pues porque era el responsable de la parte artística del Real Museo, a las órdenes de los sucesivos directores del museo, José Idiáquez Carvajal, que era el Marqués consorte de Ariza, y Agustín Pedro de Silva y Palafox, el X Duque de Híjar. Y como responsable de la dirección artística, era el encargado de esa elección de obras de arte para el Real Museo.

Ahí lo dejo, querido Diario.

(Fotografía del cuadro Luis Veldrof, aposentador mayor y conserje del Real Palacio - h1823 -, de Vicente López Portaña, que se puede contemplar en la sala 75. Fotografía sacada de la página web del Museo Nacional del Prado).

3 comentarios:

  1. Como siempre ha sido un placer leer tu artículo , vigilante.
    Magnífica esposición del tema y del cuadro.
    Vivan los escorzos.

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  2. Interesante y amena exposición.

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